"Nos afecta muchísimo"

El mundo rural pide presencia bancaria: "Tengo la sucursal a doce kilómetros"

El BdE advierte que 1,3 millones de españoles encuentra dificultades para obtener dinero en efectivo en el país. Vecinos de Castilla y León relatan cómo es vivir en un lugar donde la presencia bancaria es inerte. 

calle de un pueblo
El mundo rural pide presencia bancaria: "Tengo la sucursal a doce kilómetros".
Europa Press

En la antigua Grecia existió, durante un tiempo, un pueblo muy característico llamado Esparta, que tenía un régimen político y económico fiel a su legislador Licurgo. Éste odiaba el dinero por la desigualdad que, según él, traía consigo. Por ello, decidió que en Esparta se suprimiera su uso como valor de cambio. En su lugar, puso en circulación una moneda pesada, de hierro, difícil de transportar y con poco valor. Esto, por ende, incentivó a no usar el dinero. Miles de años después, parece que los bancos modernos en España, en su intento de reducir costes, imitan una práctica parecida a la espartana con la supresión de sucursales en muchos pueblos del país y con la reducción del dinero en efectivo en la economía rural.

El pasado miércoles, el Banco de España publicó un informe en el que advertía que en torno al 3% de la población española -aproximadamente 1,3 millones de personas- encuentra dificultades a la hora de obtener dinero en efectivo, especialmente en Castilla y León, donde la cobertura de oficinas y cajeros ha sido siempre menor. Además, asegura que los más expuestos a esta situación son los individuos de mayor edad, menor renta y menor nivel educativo, porque utilizan con más frecuencia este medio de pago. Desde el periódico La Información, hemos dado voz a estas personas que sufren las consecuencias adversas de la carestía de sucursales en los lugares donde residen. 

Magaz es un pueblo de Palencia que se encuentra en pleno corazón de Castilla y León. Al este tiene a la capital de su provincia (Palencia) y al oeste, el río Pisuerga. En este municipio viven, según el INE en el año 2018, 993 personas. Un número ínfimo en comparación con ese más de un millón de ciudadanos que sufren la ausencia de sucursales bancarias en el país. "A mí me afecta muchísimo porque tengo la sucursal a 12 kilómetros", sostiene una vecina de Magaz, que tiene que desplazarse hasta Palencia capital para sacar dinero, y que continúa, "hay una serie de horarios muy estrictos, no te atienden y tienes que volverte a desplazar otro día, es un rollo". Tras una breve pausa, sentencia: "Yo no lo veo muy bien".

"Ahora tengo que ir a Venta de Baños (a 10 kilómetros de su pueblo) a hacer las gestiones porque nos quitaron la que teníamos aquí, así que nos viene muy mal", afirma una vecina palentina. "Teníamos antes un banco móvil de Ibercaja que venía todos los lunes de cuatro a siete de la tarde, pero en enero nos lo quitaron", dice la misma vecina, que prosigue, "antes iba más veces al banco, ahora solo voy una vez a la semana, al final, te tienes que acostumbrar". Roberto, que tiene un taller con su propio nombre, asegura que le "afecta" la falta de bancos en su municipio porque cada vez que "tengo que hacer algo importante tengo que ir a otro pueblo más lejano". Además, resalta que en ese pueblo solo hay un "único banco" y hay "casi el triple" de población que en el suyo, por lo que se genera "mucha cola".

Otros pueblos, como Tariego de Cerrato -también en Palencia-, viven una realidad diferente porque se encuentran cerca del municipio que aún mantiene una sucursal bancaria. Su alcalde, Luis Ángel Marín, dice que "nosotros nunca hemos tenido una sucursal porque la tenemos a un  kilómetro, en Ventas", aunque reconoce que "otros pueblos, como Baltanás, Fuentes de Nava, Cevico de la Torre o Magaz están sufriendo la falta de bancos".

La máxima autoridad monetaria del país predice "que la reducción del número de oficinas y de cajeros automáticos continuará en los próximos años, ante el incremento de la digitalización y la búsqueda de una mayor eficiencia por parte de las entidades de crédito". Sin embargo, el banco central propone soluciones para evitar la falta de dinero en efectivo en las zonas rurales y señala como alternativa a las sucursales "el uso de las oficinas de Correos, las redes de estancos y los establecimientos de loterías y apuestas del Estado".

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