El punto débil del Popular: se pasó de frenada con los depósitos institucionales

  • Desde los últimos meses de 2016 atrajo a gestoras, aseguradoras y fondos con extratipos para garantizarse liquidez en mitad de las turbulencias que sufría el banco.

    Son recursos que huyen en desbandada cuando las agencias de rating entran en una espiral de deterioro de su calificación tras los ajustes en las cuentas del año pasado.

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El punto débil del Popular: se pasó de frenada con los depósitos institucionales
El punto débil del Popular: se pasó de frenada con los depósitos institucionales

El Popular escondía una bomba de relojería en el balance, instalada sin sospecharlo y cuyo estallido sentencia su final. Cuando en los últimos compases de 2016 las dudas sobre la estrategia comienzan a planear al salir a luz la rebelión en el consejo de administración para desalojar a Ángel Ron, el banco empezó a acopiar recursos con depósitos extratipados para asegurar la imprescindible liquidez. Serán los que saldrán a borbotones cuando las agencias de calificación degradan su rating, condenándolo a la resolución.

Su generosidad retribuyendo el ahorro surte efecto: atrae a particulares, pero sobre todo convence a los inversores institucionales, refieren fuentes conocedoras de la evolución del banco. La entidad rebañaba con facilidad la tesorería de gestoras, fondos, sicavs o aseguradoras, además de ayuntamientos o comunidades autónomas, porque el resto de bancos no pagaban nada por ella. Más que eso, este tipo de inversores llevaba incontables meses dándose de bruces con que las entidades no quieren sus puntas de tesorería y liquidez e, incluso, cobran por aceptarlas, algo que el Popular no hace, explican las fuentes consultadas.

La razón de que el sector cobre por administrarlas es porque su custodia les resulta gravosa salvo que consigan rentabilizarlas con otro tipo de operativa porque, si no logra transformar dichos recursos en préstamos a otros clientes, se ven abocados a llevarlos al Banco Central Europeo (BCE) que cobra un 0,4% por resguardar dicho dinero.

El problema estalla cuando, tras el relevo forzado de Ron por Emilio Saracho, afloran con crudeza las fragilidades y la espiral de deterioro escalonado de las calificaciones crediticias asignadas al banco por parte de Moody’s, DBRS y Standard & Poor's (S&P) provoca una estampida de los clientes institucionales, explican las mismas fuentes.Huye el 'dinero caliente'

Sale el ‘dinero caliente’ acopiado desde el último tramo de 2016 entre institucionales y al que seguirán, en menor cuantía y en una fase siguiente, los reembolsos de clientes empresas y particulares cuando la retroalimentación de las malas noticias y la caída a plomo de la cotización siembran la incredulidad en la calle sobre la viabilidad de futuro de la entidad.

La política de tesorería impide a muchas empresas -inversores institucionales y multinacionales, sobre todo- guardar su dinero en entidades con calificaciones crediticias por debajo de determinado umbral. La nota de solvencia del Popular sufre, al menos, tres devaluaciones de varios escalones en los apenas 18 días que transcurren desde el 3 y 21 de abril, que resultan mortales.

La sangría le empuja a solicitar la intervención en la tarde del 6 de junio ante la imposibilidad de abrir las sucursales al día siguiente por no poder atender nuevos reembolsos. Según datos de la AEB, en mayo custodiaba 57.647 millones en depósitos, 10.611 millones menos que en enero. En ese fatídico abril, cuando las tres agencias DBRS, S&P y Moody’s siegan los ratings, perdió algo más de 7.000 millones y otros 2.311 millones al mes siguiente. Las cifras de la AEB no recogen aún los últimos días del banco, cuando se entregó por asfixia. El 7 de junio recibió 13.000 millones del Santander, su nuevo dueño.  

La atracción de este ‘dinero caliente’ arranca meses atrás, cuando la guerras internas buscaban remover a Ron y el mercado empieza a desconfiar de la efectividad de su último plan para extirpar el ladrillo del banco. Pero su fuga se precipita, sobre todo, cuando en febrero revela que el dinero destinado a sanear el balance ascendió a casi 5.700 millones y que la hucha apenas cubre el 42,5% de los activos deteriorados cuando pretendía llegar al 50% con solo 4.700 millones. Lo anunció el mismo 3 de febrero que presenta además la inesperada dimisión su consejero delegado Pedro Larena.Desconfianza en las cuentas

El anuncio posterior de Saracho sobre la necesidad de ampliar capital o fusionarlo para reparar el verdadero problema: la escasa solvencia; el ajuste de las cuentas previas en casi 700 millones y el gélido interés mostrado por los grandes bancos por maridar con el Popular asestan el golpe final.

En un intento de frenar la sangría, el banco redobló su puja por recursos con ofertas de hasta el 4% para particulares, que la entidad justificó en los habituales programas de captación de clientes, pero las fuentes consultadas aseguran que correspondió a un intento por contener la hemorragia.

Se trataba, en todo caso, de una estrategia para comprar un tiempo imposible porque la pérdida de varios escalones de rating crediticio había alejado por completo al institucional y no hay margen que soporte una remuneración tan agresiva, mucho menos con las urgencia del Popular para recomponer su capital.

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