Se cumplen cinco años de la OPA más descacharrante de la historia de España

  • El lunes 5 de septiembre de 2005 Gas Natural ofreció 21,3 euros por cada acción de Endesa y desató la mayor batalla empresarial de la historia de España. La prima era del 19,4%, lo cual aparentemente no estaba nada mal, visto el encefalograma plano que había mostrado la acción de Endesa durante los últimos seis meses. Pero, inmediatamente surgieron los gritos al cielo: ¡los catalanes quieren controlar la energía de España!
E.Utrera

La primera reacción del presidente de Endesa, Manuel Pizarro, fue comparecer en público con una Constitución española en la mano, y como si fuera un telepredicador, oponerse a ese asalto. Para él Endesa no valía 21 euros sino 45 euros.

La afirmación provocó carcajadas en los bancos de inversión, según reconoció el propio empresario, abogado y político aragonés. Ninguno de ellos podía sospechar entonces que los accionistas de Endesa acabarían más que doblando el valor de unas acciones que antes de la guerra de opas vagaban sin pena ni gloria por el parqué, por debajo de los 20 euros. Al final, se metieron en el bolsillo 41,3 por acción, dividendo aparte.

Pero hasta ese momento transcurrieron veinte largos, tensos y descacharrantes meses en los que hubo de todo: encuentros, desencuentros, lealtades, engaños, intrigas, insidias, amenazas, imprevisibles y extraños compañeros de alcoba, vencedores y vencidos.Casi nada fue lo que pareció y la historia terminó con un galán italiano –Enel- llevándose a la chica más guapa de la fiesta que hasta la extenuación habían cortejado un pretendiente catalán, Gas Natural, y otro alemán, E.ON.

Entre medias, se había librado una batalla empresarial, política, judicial e informativa sin precedentes de la historia de España. Todo empezó un 5 de septiembre con la OPA hostil de Gas Natural sobre Endesa cuyo éxito era, en los términos planteados, una quimera. Efectivamente, el precio no era precisamente generoso: Gas ofrecía 7,45 euros en metálico y el resto -13,85 euros- en acciones del propio grupo catalán.

Por lo tanto, el principal defecto venía ya de fábrica, en los mismos términos económicos de la oferta. Pero su lanzamiento tardó un segundo en levantar una polvareda política y mediática extraordinaria. Endesa planteó una defensa tan numantina como eficaz –en los tribunales, en los mercados y en los medios de comunicación- y desde el Partido Popular se clamó contra el presunto apoyo socialista a su ‘amiga’ La Caixa, primer accionista de la gasista. El 8 de noviembre, la Comisión Nacional de la Energía (CNE), presidida por una ex diputada del Partido Socialista de Catalunya, aprobaba la OPA con 19 condiciones que Gas Natural calificó de “asumibles”. La gran batalla estaba en marcha.

Aunque en la larga guerra Gas Natural ya no pasaría ya de sujeto pasivo, la OPA era un hecho y el cambio de control de Endesa una realidad irreversible. Lo que estaba en juego era nada menos que el control de la energía en España y ninguno de los protagonistas de la historia iba a reparar en gastos para sacar tajada a una oportunidad histórica.

E.ON entra en escena

Casi habían pasado seis largos meses cuando apareció E.ON. Un transatlántico energético participado por el Estado alemán que en 2005 tenía 30 millones de clientes y una cifra de facturación de 56.400 millones de euros que, a diferencia de Gas Natural, prometía pagar su oferta íntegramente en efectivo.

Por lo tanto, E.ON se convertía en el mejor compañero de alcoba para Pizarro y sus huestes, sabedores de que sólo un caballero blanco con el bolsillo lleno y la financiación asegurada – de la mano de Citigroup, JP Morgan, Deutsche Bank y HSBC-. Para Endesa, E.ON era el cortafuegos ideal para parar la ofensiva iniciada en Barcelona y, de paso, hacer subir las acciones de Endesa.

