Pablo Alborán: "No tengo un ápice de divo"

  • Javier Herrero.

Javier Herrero.

Madrid, 11 nov.- Ni "alfombras rojas ni focos", aunque estas sean "una consecuencia maravillosa" de su fama, a Pablo Alborán lo que le gusta es saltar olas en su Málaga natal, con el pelo revuelto por el terral, ese aire cálido tan de allí que ha titulado un disco en el que intenta mostrarse tal cual es.

"No tengo un ápice de divo", asegura a Efe durante una entrevista en un entorno tan ajeno a ese comentario como el Teatro Real de Madrid, donde se presenta en loor de multitudes su tercer álbum de estudio, ante la expectativa de que con él reedite los prodigiosos registros de ventas previos.

Frente a "Pablo Alborán" (2010), "En acústico" (2010) y "Tanto" (2012), los cuales le convirtieron en el artista de mayor éxito en España de los últimos años, "Terral" nace desde una perspectiva distinta, con cambio de mánager, de compañía -Warner Music- y de productor.

"Necesitaba un parón previo para saber dónde estaba y de dónde vengo y para volver a componer desde la calma", cuenta Alborán, que reconoce que, "antes de grabar este disco, estaba muy seco, un poco saturado, no solo por el trabajo sino por todos esos cambios".

Refugiado en casa, rodeado de los suyos y viviendo una vida normal, fueron surgiendo canciones que eran como el viento que lo titula, "una brisa cálida que te envuelve".

Igual de tranquila que la composición, discurrió el proceso de grabación, en Los Angeles y junto al productor Eric Rosse, quien, como colaborador previo de artistas como Tori Amos, Chris Isaak y Maroon 5, pensó que podría entender las "influencias tan raras y dispares" que confluyen en su música.

"Supo percibir mi esencia mejor que yo mismo y no ha querido añadir nada más de lo necesario ni decorar", afirma el malagueño, que se ha atrevido a hacer cosas nuevas, como implicarse él mismo en la producción y grabar todos los pianos y guitarras en pos de la honestidad del sonido final.

El resultado es un disco más "órgánico" que, en opinión de su autor, se percibe más Alborán que nunca, a pesar de incluir cortes bailables como el single "Pasos de cero" o "Vívela".

"Si el disco tiene fiesta, es porque lo necesitaba, porque se corresponde con el momento en el que estoy ahora, de mucha positividad, buen rollo y ganas de disfrutar", explica.

Otros temas tienen una gran influencia latina, como "Quimera", que originalmente había escrito para Ricky Martin. "Decidí que tenía que estar en este álbum, pero no sin Ricky", cuenta, así que lo llamó y grabaron a dúo esta canción sobre su ideal romántico, que "el buen amor es el que hace equipo"

Del resto de los cortes, además del primer sencillo, "Por fin", destaca el que cierra la edición estándar, "Gracias", un mensaje dirigido a sus seguidores, en el que canta: "Tengo la suerte de saber quién me quiere y no me quiere, de saber que existe un lugar donde puedo volver si me hieren".

"Cuando eres un personaje público, querrías agradar a todo el mundo, y lo que he aprendido en este tiempo es que es imposible", defiende, antes de reconocer que, aunque se siente un "privilegiado" y entiende las consecuencias de la fama, hay situaciones que no le agradan, por ejemplo las injerencias en su esfera privada.

"Mi vida privada es mi vida privada, y yo soy responsable de lo que haga con ella. Lo que publico es mi música, y ahí está la barrera. No le dedico ni un minuto de mi tiempo, que se queda para las personas que están ahí, que no son públicas y que son mi gente, mi familia, mis amores o quien sea", defiende Alborán, un viento cálido que en breve volverá a soplar de gira por toda España. EFE

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