Tras un mes al frente del Ejecutivo, Pedro Sánchez anunció, de forma solemne, el desembarco del buque Aquarius -con más de 600 inmigrantes a bordo- al puerto de Valencia. Una decisión con la que creyó resolver la crisis social que se vivía en el Mediterráneo. Unos años después -en plena crisis de Afganistán- ofreció España como refugio para los colaboradores afganos de las embajadas de la UE. Ahora, con el sonido de fondo de los tambores de guerra -ante un previsible enfrentamiento entre Ucrania y Rusia- parece que el presidente español no ha querido perder la oportunidad de mostrarle a la comunidad internacional su iniciativa con el envío de dos fragatas al Mar Negro. A diferencia de las anteriores acciones, esta vez lleva a cabo un despliegue militar contra los intereses del presidente ruso, Vladimir Putin, un experto en geopolítica que dirige un país donde se asientan nueve empresas de las 35 que conforman el Ibex, lo que supone casi el 25%.
La frontera entre Ucrania y Rusia vuelve a estar en la mira de los principales gobiernos de Occidente. En el último conflicto armado -que ocurrió en el año 2014- Rusia conquistó la península de Crimea, un territorio históricamente suyo, pero que Nikita Kruschev (líder de la URRS en ese momento) anexionó a la república soviética de Ucrania, sin atender a la posibilidad de que en un futuro todos estos territorios que conformaban dicha unión podrían acabar independizándose. Los rusos -que siempre han considerado Ucrania como su origen- ven -ante la posibilidad de que se adhiera a la OTAN- no solo peligrar su sueño de invadirla, sino algo incluso peor: la entrada de misiles americanos que se instalen a escasos kilómetros de su frontera.
La relación diplomática que tenía España con Rusia parecía incluso mejor que la que mantenía con Ucrania. De hecho, ha habido más visitas oficiales al país que preside Putin que a la propia Ucrania en los últimos años, donde destacan viajes oficiales de presidentes -como el de Mariano Rajoy en 2013-, ministros -como el de José Luis Ábalos en 2019- o reuniones entre los máximos titulares de la política exterior de cada país, como la mantenida entre Albares y Lavrov hace poco más de un mes. Un contexto que explica por qué hay asentadas más de un centenar de empresas españolas en Rusia, entre ellas muchas de las que más capitalizan.
Según el Instituto de Comercio Exterior (ICEX), hay nueve empresas que cotizan en el Ibex 35 (las compañías con mayor liquidez del país) en Rusia. Estas son muy dispares: empresas energéticas -como Iberdrola y Repsol-, tecnológicas -como Indra-, bancos -como BBVA-, cadenas hoteleras -como Melia-, compañías de vuelo -como IAG-, gigantes del diseño textil -como Inditex-, fabricantes de acero -como Acerinox- y hasta uno de los referentes mundiales del sector de la piscina, Fluidra.
La presencia de muchas de estas compañías no es un mero decorado en el país, sino que ayuda a su desarrollo económico. Así, Iberdrola construyó una subestación de una central hidráulica tras conseguir un contrato por un valor de 32 millones; Indra alcanzó en 2011 una alianza con Russian Technologies, que es el principal holding de empresas tecnológicas de Rusia, e Inditex, cuya expansión por dicho país ha ido aumentando sin pausa con los años, se ha convertido en el segundo lugar del mundo que más tiendas concentra del grupo. Una realidad que no han seguido otras compañías, como Repsol, que, aunque mantiene presencia comercial, con los años ha ido 'desapareciendo' del mercado ruso en busca de otros lugares más competitivos.
También hay otras compañías que no cotizan en el principal índice bursátil de la Bolsa española, pero que tienen renombre y prensencia, como Gestamp, que abrió en 2016, a unos 1.000 kilómetros al sureste de Moscú, su cuarta planta de fabricación en el país, la escuela de negocios de IE business School o la empresa de productos de baño, Roca.
España cuenta en Rusia con hasta 118 empresas nacionales, mientras que en Ucrania tiene 27. De entre todas ellas, Roca e Inditex son las dos compañías más afectadas ya que se encuentran con oficinas en ambos países. En el mes de diciembre -cuando el conflicto empezaba a copar titulares en la prensa- la empresa especializada en productos de baño aseguró que "no queremos posicionarnos". Una respuesta que expresa la complicada situación que viven las dos compañías.
Uno de los expertos consultados por este periódico afirma que "las compañías que estén en Rusia van a estar mucho más afectadas, sobre todo sabiendo como es Putin". Sánchez puede presumir de dirigir un país europeo que apenas depende del gas de Rusia (tiene en torno a un 8%). Quizá, esto último le ha podido incitar a eludir la prudencia (principal virtud que debe tener un gobernante) y tomar decisiones precipitadas. De momento, se desconocen los efectos que tendrán estos movimientos militares y si el porvenir de las empresas españolas en Rusia se verá afectado.
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