Perfiles para la recuperación

El legado europeo de Merkel: un fondo anticrisis tras romper con la austeridad  

La canciller alemana da “un abrupto giro radical” en sus planteamientos sobre la integración económica de la UE. Ahora debe defender en casa el Fondo de Recuperación de Bruselas.

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez saluda a la canciller alemana Angela Merkel
Merkel rompe con la austeridad y deja como legado el fondo de reconstrucción.
EFE

Por primera vez en los más de tres lustros que lleva en el poder, la canciller Angela Merkel defiende en Bruselas -y en Berlín- que la UE asuma deudas de manera conjunta. Un giro histórico frente a las posturas tradicionales alemanas o las que ella misma ha defendido liderando a la primera potencia europea.

Merkel está luchando por su legado como arquitecta de la UE. Es la conclusión instalada en la capital comunitaria sobre este cambio radical de la canciller, que le ha llevado a romper con aliados tradicionales como Austria, Países Bajos o Finlandia que, como Alemania, son contribuyentes netos a las arcas comunitarias y en los que Merkel pivotó su liderazgo dentro de la UE durante la pasada crisis económica para imponer políticas procíclicas que lastraron la recuperación en comparación con Estados Unidos o China.

La canciller germana, la política más importante del Viejo Continente, “ha lanzado por la borda muchos de los principios" que Berlín aplicó durante la crisis del euro, cree Bert Van Roosebeke, del Centre for Europeam Politics de Friburgo.

A un año de su retirada voluntaria -y adelantada en el tiempo-, la dirigente que moldeó Europa durante la última década decidió dar la batalla durante este verano para sacar adelante el acuerdo del Fondo de Recuperación. "No puede quedar reducido al tamaño de un enano", tiene que ser "masivo y excepcional". "Más allá de las cifras hay una dimensión política" llegó a decir tanto en Alemania como ante la Eurocámara.

Ahora tendrá que defender en Alemania lo pactado en Bruselas y evitar que incluso dentro de sus propias filas cristianodemócratas se produzca una revuelta interna que paralice el fondo en el Bundestag (el Parlamento Federal germano) o lleve el acuerdo hasta el Tribunal Constitucional de Karlsruhe, como ya ocurrió con el programa de compra de deuda del BCE. Porque Alemania, además de enfrentarse a sus tabús históricos, también tendrá que lidiar con una contribución adicional de 10.000 millones de euros anuales a las arcas comunitarias.

Un día para la historia

Fue Merkel quien sorprendió a toda la UE al proponer junto al presidente de Francia, Emmanuel Macron, un mecanismo de recuperación de 500.000 millones que emitiese bonos de deuda para financiar el gasto e inversión públicos en los países y sectores más golpeados por la pandemia. Era un 18 de mayo, una fecha no tan célebre como la Cumbre Europea de julio, pero cuya imagen sí pasará a la posteridad de la UE.

Desde el palacio presidencial de El Elíseo, Macron, en traje gris, aguardó a Merkel, quien hizo esperar al francés para presentarse con una chaqueta violeta y a paso rápido ante la prensa y declarar que "Europa debe permanecer unida, por eso necesitamos una rápida recuperación económica y por eso queremos establecer un fondo temporal con gastos presupuestarios, no préstamos".

Se estaban sentando las bases del Fondo de Recuperación de 750.000 millones de euros que posteriormente propondría la Comisión Europea y que los jefes de Estado y de Gobierno de la UE aprobaron en la tensa cumbre celebrada entre el 17 el 21 de julio.

"La iniciativa franco-germana constituye un importante paso político", escribió entonces Daniel Gros, el director del Centre for European Policy Studies, uno de los think-tanks más importantes de Bruselas.

Hoy, Gros, junto a su compañera Cinzia Alcidi, jefa del área de política económica del CEPS, reconoce que "es difícil considerar al NGEU [Fondo de Recuperación] como una capacidad fiscal genuina para mitigar el impacto del shock del Covid-19", aunque lo importante es que al final "se alcanzó un acuerdo" y valora la iniciativa lanzada por Merkel como un "compromiso políticamente aceptable para poner en marcha la primera gran respuesta común de la UE a una crisis".

El legado de Merkel

De ser la canciller de la austeridad y el principal obstáculo a la solidaridad con Grecia durante los peores años de la crisis de deuda soberana europea a convertirse en una de las impulsoras del mayor plan económico de la UE ante una crisis. Tras más de 30 años de carrera política, la alumna aventajada de Helmut Kohl por fin recoge el bastón de mando de la integración comunitaria que el antiguo canciller enarboló al renunciar al marco en favor del euro.

"Después de un largo tiempo en el cargo, Merkel ha dado un abrupto giro radical, una señal extraordinaria", explica para el medio bruselense 'Euractiv' el responsable del Centre for Europeam Politics de Friburgo, Bert Van Roosebeke. "Al hacerlo, ha lanzado por la borda muchos de los principios que habían sido importantes para Alemania a la hora de superar la crisis del euro", añadía.

Detrás de este ‘renacer’ europeísta de la canciller también hay intereses económicos. Alemania es el país que más se beneficia del mercado único, de la libertad de movimientos de trabajadores, empresas y capital en la UE, según cálculos de la propia Comisión. Y con una contracción al menos el 6% en su PIB pronosticada para este año y retrocesos del 7% en Países Bajos, 9% en Bélgica y al menos del 11% en España o Italia, gran parte del mercado exportador germano amenazaba con diluirse como un azucarillo.

Es una de las razones que apunta la vicepresidenta de Los Verdes en el Parlamento Europeo, Ska Keller, para acercar a Berlín a París, Roma y Madrid dejando de lado a Viena y La Haya. "Algunos gobiernos piensan que pueden superar [esta crisis] solos, pero deberían repensárselo. Se han beneficiado incluso más que otros Estados Miembros del mercado único, de la libertad de movimiento y algunos, desafortunadamente, también de ser demasiado laxos con las normas tributarias”, señala la política alemana.

Aunque Gros y Alzidi dudan de que el importe y distribución del Fondo de Recuperación sea suficiente para compensar el agujero de la "Gran Reclusión" -solo el déficit acumulado en toda la UE entre este año y el siguiente será superior a los 750.000 millones del fondo- sí destacan el escudo de confianza sobre el proyecto comunitario.

Este sería el legado de Merkel, el de "un giro radical" que evoluciona de la austeridad a quién sabe si un ‘momento Hamilton’ que conduzca a una verdadera unión fiscal del continente. A la canciller le corresponde defenderlo en casa durante este año y el siguiente. Y evitar que, en el Consejo Europeo, sus antiguos socios torpedeen los planes de recuperación de sus nuevos compañeros de viaje.

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