Firmar 242 contratos en 8 años o por qué España es 'campeona' en trabajo precario

Camarero
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Una firma cada doce días durante ocho años. En total, 242 contratos de interinidad desde diciembre de 2007 hasta enero de 2011. Es la cantidad encadenada por una trabajadora de limpieza del Hospital Clínic de Barcelona para cubrir vacaciones, descansos y permisos de otros empleados de la empresa. La mujer fue despedida y el Tribunal Supremo acaba de declarar el despido improcedente. Es solo un ejemplo de una vida laboral precaria que es una realidad para muchos trabajadores en España. En consecuencia, nuestro país ostenta el récord de dudoso honor de tener la tasa de temporalidad más elevada de toda la Unión Europea. 

España es campeona de la UE en porcentaje de trabajadores temporales desde hace más de dos años. En concreto, desde el segundo trimestre de 2017. En paralelo a las estrategias fraudulentas de algunos empresarios, que dan lugar a concatenaciones de contratos eternas e ilegales, se da la circunstancia de que el mercado laboral español, por su marcado carácter estacional dada la dependencia de sectores como el turismo, necesita trabajadores temporales. Nadie discute este extremo en el mundo académico. Sin embargo, los expertos coinciden en señalar que la tasa de temporalidad española es excesivamente elevada en el contexto europeo.

¿Lo es? Los últimos datos de la agencia estadística europea Eurostat, del tercer trimestre de 2019, sitúan la ratio de trabajadores temporales sobre el total de empleados en España en el 26,8%, prácticamente el doble que en el conjunto de los veintiocho (incluyendo, todavía, a Reino Unido), donde la media se queda en el 13,7%. En nuestro país, uno de cada cuatro trabajadores tiene un contrato con fecha de caducidad, proporción que contrasta con las tasas de temporalidad que registran las grandes economías del entorno, como Alemania (12%) y Francia (16,5%). 

Pero lo cierto es que esta tasa fue mucho más elevada en otro tiempo. En su pico más alto llegó a alcanzar el 34,6%. Y no fue durante la crisis. Al contrario, era el tercer trimestre de 2006, la economía registraba tasas de crecimiento anuales boyantes, superiores al 4%, y la tasa de paro se situaba en el 8%, mínimo histórico. Es más, el punto más bajo se tocó en plena recesión, en el primer trimestre de 2013, cuando se redujo hasta el 22%, mientras la tasa de paro escalaba hasta el 27%.

El economista Javier Santacruz explica que "la temporalidad es cíclica y positiva, es decir, cuando la actividad económica crece, sube, y cuando el PIB cae, baja con él". Recuerda, además, que lo primero que hicieron los empresarios cuando llegó la crisis y se vieron obligados a recortar costes laborales fue despedir a los trabajadores temporales, pues prescindir de ellos les salía mucho más barato que echar a los fijos con largas carreras en la compañía y, por tanto, elevadas indemnizaciones.

La temporalidad está íntimamente relacionada con la tasa de actividad,  que mide el nivel de actividad en el empleo de un país en función del cociente entre la población activa (ocupados más parados) y la población en edad de trabajar (mayor de 16 años). En España en estos momentos se sitúa en el 58,7%, según el INE, y se ha venido moviendo entre el 58% y el 60% desde el año 2005. Santacruz indica que esta leve oscilación es prueba de que el mercado laboral no ha mejorado en calidad. "Si se hubiera producido un fuerte repunte en la tasa de actividad significaría que la temporalidad se habría reducido por una mejora sustancial de la calidad del empleo y que los empresarios recurren cada vez a mejores mecanismos de contratación en términos de estabilidad", matiza.

No es el caso. De hecho, hay que tener en cuenta que las tasas de temporalidad y actividad miden personas, no contratos. Los datos de contratación hay que buscarlos en el Ministerio de Trabajo, en concreto, en las estadísticas del Servicio Público de Empleo (Sepe). Y aquí la lectura para la calidad del mercado de trabajo es, si cabe, mucho menos favorecedora. Según estos registros, nueve de cada diez contratos que se firman en España cada mes son temporales. El otro es indefinido. Y esta proporción se ha mantenido desde los años 90. 

¿Cómo ha afectado la reforma laboral?

La tasa de temporalidad en el último trimestre de 2011, justo antes de que el PP aprobase la reforma laboral, era del 24,8%, dos puntos por debajo de la actual. La fluctuación no es excesiva, no obstante, Santacruz advierte de que "los cambios introducidos en el mercado de trabajo en 2012 potenciaron el traspaso de empleo temporal a indefinido a tiempo parcial", lo que, en términos de precariedad, es equivalente. De este modo, este economista considera que la reforma lo que hace es "maquillar los datos de temporalidad, reduciéndola significativamente". 

Para los sindicatos, la legislación que diseñaron Mariano Rajoy y su entonces ministra de Empleo, Fátima Báñez, es el origen de todos los males del mercado laboral, incluida la temporalidad. Desde la patronal de agencias privadas de colocación Asempleo destacan que la dependencia de los trabajadores temporales para las empresas que operan en España es superior a la que puedan tener otros países de la UE, más industrializados, como Alemania. Sin embargo, el fraude en la contratación es un lastre con el que hay que acabar. "La prioridad es asegurar la protección a de los trabajadores", zanjan.

El presidente de Asempleo, Andreu Cruañas, considera que "el ascenso profesional y la mejora de la empleabilidad que proporciona un contrato temporal, sobre todo en momentos tempranos de la trayectoria profesional de un trabajador, es clave para dar solución a las necesidades de flexibilidad de las empresas y atender a los procesos cada vez más cambiantes del mercado de trabajo".

En este sentido, Asempleo ha elaborado un estudio que demuestra que la probabilidad de ascenso de los trabajadores eventuales duplica a la de los fijos. La Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre confirma el frenazo del empleo, pero refleja que las posibilidades de crecer profesionalmente de los trabajadores indefinidos ha aumentado, pasando del 0,5% en 2018 al 0,7% en 2019, si bien se mantiene en niveles sensiblemente inferiores a los alcanzados en 2007 (1,5%). Mientras, los temporales han visto menguar su probabilidad de ascenso profesional, que se sitúa en el 1,3%, dos décimas por debajo del año pasado y seis décimas menos que antes de la crisis, pero el doble que para los fijos.

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