
La globalización se irá a la porra porque los países se dedicarán a producir lo que consumen; el turismo de masas se hundirá; todos compraremos coches eléctricos; tendremos huertos caseros; volveremos a las dictaduras… El coronavirus nos ha hecho entrar en el Post-Mundo
¿Será así? Nadie lo puede decir con certeza pero algunas cosas no tienen sentido por la sencilla razón de que la alternativa es peor que lo anterior.
1. No habrá fin de la globalización. Cuando se habla del fin de la globalización es como si nadie supiera que la globalización existe desde que dos tribus se encontraron hace miles de años. Hoy la globalización ha permitido que Honduras nos exporte sus plátanos; que Bangladesh cosa vestidos para medio mundo; que China exporte enchufes y teléfonos; y que Holanda nos venda sus patatas y sus quesos.
¿Qué hacemos ahora? ¿Le decimos a Honduras que se coma sus bananas? A China le interesa que le sigamos comprando sus teléfonos; a Alemania le interesa que le sigamos comprando sus coches; y a Rusia le interesa que le sigamos comprando su gas; y a Argentina le interesa que le sigamos comprando su carne y su soja. No vendrá la Tercera Guerra Mundial sino lo contrario: el gran pacto por la cooperación mundial porque no podemos vivir los unos sin los otros.Si todos nos dedicamos a lo contrario, a la autarquía, entonces tendríamos que producir nuestros propios televisores, nuestro propios tomates, nuestras propios relojes y nuestro propio petróleo, y nuestra propia energía. Todo eso a la vez es imposible y poco práctico.
2. Haremos más cosas en casa. Ahora bien, esta crisis nos ha empujado a comprender que no podemos depender de una sola fuente de recursos cuando se trata de productos vitales, como ha pasado con las mascarillas. Tendremos que obtener varias fuentes, y a ser posible, alguna de ellas que sea nacional. Lo llaman 'modelo Trump'. Menos chinos, y más "hecho en casa". La intensidad de esa vuelta a los orígenes dependerá del propio mercado.
Pensaremos qué cosas debemos producir y cuáles debemos importar. El pensador británico John Gray comentaba sobre la pandemia que su país se había dedicado a comprar todo fuera y había abandonado la producción nacional. La agricultura. Ahora tendrán que plantearse algunas cosas. En España no tenemos problemas con la agricultura, pero sí con las mascarillas. ¿Se requiere mucha tecnología para hacerlas en casa?
3. Tendremos un plan contra pandemias. En España existe un Plan Nacional contra Pandemias desde 2005 y es muy completo salvo por un detalle: no previó el impacto de una pandemia. O mejor dicho, no previó las consecuencias que tendría sobre el país un estallido sin control.
Como eso fue lo que pasó: no había mascarillas ni equipos para nuestro sistema sanitaria. El sentido común nos dice que ante la próxima pandemia hay que tener dispuesto un almacén inmenso de mascarillas y respiradores, y poner a muchas industrias a trabajar a toda prisa para fabricar batas, mascarillas, Epis, y respiradores cuando nos llegue una pandemia. Eso se llama tener un plan B. La próxima vez, antes de que salte el primer caso, Seat ya tiene que estar preparada para fabricar respiradores; Zara para hacer batas; Callahan para hacer mascarillas; y Room Mate para montar hoteles medicalizados. Y hacer ensayos cada cinco años para ver si la organización funciona. Así lo hace Singapur.
4. Turismo de masas con mascarillas. Sobre el turismo de masas, es demasiado prematuro pensar que ahora nos vamos a quedar todos en casa viendo documentales del 'National Geographic'. Volveremos a salir por el mundo, como los humanos salen del subsuelo en las películas de ciencia ficción cuando se evaporan los pestíferos gases del desastre nuclear y biológico. Somos una especie cargada de curiosidad. Lo que sí cambiará es nuestro uniforme de viajes. A la camisa de colores, las chanclas, y la mochila habrá que añadir un cargamento de mascarillas multiuso, geles de hidroalcohol, guantes de látex, gorras con pantalla plástica aislante, pañuelos desechables, y un libro de instrucciones que empezará con las palabras "qué hacer en caso de…". Pareceremos Dustin Hoffman en 'Estallido'. Y eso de saludarnos con besos y abrazos va a seguir, por supuesto, pero a la primera tos la gente nos enviará directamente a Centro de Salud local.
