Se acabó la fiesta, pero no por sorpresa. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha confirmado hoy lo que los analistas vienen adelantando desde principios de este verano: el mercado laboral ha echado el freno. La Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre arroja 183.900 nuevos ocupados entre julio y septiembre, 52.000 menos de los registrados en el mismo periodo del año pasado y el menor incremento del empleo en este periodo desde el año 2015. Peor resultado ofrece el dato de paro: hay 164.100 desempleados menos que en el segundo trimestre, el ritmo más bajo de caída desde el año 2013, en plena crisis económica.
Se sigue creando empleo, sí, pero menos. La economía española está condenada a la ralentización, algo que el Gobierno se ha esforzado en explicar en los últimos meses, poniendo la tirita antes de la herida, a la vista de las cifras que iban registrando el Sepe y la Seguridad Social. Un paliativo que, sin embargo, no disfraza la peor EPA del verano de los últimos cinco años. Es, además, la primera encuesta completa bajo el mando del Ejecutivo socialista.
Recordemos que, apenas un mes después de su aterrizaje en la Moncloa, Pedro Sánchez recibía una EPA, la del segundo trimestre, que batió todos los récords en creación de empleo. Era la última de Mariano Rajoy. Fue a partir de entonces cuando los indicadores empezaron a mostrar evidentes síntomas de debilidad (la caída en las llegadas de turistas extranjeros, el frenazo en las ventas del comercio minorista, la rebaja en los índices de confianza... y la propia ralentización del PIB).
El reciente cambio de Gobierno, no obstante, difícilmente influye en esta Estadística. Como recuerda el economista Javier Santacruz, el empleo es un indicador procíclico, que va con un par de trimestres de decalaje respecto al PIB. El parón ha llegado ahora, y amenaza a Sánchez, en un momento en el que debe exhibir músculo económico para ofrecer garantías a Bruselas ante las dudas que presentan las autoridades europeas sobre el proyecto presupuestario español. Europa no olvida que España sigue siendo el país con más paro de la eurozona, solo por detrás de Grecia.
Y ello a pesar de que la tasa de paro bajó en el tercer trimestre al 14,55%, el menor nivel en la última década, hasta dejar 3.326.000 parados, a la vez que el total de ocupados alcanzó las 19.528.000 personas, su mayor registro desde el cuarto trimestre de 2008. Mientras, la tasa de actividad se moderó levemente, hasta el 58,7%, tras aumentar el número de activos en 19.800 personas entre julio y septiembre.
Como viene siendo habitual en esta época estival, la ocupación sube con fuerza en los Servicios, con 210.200 trabajadores más, y lo hace levemente en la Construcción (24.900) y la Industria (2.800 más). Por el contrario, desciende en la Agricultura, que fulmina 54.000 empleos. Al mismo tiempo, del otro lado del mercado, el desempleo se reduce este trimestre en los Servicios (58.600 parados menos) y en la Industria (–2.000). En cambio, aumenta en la Construcción en 9.300 y en la Agricultura en 7.800.
También se cumple este verano otro clásico del mercado laboral español, marcado por la fuerte temporalidad. El número de asalariados se incrementó entre julio y septiembre en 176.300 personas (+1,1%), concentrándose este aumento en los asalariados con contrato temporal, que subieron en 151.000 (+3,4%), frente a un repunte de los contratos indefinidos de sólo 25.300, un 0,2% más que en el trimestre anterior.
Respecto al desempleo juvenil, el número de jóvenes en paro menores de 25 años subió en 6.100 personas en el tercer trimestre del año, pero la tasa de paro de este colectivo se redujo hasta el 33%, frente al 34,6% del trimestre anterior y el 35,9% de hace un año, debido únicamente a la evolución de la actividad.
Y otro dato importante en la estadística del INE: los hogares con todos sus miembros en paro bajaron en 29.500 este verano, hasta situarse en 1.083.700, su cifra más baja desde el primer trimestre de 2009.
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