La pandemia se extiende

La paradoja americana: sanidad en crisis y con más UCI y respiradores que Europa

La paradoja americana: sanidad en crisis pero con más UCI y ventiladores que la UE
La paradoja americana: sanidad en crisis pero con más UCI y ventiladores que la UE
Nerea Bilbao

Estados Unidos ya está en pleno foco de la pandemia a causa del coronavirus. Es el país con más infectados y la experiencia de curvas y datos en otros países vaticinan que, con sus más de 325 millones de habitantes, pronto superará también en fallecidos a Italia, España y China; por ahora, las tres naciones más afectadas en mortalidad. Con una política de contención errática y dispersa, debido al problema de que cada Estado tiene amplias potestades legislativas y a las distintas fases ciclotímicas que ha sufrido la Casa Blanca con esta crisis, el país se pregunta si su sanidad está preparada para encajar el mandoble del Covid-19.

La respuesta es no. Al menos, si se cruzan cifras de recursos disponibles con proyecciones de expansión del brote. Aunque ningún país soporta esa doble variante diabólica, tal y como se está comprobando. Eso sí, el país de las barras y estrellas arrastra otros problemas que solo pueden agravar la situación. El principal, un modelo de sanidad privada al que, cuando todavía se hablaba de casos aislados alrededor de Seattle y alguno en Nueva York, se le acusaba de esconder las cifras por el elevado coste que suponía hacerse la prueba del coronavirus.

Casi desde el arranque de la crisis, el presidente Donald Trump prometió que nadie se quedaría sin su test por falta de recursos, y ha encadenado anuncios de medidas multimillonarias desde entonces, con la Reserva Federal americana tomando decisiones en paralelo para intentar reactivar la economía. La sombra de las elecciones en noviembre, con unos demócratas que han convertido la cuestión sanitaria en asunto principal de la precampaña es demasiado larga y pesada. Solo la estadística a posteriori demostrará si eso fue cierto.

No obstante, en el propio modelo se encuentra la aparente paradoja de la defensa frente a la enfermedad. No hay país del primer mundo con mayores medios en cuanto a camas de pacientes críticos y ventiladores disponibles. De lo primero, y según las cifras de la asociación nacional de cuidados intensivos, Estados Unidos dispone de 34,7 camas de UCI por cada 100.000 habitantes, más del triple que la media española, que se queda en el 9,7 según los últimos cálculos previos a la proliferación de hospitales y carpas de emergencia.

Tal y como se apunta desde este artículo a cuenta del modelo de la sanidad navarra, el problema del modelo americano es de base, ya que al no destinar casi nada a atención primaria (por su sistema de seguros privados) debe equipar a sus hospitales directamente para la hospitalización y, por ello, se disparan los costes generales. También, claro, hay más camas y maquinaria.  

En el entorno europeo, tal como apuntan los datos oficiales de la UE, solo Alemania se acerca a este nivel de preparación, con 29,2 plazas de urgencias por cada 100.000 personas. Italia, con 12,5; o Francia, con 11,6, se encuentran ya varios escalones por debajo en capacidad previa. China, a todo esto, apenas cuenta con 3,6 camas oficiales… pero también construyen hospitales de 1.000 plazas en dos días.

Las diferencias entre Estados Unidos y Europa se acortan en cuanto a los respiradores, la máquina clínica más codiciada por medio mundo en estos momentos. El país más poderoso del mundo dispone de más de 62.000 aparatos que se traducen en casi 19 por cada 100.000 habitantes. A ellos hay que sumar, según un reciente informe de la John Hopkins, otros 98.000 que podrían incorporarse desde diferentes instituciones y centros (incluyendo servicios sanitarios de las Fuerzas Armadas). En total, unos 160.000 respiradores.

La comparación de estas cifras con Europa se complica. Hay datos de Italia, que apuntan a menos de nueve respiradores por cada 100.000 personas; o del Reino Unido, con 13. En España no hay cifras nacionales. Lo máximo a lo que se ha llegado es a una estimación de en torno 2.500 aparatos, según un informe reciente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (junto con su análoga de enfermería), pero que advierte de que solo recoge un 59% de los centros nacionales así como de la imposibilidad de hacer una regla de tres con el 40% restante porque no todos los centros disponen de medios equiparables y la encuesta solo recogía máquinas en unidades de cuidados intensivos (puede haber más en el resto de plantas). 

Precisamente, y antes del fiasco en torno a los test rápidos que no detectan adecuadamente la enfermedad, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, había anunciado que el Gobierno había puesto en marcha la compra de cerca de un millar de respiradores en el marco de un paquete global de material sanitario (mascarillas y más test) de poco más de 400 millones que, tras el Consejo de Ministros de este viernes, se ha ampliado a un total de 578 millones sin aclarar si ese incremento incorpora nuevos aparatos respiratorios. 

Lo más cerca a una cifra sin asteriscos, sin embargo, se puede encontrar en los 1.500 respiradores que la Junta de Andalucía ha asegurado tener disponibles, lo que supone una tasa de 18, cerca de los 19 de Estados Unidos antes de sumar los 98.000 de reserva. La propia comunidad andaluza ha anunciado a su vez un acuerdo con la Universidad de Málaga para fabricar de manera inmediata respiradores propios.

En esa batalla, en la fabricación por sus propios medios de respiradores, anda igualmente Estados Unidos. La Casa Blanca sabe que necesita muchos más aparatos de manera inmediata. Un estudio del Departamento de Salud estimó que, a poco que la pandemia actual se asemeje a la gripe de 1918, cerca de 800.000 pacientes necesitarán respiración asistida. Esas mismas estimaciones llevan hasta 10 millones los posibles enfermos que necesitarán de asistencia hospitalaria. Todo ello, en cualquier caso, en un escenario similar al de 1918.

Por lo que todos se ponen en lo peor. Los Estados han iniciado una carrera, tal y como sucede en España con las autonomías, por hacerse con ventiladores. La Administración Trump se ha precipitado incluso con el anuncio de impactantes acuerdos que al final no han cuajado. El más sonado se supo a mediados de semana, cuando parecía haberse cerrado con la General Motors y Ventec Life Systems un acuerdo de 1.000 millones de dólares para la fabricación de 80.000 máquinas. 

Sin embargo, como cuenta The New York Times, el Gobierno no vio tan claro gastarse ese dineral sin garantías de que se iba a lograr una producción inmediata. Lo que parecía que iban a ser 20.000 unidades a corto plazo se rebajó a 7.500... y tampoco estaba clara esa cantidad. Además, el acuerdo exigía adelantar cientos de millones a la empresa automovilística para que adaptara su planta de Kokomo, en Indiana, para esta producción. Finalmente, la agencia que se encarga de las emergencias, la FEMA, aconsejó estudiar otras alternativas, entre ellas, recurrir a la potencia militar.

Este mismo viernes, Trump ha dejado en evidencia a la General Motors y a Ford y ha dado las cifras reales de por qué no se llegó a un acuerdo durante esta misma semana. La General Motors apenas era capaz de hacer 6.000 aparatos y le subía el precio cada dos por tres. Más allá del enfado vía redes sociales, amaga con aplicar una ley de Producción de Defensa, una norma de 1950 por la que 'se interviene' en la industria para que colaboren en "el esfuerzo de guerra".  

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