En plena crisis de Gobierno

Los 'temporales' apelan a Díaz: "Sueño con la derogación de la reforma laboral"

Trabajadores sin contrato indefinido y de sectores muy diversos lamentan su situación laboral por la temporalidad que sufren. Para ellos supone "inseguridad e inestabilidad" para desarrollar sus funciones.

El dependiente de una tienda de juguetes coloca artículos
Los 'temporales' apelan a Díaz: "Sueño con la derogación de la reforma laboral".
Europa Press

"¡Es una mierda y una injusticia!", sostiene un empleado temporal de la consejería de Economía de Madrid, que se encuentra apoyado en la fachada mientras atisba a las personas que pasean por la estrecha calle a la que da el edificio donde trabaja. Tras darle una calada al cigarro, continúa, "aquí hay un batiburrillo de todo, pero hay un montón de temporales" y, mientras el humo aún sale de su boca, sentencia: "No es justo que tras quince años trabajando no te den una plaza y que encima te hagan una prueba". Como él hay miles de trabajadores de sectores muy diversos -desde la restauración hasta la Administración del Estado- que desconocen lo que es un contrato indefinido. Una situación que divide a la opinión pública y cuya preocupación se ha trasladado al Ejecutivo.

El pasado viernes, el partido minoritario del Gobierno de coalición -Unidas Podemos- pidió de manera "urgente" una reunión con sus socios socialistas para revisar su acuerdo de legislatura. Una decisión que no esperaban estos últimos y a la que respondieron 'sorprendidos' diciendo que "el grado de cumplimiento (del pacto) es alto y estamos satisfechos". La razón principal del partido que dirige la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, se debe a la "injerencia" de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, en la derogación de la reforma laboral. Un asunto que consideran que es de su competencia y, por lo tanto, rechazan cualquier "intromisión". Así, no solo la vicepresidenta ha estado en la mirilla de los integrantes del partido morado, sino también los ministros de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, y de Educación, Pilar Alegría.

"Si tuviera en frente a Yolanda Díaz le diría que convoque plazas", afirma un interino de la Administración, que este mes de diciembre -posiblemente- tenga que buscarse un nuevo trabajo. "Hace falta gente que trabaje aquí, ellos -dice mientras señala el edificio en el que trabaja- nos necesitan más a nosotros que nosotros a ellos". "Quiero que acabe la reforma laboral, por supuesto", sostiene una mujer de avanzada edad y que prosigue, "hay mucha gente que llevamos muchísimos años y que ahora nos vayamos a la calle no tiene sentido. Es mejor que sigamos". Ella asegura que si la ley se deroga puede haber una "oportunidad" para que se ponga fin a la situación de "indefensión" en la que viven.

"Sueño con la derogación de la reforma laboral", afirma una mujer de forma contundente. Para ella, la temporalidad no es buena y "anima" a la vicepresidenta, Yolanda Díaz, a que acabe con la reforma laboral que impulsó el PP. "Hay cosas puntuales que no me gustan de la temporalidad", dice una dependienta de origen argentino, que trabaja un supermercado que se encuentra situado en una de las calles cercanas a la estación de Atocha (Madrid). "Yo siempre tuve contratación indefinida hasta que vine acá y, es verdad, que esta situación te da inseguridad y cierta inestabilidad". Sin embargo, asegura que "comprende" que exista un periodo de prueba para decidir si "merece la pena" contratar al empleado.

Lili trabaja en la calle madrileña Rafael del Riego. Tras acabar sus estudios el año pasado fue contratada como camarera. Ella lleva tres semanas al otro lado de la barra sirviendo a la clientela de la zona, sin embargo, estos meses para ella son una prueba donde tendrá que demostrar a su jefa que es apta para el puesto. "La temporalidad me viene bien porque así los que mandan te ven si eres una mujer dispuesta y, entonces, te renuevan el contrato". Esa atmósfera de confidencialidad que se había creado entre el olor del café recién hecho, lo interrumpe Jenny -la dueña-, "yo creo que el trabajo temporal es bueno desde los dos puntos de vista: si eres un trabajador tienes unos meses para saber si te gusta el empleo y si eres un autónomo puedes ver en ese tiempo si esa persona rinde para saber si vale la pena ampliarle el contrato". Dos afirmaciones que podrían ser el mejor argumento de los defensores 'liberales' de la reforma laboral y cuyas trabajadoras parecen estar influenciadas por el nombre del político que pone nombre a la calle, un liberal que hace dos siglos sepultó -durante poco tiempo- la monarquía absoluta en España.

El fenómeno de la temporalidad se aprecia, además de en la Administración,  en actividades relacionadas con la agricultura o la hostelería. Sin embargo, es posible encontrar trabajadores que pertenecen a estos sectores y que gozan de un contrato estable, "a nosotros nos tratan bien. Aquí te tienen de forma temporal un año, y si das la talla, es muy fácil que te renueven", dicen dos camareros que sirven en la barra de un restaurante del Museo Reina Sofía. Además, en la mayoría de las microempresas del país, la temporalidad es un concepto desconocido, como en un establecimiento de arreglos de ropa, donde Maximiano dice que "nunca he hecho un contrato temporal" o en la tienda Urbina Rossell, donde una empleada asegura que "siempre he sido fija".

De momento, la pelota está en el tejado del presidente Pedro Sánchez. El pasado lunes afirmó que sin el apoyo del otro agente social -la CEOE, que ya ha reiterado que está en contra de acabar con reforma laboral- dicha ley no sería derogada. Un mensaje que se aleja mucho al que hace unos años decía en plena campaña contra el expresidente Mariano Rajoy, asegurando que lo primero que haría cuando llegase a La Moncloa sería acabar con aquel decreto del Partido Popular. Con el paso de los años, esa contundencia se fue dirimiendo y su retórica se basó en "acabar con los aspectos más lesivos". Hoy, él y su ministra de Economía, después de tres años de gobierno, siguen 'agarrados' a esta reforma del PP conscientes de que las medidas que liberalizan el mercado y no que huyen de restricciones pueden ser un aliado para capear esta crisis actual.

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