Los precios se han desplomado

El hundimiento de la pesca: boquerones a 0,70 en la lonja y a 7 euros para el público

  • Los 150 barcos que faenan en el Cantábrico tienen una cuota de 29.000 toneladas, con las que deberían ganar unos 45 millones, pero se quedarán lejos.
El hundimiento de la pesca: boquerones a 0,70 en la lonja y a 7 euros para el público
El hundimiento de la pesca: boquerones a 0,70 en la lonja y a 7 euros para el público
EP

Cuatro semanas más tarde de lo habitual debido a la Covid-19, el pasado 20 de abril, 150 barcos de cerco, la gran mayoría de ellos con certificado de pesca sostenible MSC, y unos 1.400 pescadores de Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco se hicieron a la mar y dieron así el pistoletazo de salida a la llamada 'costera de la anchoa'. Iban en pos de las 28.702 toneladas de cuota anual de una especie que tiene por nombre científico Engraulis Encrasicolus, y que tan apreciada es en la gastronomía española: anchoa, boquerón o bocarte, que éstas son sus diferentes denominaciones según la zona.

La auténtica 'reina' del Cantábrico y el principal sustento de los pescadores de bajura y sus familias durante la primavera, antes de que, ya en verano, comience la costera del bonito. Y es que es en esta época cuando suben millones de ejemplares de bocarte a la superficie marina y se concentran para reproducirse y criar.

En una campaña normal, como la del pasado año, en el que el precio medio en la lonja fue de 1,50 euros el kilo, esta pesquería debería de suponer unos ingresos para armadores y pescadores de unos 45 millones de euros, pero "por diversas circunstancias" esta costera es "atípica" y en los primeros días de este 2020 el precio medio en las rulas de Asturias, Cantabria y Galicia apenas se ha situado en los 0,70-0,80 euros el kilo. "Una ruina. No sacamos ni para el gasoil del barco", dicen los pescadores.

Eso sí, el precio de un kilo de boquerones frescos, procedentes de la lonja de Getaria (Gipuzkoa), comprados el viernes 25 de abril en una pescadería de un supermercado madrileño fue exactamente de 6,99 euros el kilo. Un 1.000% más caro que su precio de subasta en el puerto.

Un marinero del pesquero 'Itsas Lur' era categórico al descargar la primera anchoa de la temporada: "Aquí, en el puerto de Laredo (Cantabria), la primera anchoa de la temporada y... nuestro gozo en un pozo, a 0,60 euros; mañana, cuando vayáis a la pescadería, habrá que ver a qué precio os las cobran", se lamentaba el pasado 21 de abril desde el mismísimo barco. "Es una vergüenza que se rían así de los pescadores. Los que nos jugamos la vida en la mar. Está bien que el bocarte no sea tan grande como lo esperado (45 y 55 granos), y comenzó a pagarse 1,50 euros, pero a media tarde el precio se derrumbó hasta llegar a pagarse algunas partidas 0,60, 0,49 y llegó a bajar incluso hasta 0’08 céntimos. Una locura".

El desplome se achaca en gran medida "a falta de compradores y que las conserveras están trabajando a medio gas. Pero con las cuotas reducidas y el precio que no acompaña no cubrimos ni el precio del gasoil que consumen los barcos..." Por ejemplo, el segundo día pesca, día 22 de abril, "los barcos estaban a la altura de Burdeos, frente a Arcachon, donde tienen 7 horas de ruta al puerto más cercano de Euskadi o Cantabria".  "El objetivo en esta costera será no perder dinero y, aún eso, nos costará", dice el presidente de la Federación de Cofradías de Cantabria y Patrón Mayor de la de Santoña (Cantabria), Miguel Fernández.

Pero, ¿cuáles son las causas de este desplome del precio del bocarte, boquerón o anchoa en esta costera 2020? Primero hay que hacer una consideración previa dadas las rigurosas medidas de seguridad que se han debido de tomar debido a la crisis de la Covid-19. Los más de millar y medio de marineros han debido de pasar controles de temperatura y  tests del Coronavirus  para enrolarse en los barcos y poder pescar. A la mínima alarma, los barcos no pueden zarpar. 

