Emprendedores en el año 2020

La pandemia de la inflación peor que la de la Covid: sin vacuna y afecta a todos

Empresarios y autónomos que montaron o ampliaron sus negocios en pleno azote del SARS CoV-2 cuentan como les va dos años después en plena crisis de precios como consecuencia de la guerra de Ucrania.

Taberna
La pandemia de la inflación peor que la de la Covid: sin vacuna y afecta a todos.
Iñaki Etxarri

Alberto abrió su carnicería al público, en el barrio madrileño de Retiro, en plena pandemia. Nada más salir del confinamiento, en agosto de 2020, tras muchos años en el sector como trabajador asalariado decidió ponerse el mundo por montera y tirar para adelante como emprendedor autónomo. Casi dos años después ahí sigue, en su negocio, luchando “contra viento y marea”. Ahora echa la vista atrás y reconoce que “aquellos tiempos”, en el verano del 2020, “fueron duros”, pero “yo creo que la situación ahora es más complicada que hace dos años” y lanza su sentencia: “la pandemia de ahora, la de la crisis de precios y la inflación es más dura y dañina que la del coronavirus. Contra ésta, así lo parece, no hay vacuna que valga. Es una ‘enfermedad’ que nos afecta a todos”.

Es un axioma económico el que asegura que todo tiempo de crisis es, a su vez, un tiempo de oportunidad. Por hablar solo de España, la pandemia destruyó cientos de empresas y miles de puestos de trabajo, pero durante la misma también se crearon muchas empresas. En el primer semestre de 2021, por ejemplo, se constituyeron 43.124 sociedades, un 57,6% más que en el mismo periodo del 2020, pero también un crecimiento un 8,6% superior al registrado en el 2019. “Nada más salir del confinamiento se crearon empresas a un ritmo mayor que antes de la pandemia”, explica David Casas, director del máster de Emprendimiento e Innovación de EAE Business School. En cierto modo porque, como decía entonces, a mediados de 2021, Carlos Guallarte, profesor del departamento de Empresa de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) e investigador especializado en emprendimiento, “el aumento de la creación de empresas también pudo ser fruto de la escasez de ofertas de trabajo, lo que obligó a muchos a recurrir al autoempleo para ganarse la vida”.

Alberto Pavón, el carnicero de la calle Antonio Arias de Madrid, fue uno de ellos. “Recuerdo que cuando abrí era una situación muy dura. Salíamos de más de tres meses de confinamiento, había muerto mucha gente, nos enfrentábamos a algo desconocido... Pero yo notaba aquí en la carnicería, que había alegría para gastar y comprar comida. Ahora, sin embargo, la crisis se nota. Los precios se han elevado muchísimo. La gasolina, las materias primas... Y los sueldos no han crecido tanto y los clientes que vienen gastan menos. Si antes me compraban carne por valor de 100 euros a la semana ahora son 50 o 60. Pero es normal. Yo lo entiendo”.

Carnicería madrileña
Carnicería de Alberto Pavón, en la calle Antonio Arias de Madrid.

Iñaki Etxarri

Cuenta Alberto que “en origen”, los precios han subido “muchísimo donde yo compro”, en Mercamadrid. Uno de los mayores mercados mayoristas de Europa y verdadero pulmón económico del centro de España. Y donde, advierte: “están cerrando muchos mayoristas”, pero ese es otro asunto. “El tema de los precios es una vergüenza. Esta semana el pollo ha subido 25 céntimos el kilo; el cerdo también ha subido; la ternera se ha encarecido 2,5 euros el kilo y el cordero... El cordero está, bueno, disparado. No hay cordero. Yo he comprado esta semana a más de 16 euros el kilo de lechal. Más caro que en Navidad ¿Así, a cómo tengo que vender las chuletillas? ¿A 30 euros el kilo?”. La gente “viene y dice, ¿qué caro está? Pero qué voy a hacerle yo, ¿perder dinero?”

Y además la luz, “antes pagaba ciento y pico y la última factura ha sido de 229 euros. Y la gasolina, el gas, los impuestos...” Porque, explica Alberto, “yo este mes he pagado la renta, los seguros sociales, el IVA antes del día 20... En total más de 2.000 euros para Hacienda y la Seguridad Social. ¡Y no te despistes un mes en pagar! Nos están ahogando”. Y “en mi sector hablan de que de aquí a septiembre van a desaparecer un 30%-40% de carnicerías. Y que en septiembre nos preparemos porque los precios van a seguir subiendo”.

Raúl Rocha Madureira es un portugués, de Chaves, que lleva “27 años en Madrid”. No tantos como La Taberna de María-La Cruzada, en la calle Amnistía de Madrid, justo al lado del Palacio y el Teatro Real, que está considerada, “la tasca más antigua de Madrid, desde 1827”. En plena pandemia, cuando peor lo estaba pasando, por las restricciones y los cierres, el sector hostelero, Raúl tomó las riendas de ‘la tasca’ y aquí sigue “contento por haber podido superar la pandemia y trabajando mucho para poder sacar el negocio adelante”.

