Revolución en el Presupuesto: Hacienda revisará su forma de gastar para evitar despilfarros

    • El Gobierno introduce en su proyecto de Reforma de la Administración Pública la obligación de replantearse la forma en que se llevan a cabo las inversiones y los gastos corrientes.
    • El modelo a seguir será el del Presupuesto Base Cero.

Borrón y cuenta nueva. El Gobierno sospecha que la forma tradicional de diseñar los Presupuestos ha consolidado ineficiencias y gastos innecesarios, y está dispuesto a dar la vuelta a las cuentas públicas como si fueran un calcetín en busca de ahorros que le permitan aproximar el cumplimiento de los objetivos de déficit pactados con Bruselas.

Lo cierto es que hasta ahora esta intención apenas ha tenido plasmación práctica, pero la intención del Ejecutivo es que de cara a los Presupuestos de 2015 o, como tarde, de 2016 la forma de diseñar los Presupuestos Generales del Estado empiece a cambiar.

El primer paso para lograrlo ya se ha dado. La reforma de la Administración Pública impulsada por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, incluye entre sus propuestas la revisión de la forma en que el Estado determina sus inversiones y realiza sus gastos corrientes, los derivados del propio funcionamiento de la Administración.

La idea es someter a una auditoría exhaustiva el gasto asociado a esos dos capítulos (el '2' y el '6' del proyecto presupuestario) con el objetivo de determinar si se está gastando bien o por el contrario sería posible alcanzar las mismas metas con un esfuerzo presupuestario menor.

El modelo es el llamado Presupuesto Base Cero. Es decir, que en lugar de determinar el gasto a realizar en un determinado ejercicio presupuestario en función de si las necesidades de un programa concreto han aumento o disminuido respecto al ejercicio anterior, se fijen unos objetivos y los medios necesarios para alcanzarlos, de modo que si alguno de esos objetivos no coincide con los del año precedente, el programa presupuestario pueda suprimirse.

Esto es impensable con el actual modelo presupuestario, estructurado en función de una serie de programas de gasto que hay que dotar sí o sí.El 11% del presupuesto, al microscopio

Como implantar el modelo de Presupuesto Base Cero de una tacada provocaría un colapso administrativo, el Gobierno ha decidido hacerlo de forma progresiva. Y como la necesidad de ahorrar recursos públicos es imperiosa, se va a comenzar por las partidas más estratégicas del mismo: inversión y gasto corriente.

Entre ambas suman apenas el 11% del Presupuesto del Estado, pero suponen el núcleo duro del mismo. ¿Por qué? Porque el gasto corriente es el principal indicador de la eficiencia de una Administración y la inversión es el capítulo que tiene más capacidad de generar actividad económica.

El análisis que llevará a cabo el Ejecutivo se basará en dos líneas de actuación: 1) determinar el volumen de bienes y servicios necesarios para prestar un servicio en condiciones de eficiencia; y 2) determinar un precio estándar de prestación de los servicios, así como identificar los factores que pueden generar desviaciones de ese estándar.

La cosa funcionaría más o menos así. Pongamos que la prestación a analizar fuera la del servicio de limpieza. La auditoría servirá para poner de manifiesto cuál es el coste medio de la prestación de ese servicio en el conjunto de la Administración y revelará cuáles lo hacen por un coste menor a esa media y cuáles por uno superior.

El Gobierno entiende que toda esa información le permitirá conocer, por una parte, los potenciales factores que pueden encarecer y abaratar el servicios, pero, por otra, más relevante, si hay unidades que están prestando ese servicio por un precio superior al que realmente debe tener...

Lo mismo ocurre con las inversiones. ¿Está justificado que construir una carretera cueste el doble en España que en Alemania como ha puesto de manifiesto el Tribunal de Cuentas? Tal vez sí, tal vez el accidentado perfil orográfico de la Península encarezca la construcción de infraestructuras.

Pero también es probable que eso se debe a una ejecución ineficiente de la inversión. Lo llamativo es que esa clase de análisis no se hayan hecho en España, donde el gasto en infraestructuras se cuenta por cientos de milles de millones de euros en los últimos 15 años.

Ahora, al parecer, sí se quiere hacer ese análisis.

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