¿Qué hacemos con Grecia?

  • La crisis de deuda en Europa y la aún posible quiebra de Grecia son problemas que también salpican a Alemania. Por eso, cualquier medida debe tomarse con la máxima precaución. Sin embargo, la preocupación de de EEUU es otra: puede que luego llegue el momento de mirar con lupa la deuda de Washington.

¿Qué hacemos con Grecia?
¿Qué hacemos con Grecia?
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Michael Goldfarb, Londres (Reino Unido) | GlobalPost

Durante el fin de semana pasado los líderes europeos que acudieron a la reunión del Fondo Monetario Internacional en Washington fueron azotados verbalmente por su inactividad a la hora de resolver la crisis de la zona euro. El temor es que su lentitud conduzca al impago de la deuda soberana de Grecia y a que la crisis se extienda por otros países, hundiendo la economía global.

Pero parecen haber captado el mensaje. Finalmente empieza a tomar cuerpo un plan, que podría estar listo en cinco o seis semanas y permitiría a Grecia incurrir en un impago parcial de su deuda, asumiendo los bancos y otros acreedores una quita del 50 por ciento de lo que se les debe. Pero la zona euro no se romperá; no de momento. El plan aumentaría además el fondo de rescate de Europa hasta dos billones de euros, según la BBC.

En una entrevista concedida a la agencia Bloomberg durante el fin de semana la canciller alemana Angela Merkel abogó por crear una "barrera" en torno a Grecia para evitar que caiga y arrastre consigo a otras economías europeas. (Bloomberg también reveló que la canciller está recibiendo un tratamiento para controlar su elevada presión sanguínea).

¿Cómo sería ese plan?

De entrada, el hecho de reconocer la inevitabilidad del impago de Grecia parece ser un paso en la dirección correcta. Pese a todo su despilfarro e incapacidad para cobrar impuestos, los problemas de Grecia forman parte de una realidad que escapa a su control: los resultados económicos desiguales en el norte y el sur de Europa.

Europa tiene una economía a dos velocidades, del mismo modo que EEUU tuvo una economía a dos velocidades en las décadas de 1970 y 1980, cuando el Cinturón del Óxido [rust belt] se contrajo y explotó el Cinturón del Sol [sun belt]. Pero EEUU, siendo un país con una política fiscal unificada, es capaz de digerir esos desequilibrios. Europa, que carece de dicha política fiscal, no puede.

"En la primera década de la existencia del euro, Alemania tuvo un débil crecimiento de los precios, los sueldos apenas aumentaron", explica Simon Tilford, del Centro para la Reforma de Europa, un grupo de análisis con sede en Londres. El resultado, dice, fue un crecimiento basado en las exportaciones. El euro se fortaleció, y los países mediterráneos se encontraron viviendo con una inflación creada por el éxito económico de Alemania.

"Ahora, para que el sur exporte y sus economías crezcan, los españoles y los italianos necesitan recortar sus costes respecto a Alemania. Alemania necesita intervenir en la inflación", añade. Eso significaría que los costes laborales alemanes subirían.

Dado a que el temor a la inflación forma parte del código genético alemán desde la década de 1920, es difícil imaginarse a la canciller Merkel o a cualquier político de su país abogando por una mayor inflación para que así sus compañeros de la zona euro puedan mejorar sus economías.

Lo que Merkel puede hacer es promover la ratificación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (el fondo de rescate) que se acordó en la cumbre de la UE el 21 de julio y que fue ratificado ayer por el Bundestag.  Pero nada es simple en esta crisis. Merkel tuvo que superar la resistencia de su coalición de gobierno para aprobar la ampliación del fondo de rescate.

Ulrike Guerot, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en Berlín, cree que Merkel "tiene que explicar a los alemanes que no hay soluciones buenas para la crisis, que tiene que haber más unión fiscal". Y añade que la canciller acabará haciéndolo. "Dirá que tiene que haber una unión fiscal y política más profunda, y probablemente un eurobono".

Pero eso es a medio plazo, en los próximos dos años. La situación a corto plazo en la eurozona es más complicada. Simon Tilford dice que "el euro probablemente no seguirá como está en el plazo de 12 meses", porque cree que algunos países acabarán abandonando la moneda única.

Stephen Gallo, jefe de análisis de mercado de Schneider Foreign Exchange en Londres no ve la situación tan dramática. Cree que el fondo de estabilidad será aprobado por todos los países del Eurogrupo. "Cuando lo hagan, estarán comprando tiempo", dice, y añade que la zona euro puede "absorber el impago de Grecia... y posiblemente el de Portugal" y proteger así al núcleo de sus países miembros.

Después cree que los mercados dirigirán su mirada hacia "el mayor elefante en la habitación: la deuda de EEUU".

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