Popular, un banco bajo los focos muy a su pesar

  • La entidad presidida por Ángel Ron presenta mañana unas cuentas cruciales para recuperar, o no, la tranquilidad del banco, asediado por los inversores bajistas, los constantes rumores de una operación corporativa y el impacto del sector inmobiliario.
Enrique Utrera

Muy a su pesar, Popular es un banco bajo los focos. O mejor dicho, bajo todos los focos, porque en el sistema financiero español no se libra ni el tato de un seguimiento estrecho, aunque en el caso del banco que nos ocupa es milimétrico.

La entidad con el mejor ratio de eficiencia de la banca española vive, sin embargo, bajo el atento escrutinio de unos competidores que intuyen que lo peor no ha pasado, de los inversores más especulativos que no cejan en sus apuestas bajistas, y de los analistas, que saben que ningún otro banco español ha sufrido y sufre más el colapso inmobiliario que el que preside Ángel Ron.

Popular presenta mañana los resultados definitivos de 2009, un día antes que BBVA y dos días después de Sabadell. Las cifras dirán si, como aseguró en octubre el director general de la entidad, Jacobo González Robatto, lo peor ha pasado ya.

Dicho de otra forma, si la morosidad no supera el 5,5% que la entidad estableció como techo para el pasado ejercicio, si el banco no chirría si el ladrillo ha forzado la realización de provisiones por encima de sus estimaciones, y si es capaz de mantener los márgenes de crédito que hasta septiembre mejoraban un 11,6%. En juego está el modelo de banco de cuya 'superioridad' sigue alardeando la cúpula del grupo.

La de Popular es una realidad llena de contrastes. Con las cuentas del tercer trimestre en la mano, desde el banco se aseguraba que más de la mitad de la morosidad–de alrededor de 2.500 millones de euros- estaba cubierta con garantía y el resto respaldada por provisiones. Y también que tras la ampliación de capital por sorpresa de septiembre del año pasado y la emisión de bonos canjeables de octubre –1.200 millones en total- la entidad está preparada para aguantar hasta un año un nuevo colapso del sistema financiero. Desde luego lo parece con un ratio de eficiencia del 29,06% sin parangón entre sus competidores.

Pero el mercado se cura en salud. Los números fríos dicen que hasta septiembre de 2009 el beneficio del banco cayó un 32,1% hasta los 651 millones de euros y que la cobertura de los créditos fallidos se redujo desde el 85% hasta el 45%. Unas cifras que hasta ahora han pesado más que el crecimiento de un 23,6% de los depósitos de clientes, del 4,7% del crédito a la clientela o del esfuerzo en la reducción de costes, de un 2%.

La realidad dice que los inversores más especulativos, los hedge fund, siguen apostando por una caída del valor en una estrategia que también afecta al resto de las entidades medianas en un año, este de 2010, decisivo para ellas.

La acción del banco, que se ha beneficiado en la primera semana de enero de las compras que permitieron a BNP Paribas superar –entre la participación propia y la de terceros- el 3% del capital, tiene sin embargo 187 millones de acciones prestadas, el 14% del capital. Entre ellas, por cierto, una parte del paquete del banco galo.

La cifra total es enorme, máxime si se tiene en cuenta que supera a los títulos prestados el pasado mes de septiembre. Entonces, las especulaciones sobre el objetivo de una ampliación de capital con la que nadie contaba –las conclusiones iban desde la presunta debilidad del banco hasta la posibilidad de realizar operaciones corporativas- tiró a la baja la cotización casi un 5% en un sólo día y disparó las posiciones cortas un 8% hasta los 172 millones.

Sigue por lo tanto Popular bajo los focos, ¡y cómo! Uno de los objetivo del equipo directivo -recuerden la salida del consejero delegado, Roberto Higuera, el año pasado, tras pilotar una de las etapas más duras en la historia del banco- debe ser recuperar la tranquilidad. Es decir, que el banco deje ser un objetivo para los francotiradores de los mercados.

Los resultados de mañana no son susceptibles de cambiar las cosas de un plumazo, pero sí de rebajar o aumentar sustancialmente la presión sobre el valor. Presión doble también para Ron, que asume en solitario la responsabilidad de las cuentas tras salida de Higuera.

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