Qué son, qué hacen y de qué viven las más de 1.400 mancomunidades que hay en España

Érase un viernes por la tarde de una pequeña capital de provincias. El Ayuntamiento había organizado un concierto de música clásica a las ocho; la Diputación, uno de barroca a las ocho y media; y la Consejería, otro de música moderna a las nueve. En cada uno de ellos, habría unos 15 asistentes.

"Pues imaginen todo eso en cualquier tipo de competencias", denunció el ex ministro y ex presidente de Castilla y León, Juan José Lucas, en un acto en el Senado. El también ex presidente de la Cámara Alta se sumaba así a la corriente del actual Gobierno de afrontar el problema de las duplicidades de funciones entre las administraciones.

El Ministerio de Hacienda trabaja en ello y está a punto de aprobar la legislación que alivie los gastos por esta vía. Primero se dijo que se eliminaría el 20% del sector público empresarial; después, se centró el tiro en los pequeños municipios que podrían pasar a ser gestionados por las diputaciones.

Ahora, le ha tocado el turno a las mancomunidades. Si usted vive en una gran ciudad puede que le suene ajeno este término, pero en España hay en estos momentos más de un millar de este tipo de organismos, según los últimos datos de la Secretaría de Estado de Administraciones Públicas.

Para ser exactos, hay 1.432 mancomunidades repartidas por todo el territorio nacional, con una cuarta parte concentrada en Castilla y León.

¿Extraño? Todo lo contrario, la comunidad del interior es la que más municipios cuenta en todo el país y las mancomunidades nacieron con la idea de que dos o más localidades compartan gastos y servicios de carácter municipal para ahorrar costes.

Así que, a mayor dispersión de localidades, más trabajo tienen las mancomunidades. Tal y como explica la propia secretaría de Estado en su último Estudio sobre el Registro de Entidades Locales, "las mancomunidades vieven a facilitar la consecución de determinadas competencias municipales que de manera independiente no podrían ser asumidas".

Su origen se remonta a 1870 y la mitad aproximada que hay en España se dedican a la recogida y el tratamiento de la basura. La idea es que un municipio de 1.000 habitantes difícilmente puede sufragar la compra de una flota de camiones y, sobre todo, el manejo posterior de lo recogido.

Así que se unen varios pueblos, ponen su parte proporcional, se abren a subvenciones privadas y públicas, cobran una tasa y prestan el servicio bajo el paraguas de una mancomunidad.

Tras la recogida de basuras, las competencias más comunes que asumen las mancomunidades españolas son las actividades culturales, fomento del turismo, abastecimiento de aguas y fomento de actividades económicas en general, con más de 300 dedicadas a ello, según el estudio oficial más reciente.

Pero también gestionan guarderías rurales, cementerios, la protección civil, la asistencia sanitaria, el transporte, los mataderos... Desde el anuncio a mediados de semana del secretario de Estado, Antonio Beteta, de que se eliminarían todas sin ninguna excepción, han sido muchos representantes mancomunados los que han defendido la labora que realizan.

Todo ello, como decíamos, a través de unos ingresos que parten de las cuotas de cada municipio (el problema es cuando alguno no paga), de transferencias de otras administraciones, de recurrir a fondos europeos, del cobro de tasas, multas y sanciones.

El Gobierno ha aportado el número y el objeto de cada una, pero habría que ir a cada uno de los presupuestos de la mancomunidad (se supone que sus órganos de gestión son controlados por los ayuntamientos que las componen) para conocer la mano de obra que proporcionan. Pero Beteta lo tiene claro: "Sin duda habrá supresión de cargos públicos" a raíz de esta medida.