Pujol culpa a Maragall y Carod del Estatut y ve difícil el encaje de Cataluña

  • El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol achaca, en su tercer volumen de memorias, a Pasqual Maragall y Josep Lluís Carod-Rovira el "error" que supuso impulsar el Estatut y reconoce que, tras la última "década de las decepciones", el encaje de Cataluña en España parece cada vez más difícil.

Barcelona, 15 feb.- El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol achaca, en su tercer volumen de memorias, a Pasqual Maragall y Josep Lluís Carod-Rovira el "error" que supuso impulsar el Estatut y reconoce que, tras la última "década de las decepciones", el encaje de Cataluña en España parece cada vez más difícil.

En este último volumen de sus recuerdos, editado por Proa, Pujol alude a su proceso de sucesión y dice que en verano de 1998 detectó que en Unió querían presentar a su líder, Josep Antoni Duran Lleida, como futuro relevo al frente de CiU, pero en el libro queda claro que el expresident jamás pensó en él como opción verosímil.

"Tenía claro que, si de mí dependía, los hechos no irían por aquí, pero me acuso a mí mismo de no haberlo dicho con suficiente contundencia", señala Pujol, que pese a tener un "muy buen concepto" de Duran creía que su sustituto debía proceder de las filas de CDC.

Finalmente escogió a Artur Mas, a quien en su etapa inicial como conseller de Política Territorial llamaba por error "Andreu" Mas y que poco a poco fue captando su atención por su estilo muy poco pujoliano, con una oratoria "cartesiana y bien documentada".

En 2003, Mas ganó las elecciones pero el tripartito era ya "inevitable", porque así lo habían decidido PSC, ERC e ICV-EUiA.

Fue entonces, recuerda Pujol, cuando Maragall y Carod lanzaron la idea del nuevo Estatut, un "error de ligereza" porque no calibraba las posibles "incidencias negativas" y, además, llevaba implícito un cálculo tacticista "mucho más criticable".

Este cálculo, según Pujol, consistía en dar por hecha la mayoría absoluta del PP en 2004, que rechazaría el ambicioso Estatut que iba a aprobar en Cataluña, lo que aprovecharía el tripartito para atrincherarse y captar todo el espacio reivindicativo a CiU.

Si a Maragall le acusa de "ligereza", de Carod dice Pujol que es un "buen orador" pero a veces "adopta una teatralidad y una actitud de perdonavidas" que le da un perfil "hiriente".

Al recapitular sobre su experiencia con los distintos Gobiernos españoles, reconoce que su idea de colaborar con PSOE y PP con unas "normas de lealtad" para resolver el contencioso entre Cataluña y España "el tiempo ha demostrado que era vana".

Ante el "escarnio del Tribunal Constitucional con el Estatut", las "amenazas" a la lengua catalana y el "ahogo" financiero de los catalanes, Pujol admite que su proyecto para encajar Cataluña en una España plural y abierta "está embarrancado y podría naufragar".

Pese a no haber propugnado "nunca" el independentismo, reitera que ya no encuentra "argumentos para contradecir" a quienes apuestan por esta vía y asegura que Cataluña tiene "futuro" porque su pueblo sigue demostrando una "voluntad de ser".

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