Panrico o la historia de un príncipe destronado

  • Con una competencia que pisa muy fuerte, una crisis económica que cuestiona el modelo productivo y mileuristas que ayer eran clientes y hoy no pueden permitírselo Panrico no ha querido ver lo que sus ventas cantaban a gritos: en cinco años han caído un 30 % y están a niveles de 1995.

Concha Rubio Bastida

Madrid, 4 oct.- Con una competencia que pisa muy fuerte, una crisis económica que cuestiona el modelo productivo y mileuristas que ayer eran clientes y hoy no pueden permitírselo Panrico no ha querido ver lo que sus ventas cantaban a gritos: en cinco años han caído un 30 % y están a niveles de 1995.

Es la historia de un príncipe destronado que, tras salir de manos de su fundador, la familia Costafreda ha escrito con aciertos y desaciertos una huida hacia adelante con cambios accionariales, desinversiones y compras de prestigiosas marcas que posteriormente fueron vendidas.

Panrico se ha dejado comer terreno -en tan solo diez años- por un competidor, Europastry, que vio una oportunidad en el mercado en 2002 con su berlina congelada, su propia versión del producto estrella de la compañía.

La ventaja de su competidor era el precio y el ahorro que suponía para bares y restaurantes el hecho de no tener mermas y poder descongelar en diez minutos el producto que calcula que venderá y reponerlo a medida que se consume.

El producto no es el mismo, cada uno con su fórmula, pero en la práctica Europatry ha hecho un "agujero" a "Donuts" comiéndole el 40 % de mercado en diez años.

La realidad es que Panrico vende hoy 500 millones de "Donuts" -lleva en este negocio desde 1962- y Europastry, 400 millones de "Dots", y los hace desde 2002.

Pero Panrico también ha puesto o quitado su granito de arena; su historia en la última década ha sido un ir y venir de ideas y estrategias que no han cuajado, y que más que atajar el problema lo han enquistado, según fuentes del sector.

La expansión a China y Grecia en 1997 y 2000, respectivamente, realizada por la familia Costafreda, se saldó en 2006 con su venta y salida de estos países y la vuelta al mercado peninsular; lo que supuso también el desmantelamiento de la red exportadora que suministraba a países como Francia, Italia, Reino Unido, Países Bajos e incluso Australia.

Dos años después, con Apax Partners como accionista, decide comprar a Kraft Food el negocio de las galletas Artiach, con marcas reconocidas como Chiquilin, Filipinos, Artinata y Princesa.

Por el camino, Panrico quiere ir a más y puja por hacerse con la marca Cuétara, pero en esta batalla le gana Nutrexpa.

Cuatro años después de comprar las marcas de Artiach se produce un nuevo giro en Panrico y, cuando la firma cumple su 50 aniversario, vende este negocio de galletas a Nutrexpa.

Los cantos de sirena de duplicar su facturación en 2012, hasta los mil millones, y sacarla a bolsa, de quien fuera uno de sus consejeros delegados, Joan Cornudella, quedó en eso, simples cantos: ni se duplicaron las ventas, ni salió a bolsa.

Ahora con un nuevo accionista, el fondo estadounidense de inversión Oaktree y de la mano de su consejero delegado, Carlos Gila, la empresa tiene que escribir su nueva historia, pactar su futuro y asumir los sacrificios que conllevará si quiere seguir en el mercado.

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