Pero E.ON fue mucho más que eso. El gigante teutón se vio ante una oportunidad sencillamente impensable antes de que Gas Natural abriera la caja de los truenos. De golpe y porrazo, la llave que abría la puerta al control de la energía en España estaba a tiro. Aunque sabía que el campo de batalla estaba plagado de minas, el grupo alemán decidió quemar sus naves para sacar adelante una compra que hubiera ofrecido un saldo mareante: la eventual integración habría dado lugar a la mayor empresa de electricidad y gas del mundo con más de 50 millones de clientes, 107 empleados y unas ventas conjuntas de las dos empresas de 608.000 de kilovatios por hora de electricidad y 945.000 millones de kilovatios por hora de gas.

Mientras, en el Gobierno crecía la desazón: España empezaba a ser para Alemania algo más que un destino para las vacaciones. En la arena política se estaba jugando un partido paralelo con Endesa en juego y las posiciones empezaban a definirse con relativa claridad.El Partido Popular, tan beligerante con la OPA de Gas, hizo de su capa un sayo y calló y otorgó cuando E.ON presentó sus credenciales: 27,5 euros por acción, un 30% más que el grupo participado por la Caixa. La batalla por Endesa ya estaba totalmente politizada. Tanto que Carod Rovira, presidente por entonces de Esquerra Republicana de Cataluña, usó la expresión “catalanofobia empresarial”.

La guerra, que traspasaba ya los Pirineos, no podía quedarse en una simple cuestión local. Con E.ON en juego y la Comisión Nacional de la Energía marcando el terreno al grupo alemán, entró en escena la comisaria de competencia europea, Neelie Kroes, que se convirtió en el látigo del vicepresidente económico Pedro Solbes. Kroes puso el colofón al segundo acto de la OPA pidiendo que se levantaran las condiciones impuestas a E.ON para comprar Endesa. Por entonces ya estaba claro que el bloqueo institucional a la ofensiva de la compañía alemana era un hecho.

Entrecanales y Enel dictan sentencia

Noviembre de 2006 marcó el principio del fin para E.ON con la irrupción de otro matrimonio de conveniencia y, a la postre, extraordinariamente rentable para las arcas de sus protagonistas. Acciona cambia totalmente el decorado con la compra del 10% de Endesa y manifiesta su intención de alcanzar el 25%, el límite máximo antes de lanzar una OPA. El salto a la operación más jugosa de la historia del grupo presidido por José Manuel Entrecanales lo financia el Banco Santander de Emilio Botín.

Palabras mayores… máxime cuando la italiana Enel –como E.ON también participada por el Estado, en este caso el italiano- remató la faena en febrero de 2007 con la compra 10% y el anuncio de que habría más. Quedaba claro que la pinza está hecha, por más que la aparición de Enel fue una sorpresa mayúscula –el último conejo que salió de la chistera del presidente Zapatero- incluso para Acciona.

Aunque el presidente de E.On, Wulf Bernotat, elevó el precio de la OPA a 40 euros para solaz de los accionistas de Endesa, la decisión era ya un brindis al sol. Pero otra vez muy rentable para los accionistas de Endesa.

En marzo de 2007, Acciona y Enel se comprometieron a lanzar una OPA conjunta sobre Endesa a, al menos, 41 euros. Es el final, el remate de la comedia. E.ON se retiró a cambio de activos de Endesa en España, Portugal e Italia. Ya en 2009, Acciona vendió a Enel su 25% en Endesa a cambio del negocio de energías renovables de Endesa más 8.000 millones.

Terminaba una guerra en la que ese discreto pagador llamado Gas Natural consiguió el más difícil todavía: puso en el escaparate a la novia más guapa del sector eléctrico español, permitió a un grupo extranjero pescar en río revuelto, y de paso, llenó el bolsillo a los incrédulos accionistas de Endesa, que doblaron su inversión en una operación tan intrincada como, muy posiblemente, irrepetible.

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