Primera cita presencial de la ONU

El turismo mundial se aferra a la unidad pero alerta: "La crisis empieza ahora"

La OMT celebra en Georgia  un Consejo Ejecutivo en que calcula que el sector podría tardar cuatro años en recuperarse e insiste en tomar medidas conjuntas a nivel institucional, público y privado lo antes posible.  

Foto de familia de la reunión del 112 Consejo Ejecutivo de la OMT que se celebra en Georgia.
Foto de familia de la reunión del 112 Consejo Ejecutivo de la OMT que se celebra en Georgia.
La Información

Para la mitología clásica, Georgia podría ser el fin oriental del mundo; para el turismo internacional hoy está en el centro del planeta. En este mundo real donde la pandemia de la Covid ha matado a casi un millón de personas, la Organización Mundial del Turismo se resiste con ruegos y llamamientos a la unidad sin fisuras a dar por perdido un sector como el de los viajes que supone el 10% de la economía mundial (y uno de cada diez empleos también) y que, antes incluso de que empiece el otoño, calcula que este año perderá un 70% de la potencia que demostró en 2019. 

Y cuando la OMT habla de potencia, lo hace de empleos, ingresos y flujo de exportaciones. Como mínimo, ya que el hachazo podría alcanzar el 80% en el peor de los escenarios posibles, un horizonte que en septiembre parece más cercano que en junio, última vez que la organización calculó el impacto de la enfermedad de la industria hasta la semana actual. Cada mes de empeoramiento en las predicciones acarrea igualmente un retraso en la recuperación: si hace un trimestre se pensaba en mediados de 2023 como el momento de regreso a los niveles de 2019, ahora se mira más hacia algún momento tardío de 2024. Cuatro años de caída y (muy) lenta puesta en pie. 

"En los últimos meses hemos visto cómo es un mundo sin turismo: hay menos empleos, menos riqueza y menos ingresos. Hemos visto lo que es un mundo de ciudades vacías y museos cerrados". El secretario general de la OMT, Zurab Pololikashvili, ha inaugurado la primera reunión internacional y de alto nivel que una organización de las Naciones Unidas celebra desde el invierno. En una decisión que es todo un gesto y una actitud de resistencia, resiliencia o rebelión frente al destino (elijan la palabra que más les guste), la OMT se presenta en su gran cita internacional con la idea de que hay futuro: "El turismo seguirá siendo más necesario que nunca", concluyó en su saludo inicial.

Luego, en la reunión de trabajo alzó la bandera roja de la alarma: "La crisis del turismo, la económica y social, empieza ahora". Según las últimas estimaciones, las pérdidas ya seguras en los que va de 2020 en la industria turística se han disparado por encima de los 700 millones de dólares (tres cuartas partes del PIB de España) y que esa cifra es ya ocho veces superior al impacto de la crisis económica de 2009 (único año de todo lo que va de siglo en el que el turismo dio un paso atrás en su crecimiento continuo). 

Desde Nueva York y en un vídeo emitido esta mañana, el portugués Antònio Guterres, como secretario general de la ONU, también ha instado a los delegados de la OMT para "explorar el camino que hay por delante y garantizar el futuro del turismo del que dependen el bienestar de millones de personas". "Las decisiones que tomen hoy pueden ayudar a conformar el futuro del turismo haciéndolo más resiliente y sostenible, liderando el crecimiento económico verde y proporcionando empleos", ha añadido en un mensaje en el que también late la verdadera obsesión de la OMT: la unidad.

No es una palabra vana ni un recurso en cada intervención. Si algo ha enseñado la crisis del coronavirus es que la toma de decisiones unilaterales de los países a la hora de aprobar o relajar restricciones solo ha empeorado una situación ya de por sí repleta de dudas. La incertidumbre como gran enemigo del turismo y la seguridad (en casi todas sus acepciones) como respuesta inevitable. A partir de aquí, los objetivos y el redescubrimiento del turismo nacional (o rural incluso) como posible camino intermedio. "Nuestro objetivo es seguir creando empleos", ha apuntado Pololikashvili, que no renuncia a mirar hacia delante y en ver oportunidades donde solo hay recesión.

En Tiflis, capital de Georgia donde la OMT ha organizado en la ciudad natal de su secretario general, los delegados venidos desde Namibia o Brasil a este 112 Consejo Ejecutivo de la OMT son puestos como ejemplo. De todo: valentía, compromiso y prueba de que, respetando las medidas de seguridad y de higiene, el turismo puede resucitar y volver a ser el que fue no hace muchos meses. Porque con unidad y con ejemplo, con el apoyo de las organizaciones internacionales, los gobiernos, las instituciones multilaterales o la empresa privada "se puede ser optimista", ha insistido el directivo georgiano. 

Justo antes de cerrarse el mundo a los viajes internacionales, la OMT se reunió con la OMS para situar al turismo en la primera línea de importancia a la hora de reaccionar frente a la pandemia. Con el confinamiento global, vinieron las reuniones virtuales del secretario general con dirigentes de todo el mundo (incluyendo al Rey Felipe VI y Pedro Sánchez) y perfilar la respuesta de toda la industria así como recabar apoyos ya fuera en forma de fondos privados o públicos. Están en juego, insistía la organización, millones y millones de empleos. Tantos como casi 200, según estimó hace unos días el Consejo Mundial del Viaje y Turismo, la asociación empresarial de la industria. 

La estrategia de la OMT, precisamente, busca ayudar a todas las sociedades y países, sean muy dependientes o no del turismo, desde una perspectiva común. En estos meses pasados su obsesión fue expandir la necesidad de aplicar medidas globales y comunes en todo el mundo, coordinar a todos los interesados y colocar al turismo en las agendas gubernamentales al nivel de lo que su peso en la economía supone. Ahora, y cara a cara con muchos de sus delegados (porque otros muchos han intervenido por videoconferencia), continúa la estrategia de agrupamiento para protegerse. 

"El turismo ya no será nunca más lo que fue", ha admitido desde Italia su delegado, quien ha recordado cómo fue el primer país en acusar de lleno la pandemia (el efecto sobre China, proporcionalmente, fue mucho menor) pero que también asume que el futuro pasa por un turismo "mucho más sostenible" y respetuoso con el medio ambiente.  

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