Crisis energética

La sexta ola del precio de la luz amenaza la promesa estrella de Sánchez este 2021

Facua estima que para que el presidente del Gobierno pueda cumplir su palabra, las eléctricas tendrían que pagar una factura a los consumidores después de la electricidad contabilice un repunte interanual del 15%. 

Pedro Sánchez
La sexta ola del precio de la luz amenaza la promesa estrella de Sánchez este 2021. 
EFE

Si Moncloa diera un vistazo a los precios que marcan los futuros de la electricidad se llevaría las manos a la cabeza. El mercado de derivados de Bolsas y Mercados Españoles (BME) muestra una clara tendencia al alza durante las próximas semanas. Este “pequeño inconveniente” va a hacer imposible cumplir la promesa que Pedro Sánchez realizó en el mes de septiembre, al asegurar que los consumidores eléctricos pagarían por la luz lo mismo que en 2018. Se trata de la denominada ‘sexta ola’ de incremento de los precios energéticos que, desde marzo, están azotando las economías, principalmente, europeas.

Tras el pasado sábado y hoy domingo, día en el que la luz bajará de los 200 euros por megavatio hora (MWh), en la semana del puente de la Constitución el precio de la electricidad ascenderá a los 247,17 euros por MWh, con puntas de hasta 257 euros. La tónica se mantendrá durante toda la semana, sumando una nueva losa a la factura que muchos españoles tendrán que afrontar a final de año. El resto del mes de diciembre continuará en la misma línea, con medias cercanas a los 245 euros, dando un respiro los fines de semana. Este fenómeno se debe a que son días de menor demanda energética. Al menos este año el vaivén de precios permitirá que el 25 de diciembre la cena de Navidad pueda ser algo más asequible para los bolsillos de los sufridos consumidores domésticos.

Las previsiones coinciden con las de las asociaciones de consumidores. Facua estima que para que el presidente del Gobierno pueda cumplir su palabra, las compañías eléctricas tendrían que enviar a sus clientes una factura a devolver, es decir, pagando a sus consumidores parte de los incrementos derivados de los meses anteriores. La asociación considera que el precio medio a ingresar en sus cuentas sería de unos 12 euros, ya que noviembre ha registrado el segundo récord, con una media de 115 euros por consumidor. Este indicador se une al histórico de octubre, el mes más caro de la historia. En términos interanuales, el crecimiento es de casi un 15% con respecto a 2018, momento en el que la media anual se situaba en los 77,18 euros.

Pero si el término del año pinta mal, mejor no mirar de enero en adelante. Según las previsiones de las principales firmas de futuros, el primer mes del año será el tsunami de la ‘sexta ola’ del precio de la luz en España. La crisis en Europa del Este, el precio del gas y el previsible aumento del frío traerán a la península precios nunca antes vistos con medias de 275 euros y puntas de hasta 286 euros. El año nuevo será complicado, pero peor se plantea la festividad de los Reyes Magos, en la que será más rentable el regalo de carbón para calentarse que el de gas, ya que los precios aumentarán considerablemente durante todo el mes de enero. Habrá que esperar hasta el segundo trimestre de 2022, siempre que la demanda asiática se modere y el frío no sea tan crudo, para que se produzca la esperada bajada de precios en el mercado del gas, momento en el que las palabras de Sánchez podrán cumplirse… tres meses después.

En búsqueda del relato perfecto

Sobre los despachos monclovitas golpean como un martillo las palabras del presidente: “Los consumidores pagarán una cuantía similar y semejante a la que pagaron en 2018”. Como siempre en política, la palabra puede matizarse, así que los argumentarios que se preparan en la capital política del país se centran ahora en determinar qué es una cuantía similar y semejante y, sobre todo, definir bien qué es un consumidor. Con respecto a la primera de las cuestiones, 2018 no fue elegido al azar. Por el contrario, se trata de uno de los años más caros de la serie histórica, sólo por debajo de 2011 y 2015. Este dato es fundamental, ya que en principio permitiría que el aumento no fuera tan brutal con respecto a otros años. En 2009 el precio de la electricidad anual fue de 603 euros, frente a los cerca de 900 euros con los que, presumiblemente, cerrará 2021.

La segunda derivada es el sujeto paciente (y nunca mejor dicho). Facua realiza sus cálculos con base en un usuario medio que tiene contratada una potencia de 4,4 kWh durante las horas punta y valle, y con un consumo de 366 kWh mensuales. El gobierno es consciente de que, de seguir este modelo de consumidor, su promesa será irrealizable en todos los sentidos, así que buscará otros perfiles en los que poder argumentar que la subida no es tal como plantean los números. Con gran probabilidad, los esfuerzos se centrarán en otros colectivos, como los consumidores acogidos al mercado libre que están al margen de las subidas producidas en el mercado mayorista. No son precisamente pocos y además son también beneficiados de las medidas fiscales acometidas por el Ejecutivo, por lo que, en su caso, el recibo sí se reducirá de una manera sustancial. Otra cosa distinta es lo que ocurra en el mercado regulado, en el que están registrados más de diez millones de usuarios, y que están sometidos a la volatilidad y escalada de precios energéticos. Aquí las posibilidades de mejora son escasas y tan sólo una medida estrella podría hacer que la factura de la luz bajara, en términos absolutos, el 20% que le resta para cumplir la palabra de Pedro Sánchez.

El repertorio de medidas es escaso, vista la facilidad con la que los despachos de abogados desmontan las medidas que se han presentado contra las empresas eléctricas. Tampoco en el aspecto fiscal el recorrido es mucho mayor. Quedaría el resquicio de volver a modificar el régimen impositivo, pasando del 10% actual de la factura de la electricidad al ‘supereducido’ 4%. Medidas que, al fin y al cabo, suponen una merma para las arcas públicas y que son necesarias también para cuadrar las cuentas del erario cuando termine el ejercicio. En cualquier caso, no sería de extrañar que el fin de año nos depare alguna sorpresa. En el sector aun pesa, y mucho, la publicación, un 28 de diciembre de 2012, de la ley 15/2012 de medidas fiscales para la sostenibilidad energética que estableció el impuesto sobre la producción de la energía eléctrica. Los departamentos de regulación de las grandes compañías energéticas temen que pueda repetirse la jugada para hacer cumplir la máxima presidencial, y es que 'una palabra suya, bastará para cabrearnos'.

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