OHL se da tres años para desprenderse de 270 millones de euros en 'activos tóxicos'

  • La firma admite que la venta de Concesiones a IFM ha sido "como cortarse los brazos", pero "hoy podemos decir que no debemos dinero a ningún banco"
Juan Villar Mir de Fuentes, presidente de OHL
Juan Villar Mir de Fuentes, presidente de OHL

"Iniciamos una nueva etapa que nace de dónde nacen las grandes oportunidades, de un momento crítico para la compañía, de una gran dificultad que estamos en el camino de superar". Con estas palabras certificó este miércoles el presidente de OHL, Juan Villar-Mir Fuentes, la 'desaparición' de la antigua OHL, el gigante de la construcción con presencia en 30 países, cinco líneas de negocio y un riesgo operacional y financiero que ha estado a punto de conducirla a su desaparición... La nueva OHL será más pequeña, mucho más pequeña - reducirá su estructura operativa a la mitad y activará su segundo ERE en dos años para reducir su plantilla en otras 150 personas - pero también más sana y más rentable. Ése, al menos, es el objetivo.

El primer paso hacia esa nueva compañía ha sido la venta de su negocio concesional al fondo IFM, que le ha proporcionado 2.158 millones de euros esenciales para salvar la compañía, pero que le ha abierto un agujero en las cuentas de 145 millones de euros que ha desencadenado una dura penalización de sus acciones en el mercado. "Los procesos de reestructuración tienen un coste, esto es así, solo pedimos a los inversores tengan un poco de paciencia porque nuestro negocio hoy ya se puede decir que es rentable", aseguró Juan Osuna, consejero delegado de la compañía.

Osuna reconoció de forma muy gráfica que la venta del poderoso negocio concesional de la compañía "ha sido como cortarse los brazos", pero también ha subrayado que era necesario para estabilizar la situación financiera de la sociedad y tener al menos la oportunidad de abrir esta segunda etapa. "Hoy podemos decir que no debemos ningún dinero a los bancos", resumió el consejero delegado de OHL.

El futuro más inmediato de la constructora pasa por un proceso de reestructuración a tres años, que servirá, según explicó este miércoles Osuna, para que la sociedad se desprenda de 270 millones de euros en 'activos tóxicos', proyectos que o bien no son rentables o bien están fuera del perímetro que la constructora ha definido como básico para la reconstrucción de la nueva OHL.

OHL ha redefinido su perímetro de actuación. A partir de ahora se centrará en construcción y en promoción de concesiones y reducirá su radio de acción geográfico a Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. Todo lo que esté fuera de ahí está en venta. Juan Osuna señaló, por ejemplo, que echarán el cierre a sus oficinas en el área de Asia Pacífico, que pondrán en venta sus proyectos inmobiliarios y que 'colocarán' lo antes posible su negocio industrial con un objetivo claro: reducir unos costes de estructura que se habían disparado con la estrategia de diversificación funcional y geográfica desarrollada por la compañía en los últimos años y que, según el actual equipo gestor, ha llevado a la sociedad a su actual situación.

En concreto, en los próximos tres años OHL considera crítico desprenderse de 270 millones de euros en activos tóxicos que la compañía ha aislado en lo que su consejero delegado definió como "una especie de banco malo". Ahí se contabilizan los 118 millones de euros que la constructora aún tiene por drenar de los llamados 'proyectos legacy', un puñado de apuestas fallidas de la constructora que han condicionado su desempeño y su balance durante el último lustro; otros 100 millones de euros de costes asociados a la sobredimensión de estructura que quiere resolver de aquí a 2020; y el conjunto del negocio industrial de la compañía, cuya resolución le costará unos 50 millones de euros.

280 millones de euros en ventas para financiar esa factura

El plan presentado este miércoles por la compañía prevé hacer frente a esa factura con desinversiones de activos no estratégicos, lo que viene a trasladar al mercado el mensaje de que esta reestructuración ni condicionará la actividad de la compañía, ni consumirá los recursos generados por ésta ni le obligará a solicitar financiación en el mercado. No sólo eso sino que dejará en caja un remanente de 10 millones de euros, porque la sociedad prevé obtener 280 millones de éstas operaciones.

La parte del león de este plan de desinversiones, de hecho, ya se ha sustanciado, porque proviene de la venta de los activos turísticos de OHL en Mayakobá que la sociedad completó el pasado mes de enero. De ahí saldrán 215 millones, mientras los 65 millones restantes se obtendrán de la venta de su filial checa especializada en producción de traviesas para líneas ferroviarias (ZPSV) y de otras operaciones menores cuyo detalle no especificó la compañía.

OHL calcula que tras estas desinversiones a la compañía le quedará todavía una reserva de valor que superará los 500 millones de euros, configurada por los 208 millones que prevé recuperar de los 'proyectos legacy' - eso sí esa recuperación podría prolongarse más allá de 2020 como estaba inicialmente previsto- y de otras inversiones 'no core' cuya venta gestionará para sacar los mayores beneficios.

La travesía debería conducir a 'limpiar' una tercera parte de la facturación actual de la compañía. Juan Osuna admitió ayer que de los 3,2 millones de euros que OHL facturó en 2017, solo 2,1 millones responden a la actividad que la compañía quiere mantener en el futuro. Osuna cree que en 2018 la facturación del nuevo núcleo de actividad se mantendrá más o menos en esa misma dimensión, aunque reconoció que el objetivo es duplicar esa facturación en el próximo trienio.

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