(reportaje)reconocimiento biométrico: la nueva revolución tecnológica


Una máquina puede reconocer nuestra cara, nuestro iris, nuestras manos o nuestra manera de escribir o de hablar, es capaz de distinguir nuestra identidad entre la de miles de personas y hacerlo al instante. Con infinidad de aplicaciones en la seguridad, en el marketing, en las TIC o en la domótica, los sistemas automáticos de reconocimiento biométrico son la nueva revolución tecnológica. Varios grupos de investigadores españoles están a la cabeza en esta tecnología. De hecho, Madrid acogerá el Congreso Mundial de Biometría el próximo verano.
Imaginemos a una persona que puede entrar en el cine o en el teatro “por la cara”, es decir, sin necesidad de presentar entrada porque una cámara registra sus facciones y un sistema automático la identifica como alguien que ya ha pagado su localidad por Internet. Cuando vuelve a casa, abre la puerta sin necesidad de introducir la llave porque un sistema la reconoce a través de su iris, sus huellas digitales o la geometría de su mano. Más tarde, accede a su ordenador o a su smartphone a través de su forma de hablar, de su manera de escribir o con un simple movimiento de su mano.
No se trata de escenas sacadas de una película de espías o de ciencia ficción. Todo esto es posible mediante los sistemas de reconocimiento biométrico, una tecnología que se encuentra en plena expansión y que podría llegar a popularizarse en los próximos años. De hecho, firmas como Samsung, Apple o Google han patentado ya aplicaciones basadas en el reconocimiento facial o de voz, y están empezando a incorporarlas a sus productos a una velocidad de vértigo.
ESPAÑA, LÍDER MUNDIAL
España es líder mundial en la investigación y el desarrollo de estas tecnologías. De hecho, Madrid acogerá el Congreso Mundial de Biometría el próximo verano, y en el último congreso de síntesis de voz, celebrado en Singapur, nuestro país ocupó el segundo puesto en número de participantes y de intervenciones, empatando con Francia y solo por detrás de Estados Unidos.
La próxima edición del Congreso Mundial de Biometría será presidida por Javier Ortega, director de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y responsable del Grupo de Reconocimiento Biométrico, ATVS, un grupo de investigadores que comenzó hace 20 años a trabajar en tecnologías del habla. “Nosotros", explica Ortega, "empezamos con la identificación a través de la voz, y hemos acabado haciendo reconocimiento biométrico por otros métodos, por ejemplo, por rasgos como la huella dactilar, el iris, la firma manuscrita o las facciones de la cara”.
Los sistemas automáticos de reconocimiento biométrico permiten la identificación de las personas a partir de características morfológicas o de comportamiento propias y únicas de cada individuo. Estas características reciben el nombre de autentificadores. Los autentificadores más utilizados son las huellas dactilares, la geometría de la mano, la cara, el termograma facial, el iris, la retina, la voz y el estilo de escritura.
Javier Ortega va más allá: “Somos capaces de identificar al autor de un texto o saber si una firma es auténtica o falsa, pero también podemos reconocer a una persona por su forma de andar. Así, a partir de una grabación de vídeo podemos identificar a una persona que aparece en la imagen por su forma de caminar o incluso por su modo de pisar”.
La ventaja que aporta esta tecnología es que permite comparar, en cuestión de segundos, los rasgos biométricos de una persona concreta con una base de datos de decenas de miles de individuos y, además, con un margen de error mucho menor respecto a los métodos de identificación tradicionales.
SEGURIDAD Y VIGILANCIA
Los sistemas de identificación biométrica se están revelando enormemente útiles en los ámbitos de la investigación policial y la seguridad. Según Ortega, “hace 20 años, los laboratorios de criminalística se basaban en la capacidad de los expertos. Nosotros hemos desarrollado herramientas automáticas que se usan de hecho en muchos laboratorios del mundo, y que complementan y hacen más eficaz la labor de dichos expertos”.
Por otra parte, la aplicación de la biometría al ámbito de la seguridad es un negocio en plena expansión, como confirma Javier Hernando, director del Grupo de Procesado de Voz de la Escuela de Telecomunicaciones de la Universidad Politécnica de Cataluña: “Los sistemas de videovigilancia han progresado mucho en los últimos años. Hay muchísimas cámaras de seguridad instaladas en el metro, aeropuertos y estaciones, en los bancos, en las joyerías... A estas cámaras se les puede incorporar un sistema de reconocimiento biométrico que compare, de forma instantánea, cada rostro con un archivo que contiene miles de caras que conforman, por así decir, una ‘lista negra’”.
Hernando menciona también un proyecto para implantar el reconocimiento biométrico en los puntos de acceso de algunos estadios de fútbol, de forma que los espectadores violentos o aquellos que, por cualquier razón, tengan prohibida la entrada, puedan ser detectados y neutralizados antes de ingresar en el recinto.
