Saracho espeta a Ron que el Popular "no era sólido, no era líquido, era gaseoso"

  • Dice que en el momento en el que asumió las riendas de la entidad, a principios de 2017, sabía que podía acabar siendo intervenida.
Emilio Saracho
Emilio Saracho
José González
Emilio Saracho
Emilio Saracho durante su comparecencia ante la Comisión del Congreso que investiga la crisis financiera y el rescate bancario. /Jose González

El expresidente del Popular, Emilio Saracho, replicó hoy a Ángel Ron que aceptó el cargo por responsabilidad ante la negativa a asumirlo de otros banqueros porque el Popular "era el problema número uno del sistema bancario europeo" porque no conseguía velocidad de escape suficiente, para que “no tuvieran que darle palmaditas para que salga”.

“El Popular no era sólido, no era líquido, era gaseoso”, espetó durante su intervención en la comisión de la crisis financiera del Congreso, donde reprochó el haberse mantenido durante una década gracias a una “prestidigitación regulatoria que ha permitido al señor Ron que pudiera llevar este banco durante una década”. Según su relato solo sale cuando se ha evaporado un 98% del valor de la entidad, algo impensable en otras instituciones, “en el 90% de las compañías que conozco cuando se reduce el 30% cambia el presidente”.

En banquero denunció que el Popular había sido incapaz de reducir en ningún momento el peso del inmobiliario después de embarcarse en una expansión que multiplicó por cuanto su exposición, y cuando el resto de bancos sí lo redujeron, por la gestión y porque había pastoreado a la supervisión. “Yo tuve la desgracia de tomar los mandos y rematé la jugada con el 2% que quedaba”, dijo en relación a que perdió todo el valor remanente con la resolución. “No estoy nada satisfecho. Cero satisfecho porque no era para lo que vine”, recalcó.

Según su versión el banco atravesaba un problema regulatorio, de solvencia y credibilidad que el mismo consejo había “perdido a chorros” discutiendo en “uno y otros periódicos”, en alusión a las filtraciones de los problemas internos. "El banco era un banco que merecía la pena, pero no porque iba a ser un triunfo, podía ser un fracaso, pero a mí me pareció que alguien tenía que hacerlo", espetó, subrayando que "nadie ha querido hacer que este banco desapareciese" incluyendo en ese colectivo al Banco de España o al exministro de Economía, Luis de Guindos.

"Es como que el bombero quemó la casa. La casa ardió ¿qué interés voy a tener yo en quemar la casa?" se defendió, en respuesta a las acusaciones directas de Ron en el mismo Congreso. Según el banquero, la entidad hubiese superado el problema del ladrillo de no cambiar las normas de provisiones desde el 2012 o si en lugar de efectuar dos ampliaciones de capital que consideró pequeñas y otras operaciones para reforzar solvencia y ampliar dotaciones, hubiese tomado “una o dos máximas operaciones sustantivas y suficientes”.

Cuando él tomó las riendas empezó a rodar la búsqueda de una fusión o una macroampliación de capital, que dijo que no se acometió por ser “dilutiva y destructiva para los accionistas y que había que evitarla” hasta saber bien cuál era el estado real del balance y qué déficit de provisiones acusaba.

Cuatro meses antes

El expresidente del Popular, Emilio Saracho, desveló también que el banco estuvo a punto "de desaparecer" en febrero de 2017, cuatro meses antes de la resolución, si hubiese tenido que reformular las cuentas del ejercicio previo como defendía la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), aunque finalmente y tras dos reuniones se evitó esa decisión.

El banco había solicitado una revisión de las cuentas de 2016 para evitarse la aparición de problemas ocultos como le ocurrió a Bankia y por consejo de Uría Menéndez, con el resultado de encontrar déficits y ajustes en solvencia por unos 600 millones que finalmente se incorporaron a las cuentas con una reexpresión, y evitando la reformulación. “Estuvimos discutiendo entre ocho y nueve días la desaparición del Popular”, refirió.

Emilio Saracho también apuntó a las declaraciones de la presidenta de la JUR, Elke König, como el punto de inflexión que convirtió una crisis de liquidez en imparable. "No podemos manejar que la persona de supervisión diga que nos está mirando. Eso no lo resiste nadie. Le puedo asegurar que tienen una corrida de depósitos inmanejable", afirmó durante su comparecencia en la Comisión que investiga la crisis en el Congreso.

Además aseguró que, no obstante, la viabilidad del banco estaba en el aire. "Este banco estaba condenado. Yo no lo sabía, es posible que Ron tampoco, pero en el entorno regulatorio que estamos (...) este banco no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir", refirió asegurando que no era realista pensar que tenía futuro sin entrar en una operación corporativa. “Este banco perdió su independencia mucho antes de lo que creía Ron”, remarcó.

Según sus cálculos arrastraba un déficit de capital de 5.500 millones que podría reducirse a 4.000 millones después de vender la filial de EEUU Totalbank y WiZink, y el resto debía levantarse en una ampliación de capital que consideró irreal porque dejaba en cero el valor de los accionistas que además difícilmente la aprobarían como se precisaba en junta. ”No podíamos levantar 5.500 millones ni despierto ni durmiendo”, indicó.

El banquero relató que el Santander se quedó solo en el proceso abierto para una fusión, tras caerse Sabadell, CaixaBank y BBVA, pero exigía fijar un valor negativo (recibir ayudas) para seguir adelante. Bajo este escenario y dado que había 30.000 millones en depósitos no garantizados que en una liquidación se exponían a quitas, defendió que la resolución "fue un milagro", que evitó "un desastre mayor".

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