En la cola del paro: "Prefiero cobrar 900 euros que aceptar un trabajo 'low cost'"

OFICINA PARO
OFICINA PARO

En la cola del paro hay más de tres millones de personas. Hasta 3.065.804 casos particulares que poco o nada tienen que ver unos con otros, más allá de su situación de inscritos en las oficinas de los servicios públicos de empleo, el antiguo Inem. En torno al 60% de ellos perciben una prestación que roza de media los 800 euros. Y muchos prefieren cobrar esa paga pública que aceptar empleos precarios que ofrecen trabajos a media jornada por salarios inferiores a lo que les garantiza el Estado por su condición de desempleados, aunque sea por unos meses.

"Llevo cinco meses sin trabajar y cobro de paro 960 euros", explica R. G. Preguntado por si en este tiempo ha recibido ofertas de trabajo, cuenta que acudió a una entrevista en un almacén en el que le ofrecían 900 euros brutos y un contrato a jornada completa. "Después me llamaron de varios sitios, pero pregunté el tipo de jornada y en la mayoría de los casos eran parciales, o para fines de semana y festivos, días sueltos... o sueldos que no llegaban a 1.000 euros brutos al mes", relata este joven de 33 años desde la puerta de una oficina del Sepe en Madrid. Y zanja: "Prefiero cobrar 900 euros de paro que aceptar un trabajo 'low cost'".

Es martes, 3 de septiembre, y el Ministerio de Trabajo acaba de dar a conocer los datos de empleo del pasado mes de agosto. El balance no es bueno: hay 54.371 parados más y 212.984 afiliados menos. A las puertas de la oficina de empleo, la noticia se recibe con cierta inquietud. "Otros 50.000 a la cola", comenta uno. "Cómo se nota que se ha acabado el verano", dice otro. Que suba el paro nunca es una buena señal, menos en un momento en el que la economía empieza a renquear y hay más incertidumbres que certezas sobre el futuro más próximo.

"Yo he agotado en cuatro meses la prestación de 760 euros y he venido a solicitar el subsidio para mayores de 52 años", explica J. R. Hasta quedarse en el paro se dedicaba a los estudios de mercado, estuvo empleado como fijo-discontinuo durante "una pila de años" y ahora espera una oferta de trabajo que "merezca la pena". "Tengo 52 años y un alquiler que pagar, no puedo aceptar un trabajo por menos de lo que cobro aquí", zanja.

J. R. asegura que nunca ha recibido una oferta de trabajo del servicio público de empleo. Caso distinto es el de M. M. Esta publicista de 27 años lleva en el paro desde el pasado mes de febrero. Hasta ahora cobraba una prestación de 820 euros cuya cuantía ha visto reducida desde agosto al haber superado los seis meses como beneficiaria. "A la semana de quedarme sin trabajo me ofrecieron un contrato en prácticas por 600 euros, en aquel momento no lo cogí porque pensaba que llegarían ofertas mejores, de paro cobraba 200 euros más, vivo sola y tenía que hacer frente a muchos gastos...", explica. Ahora reconoce que lo aceptaría: "En la situación actual me pondría a trabajar de lo que sea".

La eficacia del Sepe, en entredicho

La experiencia de M. M. con los servicios públicos de empleo es más que satisfactoria. Asegura no tener "ninguna queja", recibe ofertas de trabajo pero "no ha habido suerte" y está realizando un curso a cargo del Sepe "muy interesante y gratuito". Pero esta no es una opinión compartida en la cola del paro. La eficacia de estas oficinas a la hora de colocar a los desempleados ha sido desde siempre cuestionada. "Este organismo no está preparado para buscar trabajo a nadie", critica José Luis Álvarez, que actualmente percibe el subsidio para mayores de 52 años.

José Luis agotó una prestación de más de 800 euros a los seis meses de que el sector audiovisual le mandase al paro. Denuncia que el Sepe es "un mero tramitador de papeles", que las oficinas están plagadas de "ofertas de mierda en el 99,9% de los casos" y que las que recibe vía sms no encajan en absoluto con su perfil. "Me envían ofertas para conducir camiones en Dinamarca cuando no tengo ni el carné", satiriza mientras busca los mensajes en su teléfono móvil: "Conductores de autobús para Noruega" o "repartidores de periódicos para Dinamarca" son algunas de las ofertas que aparecen en la conversación abierta con el Sepe.

Eso sí, "en el momento que me llamen de una oferta que me encaje, voy". José Luis tiene claro que es mejor incorporarse al mercado laboral que estar en paro: "Prefiero ganar menos y cotizar a la Seguridad Social estando en activo", enfatiza. No opina igual su hermano Javier, que le acompaña esta mañana a la oficina del Sepe. Es camarero de profesión y le llaman "de vez en cuando" de un bar cercano. Asegura que no ha recibido ninguna oferta de empleo de la oficina, pero a pesar de cobrar 430 euros de subsidio dice que, afortunadamente, no le falta para comer.

Larga espera para conseguir cita

Por la oficina han pasado esta mañana todo tipo de perfiles. No es, ni mucho menos, una de las más concurridas de la capital. Dentro se cuentan una docena de mesas, pero apenas atienden en cuatro de ellas. La cola del paro no es tal, no existe. Unos pocos esperan su turno sentados en el interior. "Hay muy poca gente trabajando porque muchos todavía están de vacaciones", comenta el vigilante de seguridad. Una escasez de personal que critican muchos a su salida, porque pidieron cita hace más de un mes y no se la asignaron hasta hoy. 

Sin ir más lejos, los hermanos Álvarez solicitaron la cita el pasado 31 de julio. El mismo día la pidió M. C., un perfil de parada un tanto peculiar, porque llegó a un acuerdo apalabrado con su empresa para darse de baja durante el mes de agosto. "Tengo un contrato fijo-discontinuo y siempre lo hacemos así, les viene bien a ellos y también a mí, que así puedo estar con mi hija en vacaciones", comenta esta trabajadora que ahora en septiembre ya se ha incorporado de nuevo a su puesto. Un caso que suena a lo que sucede en el sector de la educación con los profesores, que son despedidos en verano para ser dados de alta con la vuelta al cole. 

La larga espera para tramitar las citas o la ineficacia a la hora de dar una salida laboral a los desempleados inscritos en las oficinas de empleo son algunas de las quejas más repetidas en la cola del paro. También hay miedo. Muchos de los que ahora pasan por aquí lo han estado antes en algún momento, y algunos coincidieron en el tiempo con lo peor de la crisis económica. En esta mañana se respira cierta tensión. "Que haya más paro es muy mala señal", comenta uno de los parados que espera a ser atendido. Los tambores de crisis han empezado a sonar cuando el paro todavía tiene a la cola a más de tres millones de personas. Y eso preocupa.

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