Esta fuerte demanda de sistemas de biometría en el ámbito de la seguridad está beneficiando a algunas empresas españolas, como es el caso de Herta Security, una compañía nacida de un acuerdo con la Politécnica de Cataluña para comercializar las aplicaciones de biometría que se desarrollan en la Escuela de Telecomunicaciones de esta universidad. Javier Rodríguez Saeta, consejero delegado de esta empresa, indica que su producto estrella es el reconocimiento facial aplicado a las cámaras de videovigilancia.
“Tenemos ahora mismo 50 proyectos en 20 países. La mayor demanda proviene de aquellos países que tienen más problemas de seguridad, como son Estados Unidos y el Reino Unido, así como también países de Latinoamérica, del este de Europa y de África”, destaca Rodríguez Saeta.
DOMÓTICA Y DISCAPACIDAD
La utilidad del reconocimiento biométrico no se restringe solo a los ámbitos de la seguridad o la investigación policial. Existe un sinfín de aplicaciones en otros campos, como, por ejemplo, en la domótica. La posibilidad de dar órdenes con la voz para abrir las puertas o las ventanas de una casa o de una oficina, bajar las persianas, activar una alarma, encender o apagar luces o la calefacción no es algo nuevo. Ya desde hace años se puede hacer incluso en la distancia, a través del teléfono o de un ordenador. La novedad que aporta el reconocimiento biométrico es la capacidad de impedir que esas órdenes las pronuncie cualquiera. El sistema solo obedecerá la voz de la persona autorizada y no de otra.
“Eso hace que la persona se sienta más segura", opina Rodríguez Saeta, "ya que el sistema solo la reconoce a ella. Lo puede hacer este usuario y nadie más que él”. Además, a juicio del consejero delegado de Herta Security, estos sistemas pueden ser muy importantes para personas con discapacidad, ya sea visual, auditiva o motora. “Las tecnologías del reconocimiento de voz ya se han demostrado muy interesantes para las personas ciegas, y un sistema de reconocimiento facial o de iris puede ayudar a las personas con discapacidad física a acceder a algún lugar al que de otra forma no podrían acceder”, añade.
Lo queramos o no, los sistemas de reconocimiento biométrico formarán parte de nuestra vida cotidiana, si es que no lo hacen ya, sobre todo de la mano de la personalización de servicios o del marketing. Javier Ortega asegura que “hay gente que trabaja en el reconocimiento de las personas a partir de la trayectoria del ratón en la pantalla del ordenador o del movimiento que siguen las pupilas al mirar la superficie de la pantalla. Se trata de identificar cómo te comportas tú en relación a cómo se comportan otros. Esto tiene aplicaciones en la inversión publicitaria, en la oferta de servicios personalizados o en la seguridad”.
Es algo muy similar a los proyectos que desarrolla Herta Security en un área de actividad a la que llaman “marketing facial”. Su consejero delegado explica las posibilidades que ofrece un sistema de reconocimiento facial conectado a una cámara en un centro comercial o a un panel publicitario: “Somos capaces de captar si los que pasan por delante son hombres o mujeres, de qué raza son, tener una estimación de su edad y hacia dónde están mirando. Resulta muy interesante para empresas que quieren extraer estadísticas de los clientes que les visitan e incluso para dirigirles publicidad personalizada: si es una mujer, ponerle un anuncio para mujeres; si tiene entre 40 y 50 años, un anuncio dirigido a esa franja de edad; si lleva gafas, anunciarle una óptica, etcétera”.
¿UNA AMENAZA PARA LA INTIMIDAD?
Como es lógico, muchas personas ven en los sistemas de reconocimiento biométrico una intromisión en su intimidad y una amenaza para su privacidad. El consejero delegado de Herta Security sale al paso de estos temores: “En el ámbito del marketing facial, no estamos identificando a nadie, solo recogemos datos genéricos como el sexo, la edad, la raza, etcétera. En cualquier caso, siempre hay que cumplir con la Ley de Protección de Datos, que en España impide conservar una imagen más de 30 días”.
En cuanto a las aplicaciones de la biometría en materia de la seguridad y de la investigación policial, Rodríguez Saeta explica que estos proyectos se hacen siempre en colaboración con la Policía, que es la que tiene las fotos de todos los ciudadanos y custodia esta información de manera legal y segura. “Las restricciones a la privacidad son las mismas que cuando un policía controla visualmente las caras de la gente y pide el DNI a algunas personas. Lo que aporta la tecnología es poder hacer esto mismo con un coste mucho menor y una mayor eficacia”, indica.
Con respecto a la privacidad, Javier Ortega comenta que “la cuestión cultural es muy importante: los europeos priorizamos la intimidad y la privacidad, mientras los estadounidenses priorizan la seguridad. Hay otros países que priorizan otras cosas. Por ejemplo, en la India cientos de millones de personas que no tenían documentación están acudiendo voluntariamente a ser registrados mediante reconocimiento biométrico. “Están agradecidos por haber adquirido así carta de ciudadanía”, destaca el director de la Escuela Politécnica Superior de la UAM.

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