¿Llega tarde la respuesta de los grandes bancos centrales a una inflación desbocada desde hace meses? ¿Provocarán las subidas de tipos aceleradas una nueva recesión? ¿Y si el incremento del precio del dinero no puede acabar con la subida de los precios y termina por quebrar la economía? ¿Es suficiente el nuevo mecanismo anticrisis de deuda que prepara el Banco Central Europeo? ¿Hay que exigir ajustes o una senda de consolidación fiscal a los países que vayan a adherirse a él? Estas y otras cuestiones suscita el movimiento reciente de los emisores a nivel mundial tratando de hacer frente a la escalada de los precios sin dañar a unas economías ampliamente dependientes de los estímulos monetarios y fiscales.
La Reserva Federal estadounidense ha pisado el acelerador en junio con la mayor subida de tipos desde el año 1994 (de 75 puntos básicos hasta un rango entre el 1,5% y el 1,75%). Además, la entidad que preside Jerome Powell ha avanzado en la retirada del oxígeno que ha supuesto su bazuca monetario contra la crisis. Todo, con el objetivo de contener la inflación: es un manguerazo de agua fría para una economía sobrecalentada y prácticamente con pleno empleo.
La situación en la zona euro no es exactamente la misma, puesto que la inflación viene motivada sobre todo por el lado de los costes (no tanto por la demanda) y hay, además, diferencias notables entre países en lo que a la situación del mercado laboral se refiere... pero ¿Hasta qué punto ese movimiento más agresivo de la Fed obliga al Banco Central Europeo a ser también más contundente en su respuesta a la crisis? Sobre ello reflexionan en 'La Información' Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas y catedrático de la Universidad de Granada, y Pablo Gil, estratega de mercados de XTB.
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