Pero las dimensiones de los pesqueros impiden mantener las distancias de seguridad entre marineros y por ello se ha optado por reforzar el resto de los requisitos con equipos de protección individual como mascarillas, gel hidroalcohólicos y guantes. Además, al llegar a puerto se habilitan diversos puntos de descarga y cada buque tiene delimitada una zona. Igualmente, se confecciona una lista de buques con número de acceso y solo pueden saltar a tierra los marineros que trabajen en la descarga, para luego regresar al barco inmediatamente. Igualmente, en la sala de ventas, en la lonja, se pasa a la zona de muestreo en grupos reducidos y los compradores no pueden superar una línea divisoria marcada en el suelo para evitar aglomeraciones.

Finalmente, cada barco únicamente puede pescar un máximo de 6.000 kilos diarios, los barcos grandes, y 4.400 los pequeños. "¡Parece una guerra química! Marineros y compradores protegidos con mascarillas, guantes, pantallas...  Sin bromas, los saludos son a distancia, en el barco también andamos con cuidado... Hay miedo al contagio, se palpa en el ambiente. Y si encima no sacamos ni para pipas..." Explica Eduardo Carreño, patrón y armador del Ardorán. 

Las causas del bajo precio de la anchoa esta primavera se acumulan. Por un lado, a que se están pescando ejemplares pequeños, cuando los más cotizados, sobre todo por las conserveras, son los grandes (aquellos de 30 granos el kilo). Luego, según explica Miguel Fernández, "el  mercado está cayendo totalmente. Las conserveras, a las que se surte la mayor parte del producto, están también con una reducción de personal por las medidas de seguridad y no pueden desarrollar un trabajo normal, y por tanto no acuden a la lonja a comprar, y la hostelería, que es nuestro segundo gran cliente, está cerrada".

Los arrantzales (pescadores en Euskera) no levantan cabeza en esta costera de la anchoa, que es la clave para una buena temporada en el sector. En los primeros nueve días de la campaña, las 40 embarcaciones guipuzcoanas con base en los puertos de Getaria, Pasaia y Hondarribia han descargado 500 toneladas de anchoa y el precio medio no ha superado el euro en la lonja lo que hace asegurar al presidente de las cofradías de Gipuzkoa, Eduardo Elduayen, que esta primer semana de la costera "está siendo agridulce y nos deja muy preocupados". Las causas, esgrime Elduayen, son las mismas que las que expone su colega cántabro: el tamaño, "hay anchoa abundante, pero no de gran tamaño", que las conserveras están trabajando a medio gas, que el canal horeca está cerrado, y que muchas pescaderías también... Por lo que "si no hay consumo".

Sea o no a causa de la Covid-19, la mar, como antes hizo el campo, clama contra una situación que se ha vuelto "crítica" para su subsistencia. El sector primario está en el alambre. El presidente de las cofradías cántabras ponía un ejemplo de la situación que están viviendo, por ejemplo, los pescadores gallegos, que faenan en la costera del bocarte. Los barcos, durante la costera, sobre todo al principio, zarpan y descargan en los puertos cántabros o vascos, porque es allí donde se concentra el pescado, que va de Este a Oeste, y tras faenar durante quince días seguidos acercándose a puerto solo para descargar lo obtenido del mar y volver a ella, cogen unos días -dos o tres- de fiesta para volver a casa a estar con sus familias unas horas.

"Hay barcos gallegos, por ejemplo, que venden aquí, en Cantabria, y se van a casa cada 15 días. Ahora, los marineros, no pueden compartir autobús con otras tripulaciones, ni ir más de dos en un coche, con lo que el coste de ir y volver a casa ronda los 6.000 euros en conjunto. O sea que además de no ganar dinero", hay que recordar para los legos en la materia que en la mar se trabaja repartiendo las ganancias de la pesca, normalmente la mitad para el armador y la otra mitad para la tripulación, "se lo tienen que gastar en ir a ver a sus familias".

No son solo los barcos de cerco que van en busca de la anchoa los que claman. Esta misma semana, el armador Guillermo Busto retiró 4.000 kilos de merluza, pescada en el Cantábrico, no austral, de la lonja de Avilés cuando el precio de la misma cayó por debajo de un euro el kilo. "Es indigno pescar así", dijo el armador, que donó los 4.000 kilos de pescadilla al banco de alimentos.

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