El PSOE ha publicado este jueves sus cuentas financieras correspondientes a 2018. Es el segundo partido que lo hace, ya que Vox se adelantó. Fue el año en el que Pedro Sánchez alcanzó La Moncloa tras ganar la moción de censura y en el que solo se celebraron las elecciones andaluzas que desalojaron a los socialistas de la Junta. Fue un año bueno, desde el punto de vista económico, para Ferraz, ya que el partido ganó 6,7 millones. Aunque menos bueno que el anterior, cuando el PSOE tuvo un beneficio de 15 millones.
En la memoria anual de 2018 del PSOE también se puede comprobar que la nueva ejecutiva federal ha reconocido en su estado financiero una deuda con la Agencia Tributaria que asciende a 1.521.682,11 euros. Los socialistas admiten que se trata de "la parte del Impuesto sobre Sociedades no liquidado en 1998" por unas operaciones realizadas aquel año.
Fuentes del equipo económico de Ferraz que dirige el director de Administración y Finanzas, Pedro Luis Egea, explican a La Información que la deuda con Hacienda se contrajo por la venta de unos activos del PSOE. Era la época de Joaquín Almunia como secretario general y los socialistas habían pasado a la oposición. Se desprendieron de esos activos y no tributaron esas ganancias patrimoniales al 25%, tal y como estaba establecido por aquel entonces (ahora sería del 10%).
Hacienda, con Rodrigo Rato al frente del ministerio, abrió entonces una inspección a Ferraz y les sancionó por no pagar el correspondiente Impuesto de Sociedades. Pero el equipo de Almunia llegó a un acuerdo con la Agencia Tributaria para pagar en cómodos plazos esa deuda. Y así ha venido ocurriendo en los últimos diecinueve años.
En efecto, los socialistas pagaron el año pasado 43.580,31 euros y en 2016 abonaron a Hacienda un total de 39.380,47 euros. Todo para satisfacer esta deuda que se prolongará a lo largo de las próximas tres décadas. Es decir, el acuerdo con el equipo de hacienda en 1998 contemplaba el pago de la misma a lo largo del siguiente medio siglo.
Lo que ha hecho el PSOE en su cuenta de resultados de 2018 ha sido proceder a un cambio de criterio contable "al entender que el pago de la deuda no debe afectar al resultado de los ejercicios posteriores". Así, ese millón y medio de euros pendientes ha desaparecido del apartado "Impuesto sobre Beneficios", que era donde se consignaba hasta ahora.
Fuentes de Ferraz aseguran que se trata de un acuerdo firmado con Hacienda hace más de veinte años y que, por tanto, el PSOE se encuentra al corriente de pago de sus obligaciones tributarias. De hecho, el Ministerio del Interior viene abonando periódicamente a los socialistas las subvenciones electorales que les corresponden, algo que no sería posible si el partido fuera deudor con la Agencia Tributaria. Si en algún momento el equipo de Pedro Sánchez no abona esta anualidad supondría un incumplimiento con Hacienda y dejaría de percibir las citadas subvenciones electorales.
En las cuentas del PSOE también aparece reflejado cómo el partido sigue reduciendo de forma paulatina, año a año, su deuda con los bancos. Es un compromiso que salió del 39º Congreso Federal con el objetivo de garantizar la sostenibilidad económica de la formación. Así, a 31 de diciembre de 2018 se ha dejado en 40,2 millones de euros, cuando un año antes se encontraba en 50,19 millones. En el presupuesto elaborado por los socialistas para 2019 se prevé dejar esa cifra en los 35 millones de euros.
Los bancos a los que el PSOE debe más dinero son Santander y CaixaBank. La entidad presidida por Ana Botín no concedió ningún préstamo a los socialistas pero al hacerse con el Banco Popular heredó los créditos que sí facilitó la firma presidida por Ángel Ron y Emilio Saracho. A fecha de 31 de diciembre de 2017, Santander tenía que recibir en los próximos años más de 16 millones de euros de Ferraz. En el caso de Caixabank, la deuda que acumula el PSOE es de 4,4 millones de euros. Ambos bancos fueron los que más abrieron el grifo, concediendo decenas y decenas de créditos a los socialistas, muy lejos de los apenas 17 préstamos que también les aprobaron en su día BBVA, Bankia y Sabadell.
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