Argentina abre la caja de los truenos: los ojos se posan en Brasil y el resto tiembla

  • Los emergentes temen que que se produzca un efecto contagio, mientras que todos miran al país brasileño por su cercanía y sus desequilibrios.
Cristina Fernández Kirchner y Mauricio Macri
Cristina Fernández Kirchner y Mauricio Macri

El colapso de Argentina tiene derivadas mucho más allá del simple resumen económico en el país. Uno de los más importantes es el efecto contagio a otros mercados emergentes, más en concreto a Brasil. Por el momento, el 'shock' parece contenido, aunque lo cierto es que el real brasileño sí ha notado las tensiones vividas en Argentina. La divisa se ha depreciado con fuerza y ha castigado a las españolas que tienen presencia en el país, como Banco Santander o Telefónica.

La situación en Brasil no queda lejos de lo que tradicionalmente se conoce como crisis cambiaria. En lo que va de año, el real brasileño se ha depreciado hasta un 23%, una cifra muy cercana al 25% que se establece como frontera desde la definición dada por los economistas Jeffrey Frankel y Andrew Rose. Por otro lado, el país sudamericano cumple muchos de los indicadores que detectan que un país puede caer en una crisis cambiaria según están expuestos por el FMI: elevada deuda pública, un déficit público entre los más amplios de las últimas décadas, déficit exterior abultado e importantes vencimientos de deuda en el corto plazo.

Pese a lo anterior, el verdadero problema de Brasil, como le ha ocurrido a Argentina, es que la poca independencia de su banco central está agujereando su activo. En el caso argentino, el BCRA (Baco Central de la República Argentina) financiaba el gasto público a través de las denominadas letras intransferibles y los adelantos. En el caso del Banco Central de Brasil, tiene por ley (artículo 64 del Código brasileño) la capacidad de emitir deuda, imprimir dinero, en tres ocasiones: para cubrir el eventual déficit primario o fiscal del Gobierno. Para subsanar cuentas corrientes con el exterior. Por último, para el pago de intereses de la deuda pública brasileña.

En el primero y en el segundo caso, el banco solo actúa cuando se lo ordena el Gobierno. Aunque en realidad, la entidad siempre está actuando de manera camuflada. De hecho, estudios como el de la Universidad JF Kennedy apuntan a que continuamente actúa en el mercado abierto para comprar títulos de deuda del Tesoro brasileño alegando "hacer política monetaria". Aunque en realidad, lo que hace es directamente comprar bonos y pagar intereses creando dinero. Con dicha política, los bonos que posee en su balance se han disparado: en 2009, poseía 485.700 millones de reales brasileños en bonos; en la actualidad -últimos datos de su balance- atesora 1,7 billones de reales.

El caso de Brasil es el más evidente por la cercanía, los lazos comerciales con Argentina y también más seguido por la inversión de las empresas españolas. Pero Brasil no es el único caso, los problemas para otros países son también muy reales; por ejemplo, la rupia india se ha hundido a mínimos históricos. De hecho, el cambio de 1 dólar por 71 rupias no se había alcanzado nunca en la historia. Por otro lado, la divisa de sudafrica, el rand, ha sufrido la mayor caída en agosto en los últimos 36 meses.

El verdadero problema del goteo de las depreciaciones de las distintas monedas es que se acerca el monstruo de las refinanciaciones de deuda en dólares. La evolución de vencimientos en los próximos años podría plantear serios problemas para dichas economías: en 2019 tendrán que devolver el doble de deuda que en 2018, pero en 2022 deberán renegociar hasta seis veces más de deuda que en este 2018.

El efecto contagio es más habitual de lo que se cree

Uno de los mayores problemas que presentan las crisis cambiarias es que una vez saltan en un país, pueden acabar propagándose por otros muchos. La razones que desencadenan la proliferación de las mismas son diversas: pueden ser por la diferencia del tipo de interés, ante una crisis se suben para evitar salidas de capital, lo que provoca que los capitales escapen de países con igual riesgo pero que paguen menos. Pueden ser porque se produce un parón económico que afecta a los países cercanos con los que hay lazos comerciales. Aunque existe una más obvia, y es que cuando salta el pánico y los inversores venden, venden.

El ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva participa el viernes 5 de mayo de 2017 en la apertura de un congreso regional del Partido de los Trabajadores (PT), que se celebra en Sao Paulo (Brasil). FERNANDO BIZERRA EFE
Brasil ha profundizado sus desequilibrios. Expresidente de Brasil, Lula da Silva / EFE

La historia ha enseñado una y otra vez que dichos procesos ocurren y no son nada extraños. El actual sistema económico monetario se remonta a 1973, con los denominados acuerdos smithonianos, que daban por cerrado la etapa del patrón oro y las continuas devaluaciones competitivas. La primera gran crisis llegó en finales de los 70, con la segunda crisis del petróleo. Curiosamente, lo que comenzó con una crisis cambiaria en países africanos término por convertirse en la terrible crisis sudamericana. La debacle económica saltó de África a Sudamerica hasta conocerse aquellos años como la 'Década Pérdida', que incluso acabó con el derrocamiento de la dictadura argentina del Proceso de Reorganización Comercial.

El ‘corralito’ argentino comenzó en Asia

Pese a lo anterior, no hay mejor ejemplo de como pueden saltar las crisis de un país a otro como la que empezaron los tigres asiáticos y culminó en el ‘corralito’ argentino. En 1997 la moneda tailandesa colapsa debido a que el banco central del país se queda sin reservas para mantener la paridad fija frente al dólar. La tensión empieza a saltar de país en país: primero Malasia, más tarde Indonesia, incluso llega a Corea del Sur. Finalmente, entre 1998 y 1999 llega a Argentina con toda la dureza.

Aunque en verdad, el salto no es casual. Argentina se ve afectada por la crisis de otros países, pero también es una víctima proclive por su desastrosa situación económica. Todo comienza a principios de los años 90, bajo el Gobierno de Mendel y con la inestimable ayuda de su ministro Cavallo se lanza una nueva moneda, es el peso argentino tal y como sigue actualmente, con paridad 1 a 1 con el dólar. Es to es, que la oferta monetaria interna del país estaba ligada a la oferta de dólares de la FED.

Obviamente, se trata de una situación insostenible que generó graves inestabilidades. La primera importante llegó en 1995 con importantes fugas de capital, se salvó sin tocar la divisa pero con una importante devaluación interna que desembocó en un colapso económico y político. Finalmente, la crisis cambiaria termino llegando a Argentina y está vez tuvo que actuar: ejecutó un corralito y estableció una nueva paridad de 1 dólar tres pesos, esto es que 30 pesos en el banco, al día siguiente ya no valía 30 dólares sino 10. Lo que es lo mismo, el Gobierno incautó vía señoraje dos tercios de los ahorros de todos los argentinos.

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