Manuel Olivencia, el abogado que enseñó el valor de la transparencia en la empresa

  • Maestro de juristas, fue autor del primer código de buen gobierno de las sociedades cotizadas y comisario de la Expo de Sevilla.
Manuel Olivencia
Manuel Olivencia

No es fácil encontrar en nuestro país una figura dentro del ámbito del Derecho y las empresas que sea discípulo de Joaquín Garrigues (uno de los padres del Derecho Mercantil) y a la vez profesor de figuras como el expresidente del Gobierno, Felipe González, y de algunos de los políticos y juristas de mayor renombre en Andalucía (su tierra natal) y en toda España. “Maestro de maestros” es la expresión más idónea para el jurista Manuel Olivencia, que ha fallecido este primer día del año a los 88 años, y ha causado una gran conmoción en el mundo jurídico y político español.

Cuando casi nadie se atrevía a meterse en el proceloso mundo del Derecho Mercantil y las incipientes relaciones entra las empresas y la economía española con el mundo internacional, en la dura década de los cincuenta y en pleno franquismo, Manuel Olivencia rompió el molde para convertirse en uno de los expertos más destacados en la materia con apenas 30 años. Un doctorado en la Universidad de Sevilla, seguido de una amplia formación en Italia, Francia, Alemania y Reino Unido, le dieron a Olivencia un label que en ese momento tenían muy pocos abogados en España dentro del área del derecho de los negocios, que empezaba a tomar cuerpo en nuestro país.

A lo largo de sus más de cuarenta años de docencia, supo mezclar con eficacia los postulados del derecho de la empresa con los de la pura ciencia económica, algo que nadie hacía en su época, salvo en casos excepcionales como el de uno de su homólogo y sobrino de su profesor, Antonio Garrigues, cuyo bufete, el mayor de nuestro país, estaba dando también sus primeros pasos firmes en España entonces. El destino y la vocación por el Derecho Mercantil le llevó a crear uno de los primeros despachos españoles especializados en esté área de práctica, el bufete Olivencia-Ballester, que años después entraría en el ámbito de la firma Cuatrecasas, la segunda más importante del derecho de los negocios español, tras Garrigues, de la que ha sido una de las figuras más destacadas.

El profesor Olivencia nació en Ronda en 1929, el año de la gran depresión americana. Hijo y padre de abogados, las circunstancias familiares hicieron que se educara en Ceuta, pero años más tarde se trasladó a la capital andaluza, donde se licenció en Derecho por la Universidad de Sevilla en 1951, con Premio Extraordinario. Su pasión por el Mercantil y la docencia le llevó a ser el máximo responsable de la Universidad sevillana, y desde los postulados de la ciencia jurídica, se convirtió además en uno de los máximos defensores de la que entonces era la Facultad de Económicas y Empresariales, de la que llegó a ser decano.

Compromiso con las empresas y el derecho

El compromiso académico y la pasión por el mundo de las empresas, no impidieron que Manuel Olivencia aportara también su granito de arena al progreso desde el área de la política. Primero, en los momentos difíciles de la transición, fue subsecretario del Ministerio de Educación (1975-1976), en el primer Gobierno que se estableció tras la muerte de Franco. Años después, el que fuera su discípulo y presidente del Ejecutivo, Felipe González, le encargó el difícil papel de ser comisario de la Exposición Universal de Sevilla de 1992, una de las grandes aperturas al mundo de la joven democracia española.

Desde el mundo empresarial, además de sus ocupaciones profesionales como consejero y asesor de grandes empresas e instituciones, la aportación más importante que el profesor Olivencia ha dejado ha sido su famoso código de buen gobierno de las sociedades cotizadas, el primer compendio de lo que debían ser las prácticas más transparentes en las empresas y grandes corporaciones que cotizan en bolsa, y que ha dado lugar después a muchas ediciones y códigos de buen gobierno corporativo.

Manuel Olivenza goza de los máximos reconocimientos que puede tener en España un jurista, y su figura como maestro de abogados, junto con todos sus logros, no han pasado desapercibidos el día en que nos ha dejado para las máximas autoridades de todos los partidos y signos políticos. El presidente Rajoy ha sido uno de los primeros en lamentar su pérdida, junto con la responsable de la Junta andaluza, Susana Díaz, el sevillano ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, o el titular de Justicia, Rafael Catalá, entre otros.

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