Ricard, sus botellas y su cenicero, objeto de exposición en París

  • Las claves de la historia de la marca francesa de licor Ricard se revelan en una exposición en el Museo de las Artes Decorativas de París, donde se pretende demostrar una vez más un ejemplo de la interacción entre la publicidad y el diseño.

París, 30 mar.- Las claves de la historia de la marca francesa de licor Ricard se revelan en una exposición en el Museo de las Artes Decorativas de París, donde se pretende demostrar una vez más un ejemplo de la interacción entre la publicidad y el diseño.

Titulada "Ricard SA, desde 1932", la muestra reúne carteles, vídeos, obras de arte y objetos que "conforman la primera muestra centrada básicamente en la actividad publicitaria de Paul Ricard", destacó a Efe su comisaria, Réjane Bargiel.

La experta agregó que al igual que "Coca-Cola, el tabaco Gallois o la lata de sopa Campbell de Andy Warhol, Ricard permanece en el imaginario colectivo y se convierte en un estereotipo del mundo de los medios de comunicación de masa y del consumo".

Paul Ricard bautizó con su apellido los productos y la empresa que él mismo creo, al igual que ocurrió con otras marcas francesas perfectamente identificables, como Michelin, Citroën y Hermès, todas ellas convertidas en símbolos que contribuyen a avanzar frente a la competencia.

A lo largo de un recorrido cronológico que aborda desde 1932 hasta 2011, la exposición nos acerca a la vida del anís "Ricard", creado en 1932 y profundamente vinculado a los nueve decretos de prohibición y limitación del consumo y venta de alcohol franceses dictados desde 1915 hasta 1991.

De hecho, su aparición en el mercado se debe a que el Estado legalizó los anises secos de 40 grados para luchar contra el fraude en la producción de alcohol surgido por la interdicción que introdujo en 1922.

Desde 1951 hasta 1991 el Estado francés también luchó para restringir el apoyo de la publicidad y la comunicación al consumo de alcohol, por lo que Ricard tuvo que agudizar su ingenio y desplegar una gran creatividad para esquivar estos obstáculos.

Ricard, antiguo estudiante de Bellas Artes, conocía bien la importancia y teoría de los colores.

Así, inicialmente emplea el amarillo, que evoca el universo soleado de la Provenza de donde era originario (sur de Francia) y el azul, considerado por el historiador francés Michel Pastoureau como el "preferido en Occidente", en honor al mar Mediterráneo.

Más tarde, decide añadir el color rojo por cuestiones de grafismo, según los expertos de la exposición.

En 1939 el empresario decide partir de Marsella en busca de la "conquista de París", donde intensificó su comunicación mediática con campañas publicitarias como "Camarero, un Ricard".

En 1951 tuvo que afrontar la prohibición de publicidad de licores, lo que le sirvió para agudizar su ingenio a través de la creación de un servicio interno de publicidad responsable de la producción de anuncios y panfletos para la marca.

Su imparable eficacia le lleva a fundar un taller de cerámica, donde se realizan jarras y ceniceros, además de involucrarse en grandes manifestaciones deportivas y culturales para lanzar campañas de comunicación ajenas a los medios.

Decidió participar en el Tour de France a través de la organización de espectáculos musicales o la construcción del autódromo que lleva su mismo nombre.

También supo plasmar su ingenio en la creación de objetos como ceniceros, vasos, gorras y juegos de cartas para ser vendidos, y "reforzar la perennidad de la marca", algunos de los cuales se presentan igualmente en esta ocasión en París.

La exposición presenta una selección de las botellas que en 1993 Ricard encargó a varios artistas como el español Javier Mariscal bajo el título "La provenza de los impresionistas" y que reproducen paisajes de grandes artistas.

El recorrido de la muestra finaliza con una detallada explicación de cómo la compañía decidió en 2011 cambiar el diseño de la botella de anís "para evitar las copias" de las que estaba siendo víctima.

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