Nassim Taleb, el hombre que ganó dinero con la crisis: viva el fracaso (y 2)

    • Los fragilistas quieren vivir en un mundo seguro y no se juegan nada en sus predicciones.
    • Los antifragilistas aman el riesgo y emprenden aventuras: ellos nos hacen progresar.
    • Taleb levanta pesas lo cual es una prueba de su filosofía: lo que le endurece le mejora.
Nassim Taleb, en una charla en la Fundación Rafael del Pino.
Nassim Taleb, en una charla en la Fundación Rafael del Pino.
Fun. Rafael del Pino

[Ver primera parte: ¡Amad el desorden!]


Y esta es la división que hace Nassim Taleb de los individuos:

Los fragilistas

"El fragilista pertenece a esa clase de personas que suelen vestir traje y corbata incluso los viernes, reacciona a nuestros chistes con una seriedad glacial y tiende a padecer de la espalda demasiado pronto por pasarse tanto tiempo sentado en despachos y aviones o examinando la prensa. Suele participar en un extraño ritual conocido vulgarmente como 'reunión'. Además, tiende a pensar que lo que no ve, o no entiende, no existe".

Este tipo de persona, según Taleb, confía en el alcance del conocimiento científico, pero se distancia de lo natural. Por culpa de ellos, la cultura moderna se ha ido haciendo más ciega a lo misterioso, a lo impenetrable, "lo que Nietzsche llamaba lo dionisíaco de la vida". El fragilista es un planificador que espera que las cosas sucedan como siempre han sucedido. No se juega nada (lo contrario del padre de Taleb). Nassim Taleb los llama individuos soviético-havardianos, porque funden lo peor de los dos sistemas de planificación (los soviets y Harvard). Son "los banqueros, los burócratas, y la gente que asiste a los encuentros importantes.

Los fragilistas basan sus planes en las estadísticas. Son como el pavo: piensa que el Día de Acción de Gracias no le sacrificarán porque jamás ha pasado eso. Siempre le engordan. Taleb lo llama "la madre de todos los errores". Confundir la ausencia de prueba con la prueba de ausencia. Es decir, pensar que si nunca pasó, jamás pasará. Gran error.

Una de las vías más rápidas para convertirnos en fragilistas es visitando a los médicos: ir al doctor incrementa tu debilidad. Produce iatrogenia. El cuerpo en lugar de robustecerse, se debilita con medicamentos y tratamientos.

En su libro, Taleb dispara sin piedad contra estos médicos, pero también contra los médicos de la economía y de la política cuyos diagnósticos fueron equivocados.

Fragilista es Joseph Stiglitz, el premio Nobel de economía, que en 2006 decía que la hipotecaria Fannie Mae era fiable y segura. Quebró. Fragilista es Thomas Friedman, articulista de The New York Times, que involucró con sus reportajes a EEUU en la guerra de Irak sin calcular sus sangrientas consecuencias.

El antifragilista

Del otro lado, el antifragilista. Le encanta el desorden, la volatilidad, asume riesgos, e incluso acepta las consecuencias negativas de sus actos. "En el pasado, las personas de más rango o categoría eran las que asumían riesgos y aceptaban las consecuencias negativas de sus actos, y los héroes eran quienes lo hacían por el bien de los demás".

Antifragilistas son los emprendedores, los científicos obsesos, los inventores, los médicos que practican extrañas curaciones, los que buscan nuevos métodos (la heurística), y los que creen en la simplicidad, como Steve Jobs.

El progreso se entiende como la puesta en práctica del riesgo y por eso, dice Taleb, "necesitamos emprendedores e individuos dispuestos a asumir riesgos personales". Son los innovadores. La especie que promueve la evolución. Los héroes que se sacrifican por los demás. Y sacrificio, dice Taleb, está relacionado con sagrado.

Es más, las verdaderas decisiones del capital riesgo se han tomado cuando se apuesta por los emprendedores, no por sus ideas. Apuestas por el jockey, no por el caballo. Ese es el espíritu antifrágil.

Para convertirse en un antifragilista hay que agradecer la vida sometida a estresores, a tensiones, a la complejidad, al caos. Lo contrario nos debilita

Viva el fracaso

Por tanto se deduce que lo antifrágil está teñido de fracasos. Para Taleb, eso no es un error, sino una necesidad. Su sueño es que se celebre cada año un Día del Emprendedor con el siguiente mensaje: "La mayoría de vosotros fracasaréis, seréis poco respetados, os empobreceréis, pero os agradecemos los riesgos que habéis corrido y los sacrificios que habéis hecho por el crecimiento económico del planeta y por librar a los demás de la pobreza. Os debemos nuestra antifragilidad".

Taleb aplica el término 'antifrágil' no solo a personas sino a las industrias, a las sociedades, a las costumbres y hasta los valores. Uno de los ejemplos más dramáticos (y cruel de verdad) es el de los aviones. Los accidentes aéreos suceden por practicar el fragilismo. Por confiar en que todo va a suceder según lo previsto. Es mejor que el piloto sea un pesimista, o como dice Taleb, un paranoico.

Además, los grandes accidentes aéreos han convertido a la industria aeronáutica en una industria antifrágil, porque a fuerza de catástrofes, se ha hecho mejor: más segura. Es decir, han luchado contra la incertidumbre adoptando lo que Taleb llama el 'haltera'.

Lo desfavorable y lo propicio

'Haltera' es el nombre que se da a la acción de levantar pesas con una barra. Taleb lo llama la estrategia de "reducir lo desfavorable y aumentar lo propicio". Y confía tanto en ella que él mismo es un fanfarrón levantador de pesas.

Cuenta Taleb que tras la crisis de 2008 mucha gente le tomó manía. Al parecer porque él se enriqueció con su método de bolsa. Le aconsejaron contratar guardaespaldas pero él hizo otra cosa. Buscar un entrenador personal y convertirse en un cachas. Y descubrió algo. Poco a poco iba superando su límite. "Cuando levanto un peso muerto con un haltera de 150 kilos y luego descanso puedo saber con seguridad que desarrollaré un poco mas de fuerza porque mi cuerpo predice que la próxima vez quizá deba levantar doscientos".

Al aplicar esa estrategia nos hacemos más y más antifrágiles. Mejoramos como especie dentro de la naturaleza.

Por cierto, ¿no les recuerda esto algo? ¿Acaso la misma teoría de la evolución?

[Volver a la primera parte: ¡Amad el desorden!]

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