Los últimos bares echan el cierre: "Todo ha cambiado, los jóvenes ya no vienen"

  • La turistificación y las nuevas formas de ocio y de relación acotan el espacio que ha ocupado desde siempre en nuestro país el 'bar de toda la vida'.
Bar, bares, gente, personas, persona
Bar, bares, gente, personas, persona
Europa Press - Archivo

Estamos en pleno centro de Madrid, a pocos pasos de la Plaza Mayor. Los turistas copan las aceras y el cercano Mercado de San Miguel. Allí, en el epicentro de la 'zona cero' del turismo de la capital, Jesús, un jiennense residente en Madrid desde hace décadas, regenta desde hace unos años la Taberna Sancho Panza, un bar de los de toda la vida, "que me quieren quitar". Un fondo de inversión ha comprado todo el edificio en el que se encuentra el Sancho Panza para hacer un hotel y a Jesús, aunque tiene el contrato de alquiler en vigor por dos años más con el anterior propietario le quieren echar del edificio. "Es el sino de los tiempos", dice, "solo hay sitio para franquicias, hoteles, apartamentos turísticos... El bar de toda la vida no cabe en el centro de Madrid". Jesús asegura que "pelearé con todas mis fuerzas" para mantener el Sancho Panza, pero por si acaso ya ha alquilado otro local cercano, en la propia calle Santiago. En la zona, como en todo el centro de Madrid, cada vez quedan menos bares de los de siempre.

Apenas a 4 kilómetros del centro de Madrid, en el número 172 de la calle de Alcalá, en el barrio de Ventas, los paseantes se toparán con una desagradable sorpresa. El bar La Parisiena tiene las persianas echadas y cerradas a cal y canto. Otro bar de los de siempre que desaparece. Con una decoración 'típica' de los años setenta: sillas de escay y barra forrada en formica, la Parisiena, regentado durante muchos años por Eugenio y Mercedes, era un lugar de peregrinación para todo aquél que se acercaba al barrio, los propios vecinos o los aficionados a los toros que acudían a Las Ventas. Su tortilla de patatas era de culto. 

Pero Eugenio y Mercedes se jubilaron y el hermano de ésta, Jose, tomó el relevo. Tras unos años manteniendo el negocio, Jose también decidió dejarlo. Un nuevo propietario, de nacionalidad portuguesa, arrendó al el local y quiso mantener su esencia de bar. "Pero parece que ya no hay sitio para los bares en España. Las cosas han cambiado. Los hábitos de ocio, también. Los jóvenes ya no van a los bares" y tras solo unos meses con el negocio abierto, acaba de cerrar La Parisiena y bajar las persianas. Junto a este bar de toda la vida, ahora cerrado, ha abierto un local de apuestas, con barra. El cartel de la entrada no deja lugar a dudas: 'cubatas' a 3,5 euros y cervezas a 1 euro.

Si nos alejamos de Madrid y entramos de lleno en la España rural, la 'España vaciada', el bar es el único punto de reunión social en muchos pueblos que carecen de tiendas, escuela e incluso ambulatorio médico. Al bar acuden los parroquianos a tomarse un vino, echar la partida o, simplemente, a relacionarse y a hacer vida social. Porque en el España rural el bar cumple una función social. Pero no es fácil mantener abierto un local en un pueblo con 30 0 40 habitantes.

Luis reabrió el bar de Veguillas de la Sierra (Teruel), Los Tres Reinos, después de que estuviera casi una década cerrado. "No es fácil mantener el bar abierto durante todo el año porque hay días en invierno en los que solo entran dos o tres personas. Eso sí, hay gente en el pueblo que no saldría de casa en invierno sino fuera para venirse al bar". Luis reconoce que para sobrevivir hay que tener otros negocios, con el bar solo no basta, y que "el mes rentable es el mes de agosto, cuando el pueblo se llena y hay 200 personas".

Nos trasladamos de Teruel a Zamora, a Melgar de Tera, pero no dejamos la España vacia. Jorge y Cristina cierran el bar del pueblo, con menos de 300 habitantes, que abrieron hace un tiempo en el local de las antiguas escuelas cuando retornaron al pueblo desde Barcelona. "No podemos seguir manteniéndolo", cuentan. Los jóvenes aseguran que todo han sido problemas por parte del ayuntamiento y el 30 de noviembre fue el último día del bar abierto. Tenían que pagar el alquiler del local al ayuntamiento, el agua, la luz, la calefacción.... "Y no llegábamos". Y "¿a donde vamos a ir ahora?", se pregunta un jubilado de la localidad. "El bar era como nuestro hogar social donde charlabas con los vecinos, pasabas la tarde e, incluso, pedías ayuda si necesitabas algo. Era como un gran centro de asistencia social", concluye.

El sector se reestructura

Y es que según las cifras proporcionadas esta semana por la patronal Hostelería de España, el número de bares en España no deja de reducirse desde el año 2010 y en los últimos ocho años se han cerrado 19.300 bares en España, a una media de 2.400 al año. Algo que sucede, sobre todo, en barrios de zonas urbanas y en los pequeños pueblos de la España rural.  

Pese a todo, el número total de bares sigue suponiendo casi el 60 % de la cifra total de establecimientos hosteleros en España, con más de 183.000 locales. En nuestro país hay un bar por cada 255 españoles, pero según el secretario general de la patronal, Emilio Gallego, "se está produciendo una verdadera reestructuración del sector, independientemente de la situación económica española. Cierran establecimientos de pequeño tamaño", los bares de toda la vida, "y abren restaurantes y franquicias de grandes cadenas".

La facturación a nivel nacional del sector de la hostelería aumentó un 18% entre 2010 y 2018, hasta los 123.600 millones de euros y supone el 3% del PIB a nivel nacional, pero los ingresos han caído en las zonas con 'depresión demográfica', que es donde se están cerrando más bares, como las dos Castillas, Asturias o Aragón.

Los bares se cierran en la España despoblada, también sucede en las ciudades. El pasado 8 de noviembre, Isabel y Manuel cerraban "para siembre" la taberna Jorman. "Los mejores callos y croquetas de toda Córdoba", asegura un cliente del bar. Pero tras 42 años en el bar, Isabel, nombrada 'Señora de las tabernas de Córdoba', y su esposo Miguel se jubilan y sus hijos no continuarán con el negocio. "Ellos tienen otras ocupaciones y esto es muy esclavo, aunque muy gratificante", explica Isabel. Quien asegura que "aquí, después de tantos años, los clientes eran como nuestra familia, pero ahora se va hacia unos establecimientos más impersonales. Y es que hasta María Jesús, sus pajaritos y su acordeón han decidido cerrar su mítico bar de Benidorm. "Desde hace un tiempo ya tenía pensado dejar el bar y ahora creo que es el momento", ha declarado la artista. El bar echa el cierre en España.

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