En el mundo de la inversión existe la teoría de que cuanto más complicada sea la estrategia a seguir, más rentabilidades se pueden lograr. Y para poder beneficiarnos de esa determinada estrategia, evidentemente, se debe pagar un precio. Pues bien, el astrofísico y experto en finanzas, Marcos Pérez aboga por justamente lo contrario. Cuanto más sencilla sea la táctica que llevemos a cabo a la hora de invertir, y más fácil sea de comprender, más rentabilidades se podrán lograr en el largo plazo.
De esta hipótesis Pérez habló durante el último Finect Talks y la ha denominado por su paralelismo: estrategia del botijo. De igual modo, “actualmente hay una tendencia de hacerlo todo deprisa y corriendo”, dice el experto, y ejemplifica esa afirmación en los frigoríficos. “Estos electrodomésticos logran congelar los alimentos en pocos minutos, mientras que un botijo necesita tiempo para, de manera natural y sin hacer absolutamente nada, enfriar el agua a seis o siete grados”, explica.
Trasladado al mundo de la inversión, Pérez invita a optar por mantener cuanto más tiempo mejor nuestro dinero en productos con pocos costes de gestión, que no eliminen la rentabilidad que podamos llegar a lograr; y a sucumbir a la tentación de modificar esos productos, pase lo que pase con el mercado. Si se sigue esta recomendación, Pérez asegura que se pueden lograr rentabilidades entre el 6% y el 7% sin hacer ningún esfuerzo.
Por ejemplo, partiendo de un ahorro de 1.000 euros y sumando 50 euros al mes durante 20 años, se puede lograr acumular 31.946 euros aprovechando el interés compuesto, con una rentabilidad media del 6,6% anual. De este dinero, 16.367 euros corresponderían a plusvalías, es decir no se habría tenido que hacer nada para generarlos.
El conjunto de estrategias botijo tratan en primer lugar de aprovechar la inevitabilidad del ciclo económico, participando en la capitalización que los activos financieros clásicos hacen del ciclo de manera natural. Es decir, consiste en dejar actuar al mercado y no forzar ningún movimiento, tal y como el botijo enfría el agua de manera natural.
En segundo lugar, imponen aceptar la imposibilidad de predecir el futuro de los mercados financieros. Por ello, y siendo coherente con la incapacidad de las personas de predecir el futuro, Pérez recomienda crear una cartera diversificada centrada en cuatro partes: índice, bonos a muy largo plazo, oro y liquidez, y mantenerla durante un largo periodo de tiempo.
El resto consiste en dejar que el tiempo trabaje a favor de las carteras y no en su contra —batiendo de paso los resultados de más del 90% de los productos de la industria—, no escuchar las noticias -como las más actuales del coronavirus-, minimizar los costes, y centrarnos en las cosas importantes en las que nuestras acciones sí pueden aportar valor.
En concreto, estas tácticas están inspiradas en dos características fundamentales y permanentes de la economía que la Escuela Austríaca de Economía supo identificar y poner en relevancia. Por un lado, aprovechan la inevitabilidad de los ciclos económicos. Y por otro, aceptan las consecuencias de nuestra incapacidad de predecir el devenir de las actividades humanas —como son los mercados financieros.
El método, además, evita cometer errores muy comunes. Sin dejar de lado los paralelismos, Pérez ejemplifica uno de los más acusados en el mundo del fútbol. “Si pensamos en la Champions, existe una persistencia, normalmente, de los equipos que llegan a cuartos de final. Sin embargo, que un fondo de inversión lo haya hecho muy bien un año no es garantía de que lo vaya a hacer igual de bien en los próximos”, afirma. Sin embargo, muchas personas invierten mirando como lo han hecho los fondos el año anterior, algo que perjudica su rentabilidad y que podría evitarse poniendo en práctica estas estrategias.
Las "estrategias botijo", en definitiva, son pericias basadas en decisiones sencillas, fáciles de comprender, que albergan apuestas seguras para lograr los objetivos predefinidos y que persiguen aprovechar cada una de las fases del ciclo económico.
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