La factura del trimestre perdido: 40.000 millones

Obligados al turista de fuera: el nacional solo cubriría una quinta parte del gasto

  • Los españoles destinaron algo más de 16.000 millones para sus viajes al exterior en todo 2019 frente a los 93.000 millones que el foráneo dejó aquí.
Un viajero espera en una solitaria terminal de Barajas durante el periodo de estado de alarma
Un viajero espera en una solitaria terminal de Barajas durante el periodo de estado de alarma
EP

Con el calor más propio del verano asolando las calles españolas, el sector turístico no se resigna a dar por perdido el verano que viene. Al menos, no del todo, porque admiten que el recorte de ingresos, alojamientos y gasto será, como mínimo, de una tercera parte de los balances anuales. Como si hubieran borrado de un plumazo todo un trimestre (que es lo ocurrido hasta el momento)... y algo más, porque la normalidad tardará en coger ritmo. Esa es la cuenta de pérdidas base con la que se trabaja en el sector. La más optimista del espectro. Otros, como la Junta de Andalucía, aspiran a cubrir como mucho un 40% de las previsiones y eso, si los españoles bajan masivamente al sur. A partir de ahí, los números rojos se apilan uno tras otro y, por mucho que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, proclamase que habrá temporada turística, el regreso va a ser turbulento y doloroso.

Hasta el año pasado, el turismo era responsable de aproximadamente uno de cada seis euros que engrasan el Producto Interior Bruto del país y empleaba a unos 3 millones de personas. Hay comunidades en las que ese peso casi se va a un cuarto o un tercio de sus ingresos. Sin contar efectos indirectos o salarios, el turismo deja de manera directa más de 120.000 millones de euros en la economía española: es la suma resultante de los 92.300 millones que gastaron los extranjeros en su visita a España y los algo más de 30.000 desembolsados por viajeros nacionales dentro de nuestras fronteras (en datos de la Secretaría de Estado de Turismo y del Instituto Nacional de Estadística, respectivamente).

A ellos hay que sumar otros 16.000 millones, igualmente reflejados  por la Encuesta de Turismo de Residentes del INE de 2019, que los españoles desembolsaron para viajar al extranjero durante todo el año pasado. Si la esperanza de las autoridades españolas de que nadie salga fuera y todos se dejen la paga aquí (en un entorno donde los ingresos familiares han mermado considerablemente) se cumple, esa cantidad apenas compensa una quinta parte de todo ese gasto ingente en el que incurrieron los 84 millones de visitantes que vinieron a nuestro país. Así que España está obligada a abrir sus fronteras si quiere salvar una parte importante de su tejido productivo. Con corredores turísticos, con promoción, con sellos de calidad y seguridad... Con lo que sea.

La hoja de ruta es confusa, mientras tanto. El sector repasa a diario el calendario y revisa las fechas que supondrían un punto de no retorno para su negocio. Las cábalas se llenan de días señaladas: paso a la Fase 3 de las islas o de la costa andaluza, vuelta a la normalidad de todo el país, fin de la cuarentena para extranjeros, prórroga de los ERTE... Los frentes se multiplican y la incertidumbre se dispara en progresión geométrica. Con la confirmación del regreso del verano de Moncloa, la Alianza para la Excelencia Turística (Exceltur) tardó apenas unos minutos el sábado en recortar sus previsiones de pérdidas en 20.000 millones (desde los 92.000 que habían temido con una parálisis casi completa lo que queda del año).

Aun así, el almanaque se llena de tachones en lo que respecta al segundo trimestre, el que va de abril y junio y que, incluso en la mejor de las desescaladas posibles, en este 2020 se esfumará sin turistas extranjeros porque las fronteras han estado cerradas. Volviendo a 2019 (y contando con que en enero y febrero se estaban mejorando ligeramente las cifras del año pasado), el segundo trimestre por sí solo sumó ingresos de visitas extranjeras de unos 30.000 millones de euros. Es decir, casi la tercera parte del total anual. 

Esos 30.000 millones ya no existen. Como tampoco los cerca de 8.000 millones que los españoles pagaron en viajes nacionales de abril a junio de 2019, exactamente la cuarta parte de su desembolso para esta partida en todo el año. Tras los 12.000 millones del verano, la Semana Santa y los puentes del segundo trimestre lo aúpan como el segundo más importante en cuanto a movimientos nacionales. Es, por su carácter de viajes más cortos, cuando más gasto por turista se produce de todo el año: 72 euros al día. Sea como sea, las cifras entre nacionales y foráneos en los tres meses del estado de la alarma suman alrededor de 40.000 millones no facturados e irrecuperables. 

Con todo, hay que agarrarse de nuevo a la esperanza. Porque un 81,7% de los españoles quiere hacer turismo tras el confinamiento, sobre todo en España en un entorno donde la seguridad sanitaria ha pasado a situarse en primer lugar, por delante incluso del precio, en las búsquedas de lugares y opciones de vacaciones. Ahora, los viajeros prefieren utilizar su propio coche e ir con personas de su círculo más cercano, según una encuesta de la consultora DNA, especializada en el sector, y recogida por Efe.

Lo malo de todos estos deseos es que colisionan contra la realidad del plan de desescalada. Ahora mismo, Madrid y Cataluña están más lejos que ninguna otra comunidad de lograr la libre movilidad y ambas son los dos grandes motores de viajes protagonizados por españoles a otros rincones del país. Según la encuesta del INE de 2019, los madrileños efectuaron 35 millones de viajes nacionales y los catalanes, hasta 33 millones, sobre un global de todos los españoles de 190 millones. Es decir, su potencia turística acapara un tercio del conjunto y tampoco ellos podrán moverse más allá de sus unidades territoriales en todo el mes de junio.  

Con todos estos datos, es normal el jarro de agua fría que se han echado encima en Cataluña, la comunidad que más extranjeros recibió en 2019 (un 23% del total): la gran mayoría de los hoteles de Barcelona, más del 75%, han anunciado que permanecerán cerrados como mínimo hasta septiembre. No confían ni en el verano ni que haya siquiera cierta normalidad similar a la situación previa a la crisis hasta el año 2022. Así lo ha especificado el director general del Gremio de Hoteles de Barcelona, Manel Casals, quien prevé que, desde que se puedan abrir los hoteles hasta principios de julio, solo lo harán entre un 20% o un 25%, porque algunas grandes cadenas concentrarán a sus clientes y a otros establecimientos no les será rentable retornar a la actividad todavía.

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