Reyal Urbis, el ascenso y caída de la empresa que más dinero debe a Hacienda

  • La inmobiliaria debe al fisco 368.651.070,45 euros, más que ninguna otra persona jurídica o física, es seguida de Nozar que tiene una deuda de 203,2 millones de euros.

    Pasó de ser uno de los gigantes del ladrillo a entrar en concurso de acreedores desde marzo de 2013, arrastrada por la mala situación económica y los imprudentes proyectos faraónicos. 

Reyal Urbis, el ascenso y caída de la empresa que más dinero debe a Hacienda
Reyal Urbis, el ascenso y caída de la empresa que más dinero debe a Hacienda
Luis Díaz

Si algo ha quedado claro tras la publicación del listado de deudores (puede consultar la lista completa aquí) es que el ladrillo y la morosidad van de la mano. Los años dorados en los que las constructoras se enriquecían sin parangón parecen un recuerdo lejano. 

De los 4.768 deudores con Hacienda recogidos en el listado, 4.432 son personas jurídicas, con pagos pendientes de más de 15.000 millones de euros. El sector de la construcción -el más presente en la lista- fue uno de los que más sufrió durante la crisis. Así lo demuestra que las compañías con más deuda sean Reyal Urbis, con una deuda con Hacienda de 368,6 millones de euros, Nozar, con 203,2 millones, y Sacyr, con 116 millones.

Reyal Urbis -que en la lista publicada en diciembre debía diez millones más- es el arquetipo de inmobiliaria que creció a la sombra de la Ley de Liberalización del Suelo y que, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, se derrumbó de la noche a la mañana.

Una caída que comenzó en 2007, tras la fusión de dos grandes empresas, Urbis y Construcciones Reyal, la segunda era controlada al 70% por Rafael Santamaría, su presidente y fundador. En los últimos años ha pasado de buque insignia dentro del sector a sufrir varias refinanciaciones, estar en concurso de acreedores desde 2013, un ERE en los últimos meses... 

En el año 2006 Reyal compró a Urbis, a pesar de que su tamaño era netamente inferior. Para ello se valió de un crédito facilitado por Banesto y Santander. Así fue como adquirió a Urbis, a través de una OPA de 3.300 millones. Este fue el principio del fin para Rafael Santamaría, ya que soportar esa deuda en plena crisis inmobiliaria fue imposible. 

Santamaría logró esquivar la refinanciación durante un tiempo, pasando al final por tres en varios años. Finalmente, en 2013 entró en concurso de acreedores al no poder hacer frente a su situación. Su actual objetivo es alcanzar un acuerdo con Hacienda para pagar a largo plazo su deuda, y realizar una dación en pago de activos inmobiliarios a los bancos con los que tiene mayores deudas.Los proyectos que llevaron a la ruina a Reyal Urbis

Pero fueron los proyectos faraónicos los que acabaron por hundir a Reyal Urbis. Castellana 200 es uno de los más claros ejemplos de derroche y mala planificación. Comenzó a construirse en el año 2006 y se paralizó en 2009 por falta de financiación. Tras la refinanciación de 2010 volvió a ponerse en marcha el proyecto.

Los 8.500 metros cuadrados de Castellana 200 -que debía haber sido una mezcla entre un complejo de viviendas, un hotel, y un centro comercial- contaron con una inversión inicial de 350 millones de euros. En el año 2014 fue vendida a Drago Capital y PSP por 140, una pérdida de unos 200 millones.

Pero el ejemplo más claro de imprudencia fue la construcción de la ciudad fantasma de Valdeluz, a 7 kilómetros de Guadalajara y 64 de Madrid. Este proyecto se encuentra junto a la estación del AVE de Yebes (Guadalajara). La idea era que Valdeluz pasase a ser una ciudad dormitorio, utilizando el AVE como medio de transporte.

De las 30.000 personas que tendrían que habitar Valdeluz no se llega a 3.000.  El proyecto se gestó con la ayuda de José Bono, amigo reconocido de Santamaría. Las acusaciones de cohecho llegaron hasta el Tribunal Supremo, pero los jueces no consideraron que hubiese delito. Ciudad Valdeluz se quedó en otro faraónico sueño, ya que la lujosa ciudad en medio de la nada nunca se acabó y actualmente sus habitantes no disponen de la mayoría de servicios básicos.

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