"Un cerdo en Gaza", israelíes y palestinos unidos por la fobia porcina

  • "Un grito de rabia cómico", así es como define Sylvain Estibal su primer largometraje, "Un cerdo en Gaza", una comedia con tintes surrealistas sobre el conflicto entre israelíes y palestinos que se alzó como una de las sorpresas del cine francés del año pasado.

Madrid, 6 nov.- "Un grito de rabia cómico", así es como define Sylvain Estibal su primer largometraje, "Un cerdo en Gaza", una comedia con tintes surrealistas sobre el conflicto entre israelíes y palestinos que se alzó como una de las sorpresas del cine francés del año pasado.

Ganadora del premio César a la mejor ópera prima, la película llega esta semana a los cines españoles. Su protagonista es Jafaar, un pescador palestino de Gaza que un día, al recoger sus redes del agua, descubre asustado que ha atrapado a un cerdo.

Aunque en un principio piensa en deshacerse del animal, que tanto judíos como musulmanes consideran impuro, su precaria situación económica le impulsa a descubrir una manera de sacarle rendimiento a su accidentada presa.

"Quería hacer algo con tanta frustración, transformarla en algo gracioso", dijo a Efe el director francés, conocedor del conflicto, entre otras cosas por su trabajo como fotógrafo en la agencia AFP.

"La mejor forma de dar un paso hacia la paz es juntar a la gente a través de lo cómico, compartir una sonrisa es compartir algo, y quería hacer una película divertida para ambos lados", añade Estibal.

La idea del cerdo tiene varios orígenes. Por un lado, un amigo le contó que en Israel hay granjeros que se dedican a la crianza de cerdos y que salvan el impedimento de su "impureza" evitando que los animales toquen el suelo, mínimo a un metro de altura.

"Después, un día estaba en una habitación de hotel en Brasil y me vino la idea de este nexo común entre las dos comunidades, y pensé que el rechazo del cerdo podría ser un punto a partir del cual construir la paz", asegura.

El iraquí Sasson Gabai ("La banda nos visita") encabeza un reparto en el que hay más de 20 nacionalidades, incluidos palestinos e israelíes, lo que conllevó no pocas complicaciones lingüísticas durante un rodaje ya de por sí difícil para un director habituado a la imagen, pero no tanto a los actores.

Fue "un salto al vacío", dice. Por si eso fuera poco, y desoyendo los consejos de Hitchcock -"nunca hagas una película con animales ni con niños- estaban los cerdos.

"Era imposible llevar cinco cerdos a Gaza, podía poner en peligro todo el proyecto", máxime cuando estaba reciente un brote de fiebre porcina y los movimientos "eran complicados", explica el cineasta, que acabó por elegir la isla de Malta para sus localizaciones.

"Los cerdos en el rodaje te complican la vida, porque se cansan muy rápidamente, solo puedes hacer una o dos tomas cada vez y los actores se quedan en segundo plano, no son prioridad en la toma, por lo que es difícil para ellos", cuenta Estibal, medio en broma, medio en serio.

Después de tantos esfuerzos, la llegada del César supuso una gran alegría. "Fue muy bueno para todos -apunta-, también para los actores que asumieron un gran riesgo para su carrera al hacer una película así, sin saber qué iba a salir y con un director desconocido".

A él le sirvió para quitarse la espina de su anterior experiencia cinematográfica. Aunque esta era su primera vez detrás de las cámaras, su novela "Le dernier vol de Lancaster" fue llevada a la pantalla con un buen reparto (Marion Cotillard y Guillaume Canet), pero un resultado, a su juicio, fue "decepcionante".

Ahora, Estibal ya está pensando en su próximo proyecto, "una comedia negra" sobre la crisis en Europa que espera rodar el próximo verano.

"El sentimiento de depresión que tenemos en Europa es tan grande que roza lo cómico. Y la cosa no va bien, pero quizá no es tan grave como pensamos", avanza.

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