Ni siquiera un fuerte crecimiento te da inmunidad, y si no que se lo pregunten a Argentina

  • La tercera economía de América Latina ha aumentado entre un 6,8 y un 9,1 por ciento en cada uno de los últimos 10 años, a excepción de 2009. Y aún así, las políticas de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner continúan siendo fuertemente criticadas por todos los flancos.
El control por los recursos naturales, el trasfondo de la disputa por las Malvinas
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Simeon Tegel, Lima (Perú) | GlobalPost

Si algo demuestra la historia reciente de Argentina es que un crecimiento fuerte no le otorga inmunidad al Gobierno frente a críticas implacables por su política económica.

La tercera economía de América Latina ha aumentado entre un 6,8 y un 9,1 por ciento en cada uno de los últimos 10 años, a excepción de 2009, cuando la crisis financiera global redujo su crecimiento a menos de un uno por ciento.

Dista mucho del desastre nacional vivido entre 1999 y 2002, cuando se devaluó la moneda y millones de argentinos se vieron de repente expulsados de la clase media, en medio de un desempleo galopante, con el mayor impago de deuda de la historia y revueltas populares letales.

Pero tras esos momentos oscuros, Argentina empezó a recuperar la mayor parte del terreno perdido hacia mediados de la primera década del siglo. Y desde entonces no ha mirado hacia atrás.

Su recuperación se ha basado en los altos precios de sus exportaciones agrícolas, una tasa de cambio competitiva, superávit comercial y disciplina fiscal, explica Andrés López, jefe del departamento de Economía de la Universidad de Buenos Aires.

Pero aún así las políticas de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y de su difunto marido, Néstor Kirchner (presidente entre 2003 y 2007), continúan siendo fuertemente criticadas por todos los flancos, desde el Fondo Monetario Internacional hasta los gobiernos de izquierdas vecinos.

Las críticas señalan la inflación galopante, el proteccionismo (un pecado mortal en la era de la globalización) e incluso al uso por parte del Gobierno de Fernández de estadísticas oficiales que la mayoría de observadores independientes simplemente no creen verosímiles.

Oficialmente la inflación de Argentina es del 9,7 por ciento, aunque muchos economistas independientes la sitúan más bien en torno al 20 por ciento.

El Gobierno ha reaccionado de manera furibunda contra dichas acusaciones, llegando a multar a algunos analistas por publicar cifras alternativas a las oficiales.

Eso, a su vez, ha generado la reacción de la Asociación Estadística Americana, entre otros, que acusan a la administración de Cristina Fernández de intentar intimidar a las voces disidentes.

"No hay duda de que las estadísticas oficiales de inflación están infravaloradas", asegura López.

La inflación no resulta sorprendente, dada la devaluación y subsiguientes políticas monetarias expansivas adoptadas por el gobierno Kirchner para reactivar el crecimiento tras la pesadilla económica que vivió el país al inicio del milenio.

Esas políticas han estado acompañadas de un aumento de los aranceles a las importaciones, incluyendo las del Mercosur, lo que generó quejas de Brasil, Paraguay y Uruguay, también miembros del bloque comercial.

El vicepresidente de Uruguay, Danilo Astori, ha acusado a Argentina de proteccionismo, y ha señalado que su aplicación de aranceles podría significar el fin de Mercosur.

Mientras tanto, López sostiene que la inflación está poniendo en peligro el crecimiento constante de Argentina, ya que implica un aumento en el coste de las nóminas, aumentando a su vez los precios de las exportaciones no agrícolas del país, que requieren mucha mano de obra.

La inflación alta también hace que las importaciones sean más competitivas en el mercado nacional, lo que explica el aumento de impuestos a los bienes extranjeros.

Aún así, Fernández, reelegida por amplia mayoría en Octubre, continúa siendo muy popular.

Aunque los argentinos todavía recuerdan con horror los episodios de hiperinflación del pasado, su mayor temor es volver al desempleo masivo.

Cuando Néstor Kirchner asumió el poder en 2003 el desempleo rondaba el 21 por ciento. Ahora está justo por debajo del 7 por ciento.

Los ciudadanos también agradecen la postura firme del Partido Peronista liderado por los Kirchner durante la renegociación de su enorme deuda nacional, que en 2005 pasó de 190.000 millones de dólares a 126.000 millones de dólares.  "No creo que haya ningún economista en Argentina que no crea que la renegociación de la deuda fue un gran éxito", asegura el profesor López.

Esas negociaciones enfrentaron abiertamente a Argentina con el FMI, en una pelea ideológica que contrapuso las doctrinas keynesianas de Kirchner de fuerte intervención estatal en la economía frente al planteamiento de libre mercado del FMI.

La relación realmente no se ha vuelto a recuperar del todo. Un miembro del FMI ha confirmado a GlobalPost que el fondo está cerrando su oficina en Buenos Aires por "razones presupuestarias", aunque continuará su "diálogo estrecho" con el gobierno argentino.

Ahora, con los funcionarios exigiendo un aumento salarial del 20 por ciento, el temor es que el periodo de crecimiento rápido de Argentina pueda estar llegando a su fin, debido en parte a que tiene una de las mayores tasas de inflación del mundo, digan lo que digan las estadísticas.

Muchos argentinos sólo esperan que la caída sea suave, y que no suponga un regreso a los ciclos vertiginosos que ya ha vivido el país, que gracias a sus exportaciones de carne y lana era una de las naciones más ricas del planeta a principios del siglo pasado y que antes de iniciar el nuevo milenio estaba hundida en el desastre económico.

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