¿Por qué siempre hay más empleo temporal en España?

Europa quiere trabajar más horas: crece el número de personas 'infraempleadas'
Europa quiere trabajar más horas: crece el número de personas 'infraempleadas'

Desde hace un año en España se crea empleo neto. Sin embargo, cuando se conocen los datos mensuales de afiliados a la Seguridad Social o cuando cada tres meses se publica una nueva EPA, lejos de celebrar, por fin, la generación de nuevos puestos de trabajo y la reducción de las históricas lista del paro, sindicatos y no pocas voces señalan la precariedad y eventualidad del nuevo empleo que nuestras empresas están comenzando a recuperar.

Pero la elevada tasa de temporalidad de nuestro país no es algo propio de la crisis, ni un nuevo fenómeno en nuestro mercado de trabajo. ¿Por qué España se distingue siempre por tener una alta proporción de empleo eventual?

Nuestra economía alcanzó en el año 1995 su máximo nivel de trabajadores temporales en proporción al número total de ocupados del país. En aquel año 35 de cada 100 personas empleadas en nuestro país lo era de forma eventual.

Durante más de una década esta excesiva temporalidad en el trabajo que se generaba en nuestro país, muy superior a la media europea, se mantuvo sostenidamente en tasas superiores al 30%.

En 2006, año en que comenzó un progresivo descenso, que se mantiene en nuestros días, el porcentaje de contratados temporales respecto al total de ocupados del país fue del 34,1%.

Desde entonces, la tasa de temporalidad de nuestro mercado de trabajo se ha visto reducida año a año, hasta situarse en la última EPA del primer trimestre de año, publicada la pasada semana, en el 23,6%.

Cambio de tendencia

¿Un cambio de tendencia? Ateniéndose a los números, sí, pero las causas de esta mejora no parecen nada esperanzadoras según los analistas del mercado de trabajo. Se debe, explican, sobre todo a la destrucción masiva de puestos de trabajo en el sector de la construcción, que había alcanzado un nivel de actividad desproporcionado en nuestra economía, circunstancia que como ha sido repetido en una y otra ocasión, fue uno de los causantes del declive económico, especialmente en materia de empleo, en el que se mueve nuestro país desde hace ya casi ocho años.

No obstante, más allá de los ciclos económicos, España siempre ha mantenido un nivel de temporalidad en el empleo muy superior a los países de su entorno. Cuando en 1995 se alcanzó el récord de temporalidad en nuestra historia reciente, con una tasa de eventuales del 35%, la Comunidad Económica Europea, por aquel entonces con 12 Estados miembros, presentaba un infinitamente inferior nivel de temporalidad: el 11,6%.

Las potencias europeas, como Francia, Alemania y Reino Unido, tenían una temporalidad también muy por debajo d la española: 12%, 10% y 7%, respectivamente.

Once años después, cuando España seguía teniendo un porcentaje de contratados temporales del 34,1% en plena etapa de expansión económica, la media europea era del 15%, mientras que Alemania y Francia estaban en ese mismo entorno del 14-15% y Reino Unido no llegaba al 6%.La explicación de la temporalidad

¿Cómo se explica?¿Sólo por el peso de la construcción u otras actividades con elevada estacionalidad como el turismo o la hostelería? Sin duda, la denominada estacionalidad, el protagonismo en nuestro mercado de trabajo de sectores con ciclos de actividad muy distintos a lo largo del año, como el turismo o la hostelería, o el peso de actividades como la construcción que son grandes generadoras de empleo temporal, seguramente tenga una parte de la culpa de la alta tasa de temporalidad en nuestro país.

Pero los estudiosos que han llevado a cabo análisis históricos sobre esta particularidad de nuestra economía y no pocos economistas, empresarios y empresas intermediadores en materia de empleo, coinciden en señalar que es más importantes aún otra característica de nuestro mercado de trabajo a la hora de explicar el alto porcentaje de contrataciones temporales. Y no es otro que la rigidez de nuestro mercado laboral, la falta de herramientas para los empleadores a la hora de adaptar el coste de sus plantillas a los ciclos económicos, la escasez de opciones más allá de los recortes de personal a la hora de adecuar sus costes laborales a nuevas circunstancias del mercado cuando las cosas comienzan a ponerse feas. O muy feas, como en la actual crisis.

Aunque las organizaciones sindicales insisten en subrayar la falta de estabilidad en el empleo como una causa de precarización de las condiciones de trabajo y como un freno a la recuperación económica por sus efectos sobre el consumo y la actividad, los empleadores coinciden al denunciar las rigideces históricas que han caracterizado a nuestro marco de relaciones laborales históricamente.

Según esta corriente de opinión, los empresarios de nuestro país han carecido siempre, algo corregido si no completamente al menos en buena medida tras la última reforma laboral, de instrumentos para poder flexibilizar el trabajo y adaptar los costes de personal a los vaivenes de las fases económicas expansivas o depresivas. Ante la falta de alternativas, los ajustes se han hecho siempre vía despidos y reestructuraciones de plantilla. Pero antes las escasas opciones para la movilidad geográfica o funcional dentro de las compañías, o para reducir los salarios, la alternativa ha sido la del recorte de plantilla. Y, evidentemente, siempre ha sido mucho más barato y sencillo hacerlo con los empleados temporales que con los fijos.

Sin ir más lejos, desde 2008, en España se han perdido 1,7 millones de asalariados temporales, mientras que la reducción de asalariados indefinidos ha sido de 900.000.

Esto explica que se hable de la famosa dualidad del mercado de trabajo español. Con unos trabajadores indefinidos que contaban con un elevado nivel de protección y unos eventuales muchos más desprotegidos. De ahí que organismos internacionales como la OCDE vengan señalando la conveniencia de que nuestro país reduzca la diferencia en cuanto a protección en el empleo entre ambos colectivos.Destrucción de empleo

Quizá esta circunstancia sea lo que explique también que en todas las crisis económicas de las últimas décadas España sea, con gran diferencia, el país europeo en el que más empleo se destruye.

Con una tasa de paro aún en el 23,78% y casi 5 millones y medio de desempleados según la última EPA, ¿cuál debe ser la prioridad de un país, ser capaz de generar cada vez más empleos aunque sean eventuales o con menor nivel de protección o empeñarse en impedir que los indefinidos puedan ser despedidos cuando una empresa atraviesa circunstancias adversas?

La historia demuestra que el encarecimiento del despido o las trabas normativas no impiden la pérdida masiva de empleos para que los empleadores, generadores de puestos de trabajo en una economía liberalizada, puedan adaptarse a las circunstancias antes de echar el cierre.

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