Las turbulencias que han tambaleado el mercado de los bonos, han arrastrado a la desaparición a la prima de los bonos verdes, conocida como 'greenium'. Normalmente, la fuerte sobresuscripción que recibían estos bonos reducía los tipos de interés de forma más significativa que la deuda tradicional, donde el apetito inversor era menor. Pero, ante las últimas subidas de tipos anunciadas por los bancos centrales, las emisiones sostenibles han perdido su ventaja.
Entre 2017 y 2020, la tasa de cobertura de los bonos verdes, que indica el capital ofrecido por los inversores en relación al tamaño del bono, alcanzó un máximo de cuatro, de acuerdo con Bloomberg. Esto significa que, para cada 100 millones de euros valorados en bonos verdes, la suscripción de los inversores ascendió a 400 millones. El valor superó al de los bonos convencionales, que tenían una tasa de cobertura de 3,3 mientras que los bonos verdes, posteriormente, vieron sus tasas 2,4 puntos más bajas.
La escasez en la demanda por la deuda verde, han reducido su tasa de cobertura al 2,6 en 2022, hasta llegar al nivel de los bonos normales, que se sitúa en 2,28. Este dato ayuda a entender la disminución en la emisión sostenible de este año, cuando los bonos verdes han registrado costes de endeudamiento de 1,1 puntos por encima de los bonos básicos.
A pesar de esta situación, el número de emisores que abogan por aumentar la deuda sostenible sigue creciendo. Es el caso de países como México, donde la Secretaría de Hacienda del país ha anunciado que promoverá emisiones de bonos financieros que se ajusten a criterios ESG (ambiental, social y de gobernanza corporativa) en el sector público el próximo año, según un comunicado sobre su plan anual de financiamiento para 2023.
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