Temor a la desaceleración económica marca las elecciones en Nueva Zelanda

  • El temor de una desaceleración de la economía en Nueva Zelanda, que se recupera de la recesión y de los devastadores terremotos de 2010 y 2011, afectará el voto de los ciudadanos en los comicios generales del próximo 20 de septiembre.

Sídney (Australia), 16 sep.- El temor de una desaceleración de la economía en Nueva Zelanda, que se recupera de la recesión y de los devastadores terremotos de 2010 y 2011, afectará el voto de los ciudadanos en los comicios generales del próximo 20 de septiembre.

El crecimiento económico estaba impulsado por las exportaciones a China, principalmente de leche en polvo y madera, y un aumento temporal de las obras de construcción tras el terremoto de Christchurch en 2011, que causó 185 muertos y destruyó gran parte de la ciudad, la mayor de la Isla Sur, con más de 30.000 casas dañadas.

Pero el desplome en un 40 por ciento del precios de los productos lácteos desde febrero pasado, en una situación económicamente desfavorable para Nueva Zelanda que se combina con la volatilidad del precio de las materias primas, hicieron saltar las alarmas.

A esto se suman los temores de que la economía se vea afectada por la disminución del programa de estímulo a los proyectos para la reconstrucción tras los terremotos en la región de Canterbury en unos 33.297 millones de dólares (25.316 millones de euros), según la prensa neozelandesa.

A pocas semanas de las elecciones, el ministro de Finanzas, Bill English, hizo público un informe sobre la situación fiscal y económica que prevé un menor superávit para este año y una menor expansión económica del 3,8 por ciento en comparación al 4 por ciento previsto inicialmente.

También se vislumbra un modesto superávit de unos 250 millones de dólares para el año fiscal de 2015, menor a los 308 millones inicialmente pronosticados, tras años de déficit desde 2009, cuando las cuentas nacionales fueron afectadas principalmente por la crisis financiera mundial y los terremotos de 2010 y 2011.

El superávit, según el análisis gubernamental, aumentará hasta el año 2018, y además se logrará una caída de la deuda neta que se situará en un 20 por ciento del PIB para el 2021.

En cuanto al desempleo, que ronda el 5,6 por ciento, su tasa caería a un 4,5 por ciento para el 2018 en Nueva Zelanda, un país en que los precios de las viviendas están considerados como los más altos del mundo.

Ante este panorama, el primer ministro, el conservador John Key, quien es favorito en los próximos comicios, reitera una y otra vez el buen manejo económico de su gestión desde que entró en el poder en 2008.

"Nosotros haremos todo lo posible para construir una economía sólida", aseguró el líder del Partido Nacional durante la campaña, en la que destacó que los asuntos económicos son los que importan al electorado.

Así lo parece confirmar una reciente encuesta en Nueva Zelanda elaborada por Roy Morgan que reveló que el 41 por ciento de los electores está preocupado por los problemas económicos, mientras que los asuntos internacionales que dominan entre un 35 por ciento de los encuestados son la guerra y el terrorismo.

Por su lado, el laborista David Cunliffe, también piensa en la economía, pero busca centrarse en políticas que busquen atajar la desigualdad social, los desequilibrios en el mercado inmobiliario y de las divisas, así como la desaceleración económica que se teme caiga a 2 por ciento para 2017.

Como parte de su propuesta, los laboristas neozelandeses proponen, entre otras medidas, el aumento del sueldo mínimo en 1,68 horas más la hora en los cien primeros días de gobierno, y los laboristas han propuesto un 36 por ciento de impuestos a los neozelandeses que ganen más de 125.000 dólares (95.000 euros).

Asimismo el partido opositor propone la introducción de un impuesto a las ganancias de capital de 15 por ciento, que excluye a las familias, para prevenir el enriquecimiento a través de la especulación en el mercado inmobiliario y otros activos.

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