En este restaurante, donde uno puede degustar uno de los mejores y más premiados cocidos de Madrid, buena carne, un gran bacalao (como no puede ser menos en un local regentado por un nativo del país vecino), un buen menú del día a 12 euros entre semana y a 18 los fines de semana o, en fin, tomarse una cerveza perfectamente tirada, además de Raúl, el propietario del negocio, trabajan otras tres personas (dos cocineros y una camarera). “Todo está muy caro, casi cada día suben lo precios de las materias primas y yo no puedo subir lo que cobro por una cerveza cada semana a mis clientes porque me quedaría sin ellos. O sea que los márgenes bajan porque tengo tres empleados, paga seguros sociales, alquiler, luz, gas...” Raúl también coincide con nuestro carnicero Alberto: “estos tiempos son casi más complicados para los negocios que cuando estábamos en plena pandemia. Aunque en mi caso, al estar tan céntricos, en el Madrid histórico, se nota para bien, respecto a los dos años anteriores, que ya han vuelto los turistas, tantos nacionales como extranjeros, y eso para nosotros los hosteleros es un alivio”.

Pero Raúl lanza una queja respecto a otra complicación con la que se están encontrando buena parte de los emprendedores en general y hosteleros en particular: “es muy complicado lograr contratar camareros y cocineros capacitados. Además de los precios, el otro gran problema con el que nos estamos encontrando quienes regentamos un bar o restaurante es la mano de obra. Escasea y mucho”. Y no hay nada más que darse una vuelta por el centro de Madrid, cerca de María la Cruzada, para ver varios carteles pegados en cristaleras de bares, cafés y restaurantes: ‘Se necesita camarero/a con experiencia’; ‘Se necesita cocinera/o con experiencia’. Pero al final vuelve al gran problema: los precios. “Pago más de 1.000 euros de gas, lo acabo de hacer, 400 euros en barriles de cerveza cada cuatro días... Como los precios no se contengan...”

Y como en la realidad las experiencias vitales se entremezclan, al negocio de Raúl también le está afectando la guerra en Ucrania. Natalia trabaja como camarera en la tasca de María La Cruzada. Es ucraniana, aunque se vino hace ya “unos años” a trabajar a España. Cuando estalló el conflicto su hijo, apenas cumplidos los 18 años, “es un niño”, se fue al frente de voluntario a defender el territorio ucraniano a la zona caliente del Dombas. “Ahora está en peligro, luchando con un fusil contra los tanques y misiles rusos, en medio del fuego de las tropas rusas y de las mafias ucranianas que controlan la defensa de aquella región. Tengo mucho miedo por él”, dice Natalia, mientras sirve un par de vinos a dos ingleses que se encuentran de visita por Madrid.

Nerea Mendinueta, diseñadora de productos digitales y experiencia de usuario, Nadia de la Fuente, diseñadora industrial y Nicole Flamarique, Liderazgo, Emprendimiento e Innovación Internacional, Una en Pamplona, otra en Madrid y la tercera en Barcelona, son las creadoras de la app The Good Goal, que nació durante la pandemia, en Marzo de 2020, cuando ‘UXER School’ lanzó el reto internacional #COVID-19 CHALLENGE, y es ahí donde las cofundadoras “nos conocemos y comenzamos a sentar las bases de la idea”. El reto: ‘Cómo volver a la normalidad de una manera más sostenible’". A partir de ahí, todo el proyecto y la constitución de la Startup ha sido realizado de manera telemática, “ya que cada una de nosotras vive en distintas ciudades”, pero esto no ha supuesto una barrera y “ha ayudado a que estrechemos lazos como equipo”. El lanzamiento oficial de ‘The Good Goal App’ se produjo en junio de 2021. En un año han conseguido más de 60.000 descargas con más de 18.000 usuarios activos. 

Su proyecto nace de manera virtual y así sigue porque las tres cofundadoras de la empresa trabajan y viven en ciudades distintas. En su caso la pandemia ha traído consigo una “virtualidad” que ellas aprovechan y que da la impresión que ha venido para quedarse, el teletrabajo. “El teletrabajo nos ha ayudado a darle forma a nuestro negocio de una manera ágil y mucho más rápida que si estuviéramos trabajando de manera presencial”, coinciden. Y a pesar de su éxito, inciden en un tema que ellas han venido a solucionar, al menos en parte, pero sobre el que consideran que la sociedad no está totalmente concienciada. “Aunque existe una creciente concienciación medioambiental, especialmente entre la población más joven, existen algunas barreras a la hora de iniciar el cambio y adoptar hábitos sostenibles: dificultad para ver el impacto ambiental que tienen nuestras acciones, falta de información sobre prácticas sostenibles, poca motivación y mucho esfuerzo”.

‘The Good Goal’ ha llegado hasta aquí “sin apenas recursos económicos. Pero es cierto que necesitamos un empujón para seguir creciendo. Por eso estamos articulando nuestra primera ampliación de capital a través de una ronda de inversión que nos permita ampliar equipo e implementar una estrategia de marketing para llegar a nuestros objetivos”. Así, “anunciamos públicamente el lanzamiento de nuestra primera ronda de inversión que nos permitirá seguir creciendo y evolucionando. La ronda tiene como objetivo levantar 250.000 euros y estamos muy contentas de tener ya el 60% del capital cerrado”, insisten.

Juan Fernández puso en marcha en octubre de 2020 SOLME (Soluciones Metálicas), con un sistema patentado de electrificación y apertura y cierre mecanizado y automático de puertas, útil sobre todo para fincas urbanas, asociaciones, empresas, etc. Pero en estos meses de pandemia, con las comunidades de vecinos sin poder reunirse, las oficinas y empresas vacías con todo el mundo ‘teletrabajando’, ha hecho de todo y se ha ‘reinventado’: calderería, soldadura, cerrados de terrazas Covid... Lo ha pasado mal, “sin ayudas”, pero ahora ve que es el momento de expandirse. “No me arrepiento de haber dado el paso de emprender. Los sueños están para cumplirlos, pero hay que luchar por ellos”. Incluso en plena pandemia.

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