Lisboa, 19 jun.- Portugal logró colocar hoy 1.500 millones de euros de deuda pública en el mercado, el máximo de su emisión, aunque para ello tuvo que pagar una tasa de interés ligeramente superior a los últimos precedentes.
El Tesoro luso vendió 1.050 millones de euros en bonos a 18 meses con una rentabilidad del 1,6 %, una décima más que en marzo, y otros 450 millones de euros en títulos a seis meses a cambio de una penalización del 1,04 %, dos décimas más que hace apenas un mes.
Este aumento de los intereses era ya esperado por los analistas, que lo atribuyen al incremento generalizado de la presión que ejercen los mercados en las últimas semanas sobre los países europeos con problemas de deuda.
Los inversores parecen preocupados por las reticencias tanto del Banco Central Europeo como de la Reserva Federal estadounidense a aprobar nuevas medidas de estímulo a la economía.
Pese al incremento de los intereses, la demanda por los títulos puestos hoy en el mercado por el Tesoro portugués superó claramente a la oferta, duplicándola en el caso de los bonos a 18 meses y multiplicándola por 2,5 en el caso de los títulos a seis meses.
Pero esta subasta empeora el resultado de la anterior emisión, a mediados de mayo, cuando Portugal logró pagar las menores tasas por su deuda a corto plazo desde la petición del rescate financiero a la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), en abril de 2011.
En esa colocación vendió 1.250 millones de euros con vencimiento a un año al 1,23 % y 500 millones de euros a seis meses con una penalización del 0,81 %.
La emisión de hoy rompe también la tendencia a la baja registrada cada vez que colocaba en el mercado deuda a 18 meses, y que había evolucionado desde el 4,5 % que le exigieron los inversores en abril de 2012 hasta el 1,5 % al que logró adjudicarla el pasado marzo.
Portugal tiene por objetivo volver a subastar deuda a largo plazo -es decir, con vencimiento superior a dos años- con normalidad a lo largo del actual ejercicio, un regreso que pretende acometer de forma progresiva tras casi dos años de ausencia.
Las primeras pruebas se produjeron ya en enero y mayo, cuando subastó deuda a dos y diez años a cambio de una rentabilidad del 4,9 y del 5,6 %, respectivamente, tasas consideradas todavía demasiado altas por los analistas pero que permiten al Gobierno luso conservar la esperanza de lograr sus metas.
La asfixiante presión de los mercados fue precisamente el principal motivo que llevó a las autoridades lusas a solicitar el rescate.
Lograr que los inversores compren deuda lusa a tasas sostenibles es un requisito considerado clave por el Gobierno luso para que el país pueda garantizar su autonomía financiera en 2014, cuando ya no habrá fondos del rescate.
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