Creen que "no es la solución"

Los socios catalanes del Gobierno dudan que Francia apoye el Midcat en 8 meses

La ministra Ribera estima que el gasoducto que una España y Francia pueda estar en funcionamiento en ocho o nueve meses. Sin embargo, la Generalitat no ve realistas estos tiempos, ni tampoco lo hace ERC. 

Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Gabriel Rufián en el Congreso
Los socios catalanes dudan que Francia apoye el Midcat en el plazo del Gobierno. 
Europa Press

El proyecto del gasoducto MidCat ha tomado una posición relevante en el debate de la crisis energética después de que el pasado jueves el canciller alemán Olaf Scholz lamentase que se frenara su construcción en 2019, ya que “hubiera contribuido masivamente a relajar la situación actual” en la que tratan de reducir su dependencia del gas ruso. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, cogió el guante tendido por el representante germano, fijando el plazo de construcción de la parte española del gasoducto entre los ocho y los nueve meses. Sin embargo, la Generalitat no ve “realista ni responsable” esta acotación, como tampoco lo hacen los socios del Gobierno central de Esquerra Republicana (ERC), que han manifestado sus dudas a este medio.

Para ERC, el cumplimiento de estos tiempos tendría “algo de magia” debido a los numerosos trámites que ha de superar el proyecto, como permisos y declaraciones de impacto medioambiental y lo que es más, conseguir la aprobación del Gobierno encabezado por Emmanuel Macron. El partido catalán está a favor de la construcción del gaseoducto, en la línea de lo defendido por el conseller de Economía y Hacienda de la Generalitat, Jaume Giró, pero demanda mayores concreciones por parte del Ejecutivo de por qué entienden que puede ser factible llevar a cabo una obra de tal envergadura, que requiere tiempo por complejidad y que además debe superar trabas administrativas que escalan al plano de la diplomacia, en cuestión de meses.

El proyecto está sobre la mesa desde 2003, pero en 2019, con las obras iniciadas, se tomó la decisión de abandonar su construcción después de que los organismos de los países implicados emitieran dictámenes desfavorables que hacían referencia al alto impacto medioambiental y el escaso interés económico, en un escenario en el que el asequible gas ruso resultaba mucho más interesante. El presidente de la patronal Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre, ha admitido en una entrevista en TVE que Francia ha ejercido de freno en los últimos años, lo que ha producido que el gaseoducto no sea a día de hoy una realidad. No obstante, descarta que el gobierno galo vaya a obstaculizarlo después de que Alemania haya manifestado su apoyo a la infraestructura.

El representante de los empresarios catalanes, entiende que todas las piezas del puzzle están “bien encajadas” para que el proyecto tome forma en los próximos meses, aunque no ha determinado en cuántos. El Gobierno central también comparte este optimismo, pero es consciente de que el beneplácito francés va a condicionar la ejecución del proyecto. “Tiene poco sentido que nosotros corramos mucho si, del lado francés, se convierte en un callejón sin salida”, señaló la ministra. Ribera invitó al canciller alemán a formar parte de las reuniones para su construcción después de que Scholz afirmase estar en contacto con sus colegas de Portugal, España y Francia y la presidenta de la Comisión Europea para transportar gas de la península a Europa. Además, este martes Pedro Sánchez ha hecho público que se reunirá con el canciller en octubre para abordar el proyecto. 

Igual de importante, sería vencer las reticencias expresadas por la Comisión Europea en el pasado 2018 por no considerarlo rentable, para poder financiarlo con fondos comunitarios. Su postura podría cambiar gracias al hidrógeno verde, puesto que von der Leyen ha manifestado en ocasiones anteriores que España es un país “muy atractivo” para esta energía. Por ello, ERC entiende imprescindible que al retomarse el proyecto se incorporen perspectivas a futuro que incluyan la adaptación para el transporte de hidrógeno verde. “No se puede contemplar como un tubo que solo transporte gas, tiene que enfocarse a la salida de hidrógeno verde, si no será un proyecto poco ambicioso”, señalan.

Este es el enfoque defendido por la vicepresidente Ribera, que aboga por un plan a 30 y 50 años que permita adaptarse a este cambio. Sin embargo, incluso en este supuesto, las fuentes del partido republicano transmiten que el gasoducto no va a ser la solución al problema de suministro que enfrenta Europa. “Es una razón de números, no dan las cuentas”. En la misma línea se pronunció el conseller de Economía y Hacienda de la Generalitat de Junts, que avanzó que la capacidad de transporte será de 8.000 millones de metros cúbicos al año (bcm), mientras la demanda del continente asciende a 489.000, por lo que, a su parecer, podría no constituir una prioridad para Francia, que obtiene el 70% de su electricidad a través de centrales nucleares.

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