Telefónica se rodea de caballeros mientas prepara una mejora de la oferta por Vivo

  • Telefónica se ha rodeado de lo más granado del mundo financiero para lanzar su ofensiva final por Vivo. La operadora española se ha garantizado el respaldo de alrededor del 20% del capital de Portugal Telecom mientras prepara una mejora de su oferta de 6.500 millones por el grupo brasileño.

E.Utrera/R.Ugalde

Telefónica ha puesto en práctica la máxima de que la mejor defensa es un buen ataque y, antes de ver cómo Portugal Telecom le veta sus derechos de voto por el 10% que posee en la operadora lusa, ha decidido vender un 8% a inversores afines, una operación valorada en 630 millones a precio de mercado.

UBS y TPG se han convertido en los caballeros blancos de la compañía presidida por César Alierta, y votarán a su favor el próximo miércoles, en la Junta General que celebrará el grupo portugués para decidir si acepta la oferta de 6.500 millones realizada por Telefónica para hacerse con el 50% posee PT en Brasilcel.

La operadora española ya controla la otra mitad de la compañía brasileña y, por tanto, con esta operación se haría con todo el control de Vivo, su verdadero objeto de deseo, propiedad en un 60% por Brasicel.

Dispuesta a ganar la batalla cueste lo que cueste, la española se ha garantizado el respaldo de cerca del 20% en la próxima junta. Además, el 5,84% de UBS, del 4,24% de TPG y del 2,02% que sigue controlando ella misma, en las cuatro últimas semanas grandes grupos financieros como Barclays, Deutsche Bank o Norge Bank han aflorado participaciones del 2,48%, el 2,36% y el 2,13% respectivamente.

Como la suma de todas estas participaciones se sitúa por debajo del límite del 30% a partir del cual es obligado a lanzar una opa, estos inversores pueden actuar de manera conjunta sin represalias. En el otro lado de la balanza, los accionistas decididamente afines a Portugal Telecom –Espirito Santo, Brandes, Caixa Geral y RS Holding- tienen el 29,95% y se colocan justo al límite de ser acusados de actuar en concierto y tener que lanzar una opa.

A pesar de cómo se han reforzado los dos bandos en las últimas semanas, carecen del control necesario para garantizarse el éxito y, por tanto, la última palabra estará en manos de los pequeños inversores, fundamentalmente fondos de inversión, ya que el free float–porcentaje de acciones que se negocian libremente en bolsa- del grupo portugués es, después de los últimos movimientos en el capital, de casi el 45%.

Para ganarse su apoyo, Telefónica propuso incluir en el orden del día de la próxima junta el reparto de un dividendo extraordinario de un euro si sale adelante su oferta por Brasilcel, propuesta que ha sido rechazada por la operadora lusa.

Dispuesta a seguir luchando hasta el final para granjearse el respaldo de los minoritarios -fondos e inversores particulares-, la operadora prepara un aumento de su oferta económica que podría rondar los 500 millones, hasta el entorno de los 7.000 millones.

Sin embargo, el consejo de administración de Portugal Telecom pide todavía más por su 50% de Brasicel, entre 7.500 y 8.200 millones, prácticamente la misma cifra que vale ella misma en bolsa.

La operadora lusa capitaliza cerca de 8.000 millones, gracias a la revalorización del 25% que acumulan sus títulos desde el pasado 11 de mayo, cuando Telefónica presentó su primera oferta, de 5.700 millones por Brasicel. Estos números permiten comprender que, si PT sigue bloqueando la venta de Brasilcel, la española esté dispuesta a lanzarle una opa.

Batalla final

La ofensiva de Telefónica por Vivo no tiene marcha atrás. Fuentes de la operadora aseguran que si la operación no sale “rompemos la sociedad conjunta –Brasilcel- y seguimos haciendo todo lo posible para quedarnos con Vivo. Pero no hay marcha atrás. Esto es un divorcio en toda regla”.

La batalla es encarnizada. El 2,02% que desde ayer mantiene Telefónica en el capital no es un porcentaje azaroso. Más o menos, coincide con el algo más del 2% de autocartera que tiene Portugal Telecom. Telefónica está dispuesta a impedir que los representantes de la operadora lusa puedan hacer valer sus derechos de voto si el grupo español tampoco puede hacerlo. Una pieza más en el complicado engranaje de una operación en la que los detalles prometen ser decisivos.

El interés de Telefónica por Vivo tiene un número, los 2.800 millones de ahorros que prevé conseguir por las sinergias con Telesp, su filial de telefonía fija brasileña, y dos motivos de fondo: el potencial del país carioca y el fuerte desarrollo de las comunicaciones móviles.

Brasil es vista por los expertos como la económía en desarrollo más pujante del momento y, sólo en 2009, la telefonía móvil se extendió en el país un 30%, frente a las estimaciones de que los aparatos fijos sufrirán caídas anuales del 2%3% en los próximos años.

Con este escenario en el horizonte, Telefónica lleva muchos años intentando reforzarse en Brasil. Hace seis años su objeto de deseo fue Embratel, la operadora líder del país, que terminó en manos de Telmex, propiedad del multimillonario Carlos Slim. El pasado ejercicio lo intentó con GVT, pero Vivendi la robó la mano. Y ahora vuelve a la carga con Vivo, convencida de cumplir el refrán español de que "a la tercera va la vencida".

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