5. Más plásticos. Hay verdades sorprendentes que han surgido solas en esta crisis como que, en lugar de hacer un mundo más limpio, nos hemos hecho más contaminantes porque hemos descubierto que los plásticos son un gran invento. Porque una cosa es taparse la cara, las manos, el pelo y el cuerpo con tejidos, y otra muy distinta es hacerlo con plásticos: no solo defienden mejor a los sanitarios contra en coronavirus sino que es barato. Lo barato se ha convertido en caro debido a que descubrimos su necesidad: no había suficientes mascarillas, Epis, gafas y protectores de plástico. Consumimos también más botellas de plástico, más bolsas de basura de plástico, más bolsas de plástico en la compra, y nos encanta que los productos vengan envueltos en plástico. El plástico nos da seguridad y muy posiblemente la vida. El plástico, por cierto, procede del petróleo. Sigue siendo tan contaminante como siempre, de modo que tendremos que buscar una forma de reciclarlo.
6. Aceleración forzada. Lo que es muy posible que suceda ahora, como decía el analista Neil Melvin, director de Estudios Internacionales de Seguridad del reputado Royal United Services, es que muchas cosas se van a acelerar como la implantación de coches eléctricos, energías limpias, prevención sanitaria, etc. Hemos visto durante semanas un mundo más limpio, cielos cristalinos en las grandes ciudades, medusas paseando por los canales de Venecia, ciervos paseando por pueblos de Gerona… Demasiado hermoso como para no darle un empujón.
7. El nuevo kit del viajero . Si tomamos el 11-S como un punto de inflexión, nos daremos cuenta de que a partir de entonces cambió la seguridad en los aeropuertos: desde entonces nos obligan a pasar descalzos, a no llevar líquidos, a cruzar por debajo de varios escáneres, a no llevar líquidos ni objetos punzantes y a aguantar cacheos. Pues bien, a todo eso se añadirán ahora cámaras termográficas, para tomar la temperatura corporal de los pasajeros antes de que suban al avión. Se van a acelerar los sistemas de billetes electrónicos, las tarjetas 'contactless', y desaparecerán muchos intermediarios de papel como las tarjetas de embarque y esas cosas.
Se implantará el pasaporte sanitario, un documento con validez internacional que demuestre que no portamos ningún virus. Y hasta a lo mejor se cumple el sueño de muchos viajeros de hacer aviones con asientos con espacios más anchos pues si hay algo que viola la distancia social, son las asardinadas filas de asientos de los aviones, instrumentos de tortura tan maléficos como el garrote vil.
8. Vigilancia permitida. También se extenderán aplicaciones que nos avisen si hemos estado en contacto con un infectado de lo que sea, y cómo proceder. Es decir, el miedo biológico a contraer una enfermedad vírica nos obligará a ser sumisos y entregar nuestros datos al gran hermano. Permitiremos seguimientos digitales, grabaciones de cámaras en las calles, e incluso agradeceremos que un estado fuerte y protector nos vigile y nos cuide. Lo llamaremos Gran Hermano Mayor, pues para eso están los hermanos mayores: para cuidar de los más pequeños e inermes. En España el INE ya está cruzando los datos de las operadores telefónicas para hacer geo-localización de la expansión del virus. El Big Data entrará en una era todavía más dorada.
9. Vuelve el Estado todopoderoso. Una de las cosas que ha salido a relucir en esta crisis es la importancia del papel del Estado con todo su poder. Ante la magnitud del problema, los estados organizados y previsores son los que han salvado más vidas como Singapur, Taiwán y Corea. Y a pesar de que en España se actuó tarde, luego el Estado movilizó todo su músculo: el ejército, la UME, la Policía, la Guardia Civil. A pesar de la descentralización, el viejo estado aún sobrevive y ha funcionado. Pero el descentralizado como la Sanidad, ha demostrado su falta de coordinación. El ejército ha montado hospitales de campaña en 48 horas, o desinfectando residencias de ancianos. Y si la Policía y la Guardia Civil han controlado los accesos y puesto miles de multas, es porque ya funcionaban como parte del Estado.
10. Cuidado con China. También habrá una enorme presión sobre China para que deje de exportarnos virus cada quinquenio. Si uno analiza la lista de las grandes gripes de la historia reciente, la mayor parte de ellas ha nacido en China, y concretamente, en un mercado de animales vivos y salvajes que viven en condiciones asquerosas. O sois más limpios o firmáis una póliza de seguros para cubrir al mundo. Nos tendrían que indemnizar a todos. El coste sería tan alto para los chinos, que dejarían de comer bichos salvajes.
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