Un estudio constata la fragilidad del estado del bienestar


El contrato social en que se apoya el Estado del bienestar cuando se lleva a cabo el reparto de la renta es frágil, según concluye un estudio experimental de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M).
El estudio, realizado por el profesor Antonio Cabrales, de la UC3M, en colaboración con Rosemarie Nagel, de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), y José Vicente Rodríguez Mora, de la Universidad de Edimburgo (Escocia), intenta averiguar si se puede conseguir algo parecido a un contrato social rousseauniano en la sociedad. Para ello, llevaron a cabo un experimento que reproducía en el laboratorio algunas características importantes del Estado del bienestar.
La conclusión a la que se llegó fue que la redistribución de la riqueza que se produce cuando el Estado recauda parte de la renta de las personas no se produce por un consenso previo para paliar los efectos de la mala suerte sobre nuestro trabajo (como ocurre con un contrato social rousseauniano).
"Se hace generalmente porque los que tienen menos no quieren tener menos, con independencia de que se tenga menos porque se trabajó menos o porque se tuvo mala suerte", apunta Antonio Cabrales, catedrático del departamento de Economía de la UC3M. "Es, digamos, una redistribución hobbesiana: el que tiene más poder, en este caso en las votaciones, consigue más recursos", añade.
Para llegar a estas conclusiones, los autores del estudio, publicado en la revista 'Experimental Economics' con el título 'Es Hobbes, no Rousseau: un experimento sobre el voto y la redistribución', realizaron un experimento con 244 estudiantes de la UPF, organizados en grupos (microsociedades) de nueve.
Los resultados que han obtenido los investigadores muestran que la redistribución con alto esfuerzo no es sostenible. La razón principal de la ausencia de redistribución de la riqueza es que los agentes no actúan de forma diferente en función de si los pobres han trabajado duro o no.
El equilibrio en el que la redistribución puede mantenerse gracias a la amenaza de castigar a los pobres si no hacen esfuerzo no se observa en el experimento. "Por lo tanto2, señala Cabrales, "la explicación de la conducta de los sujetos se encuentra en Hobbes, no en Rousseau".
Este estudio podría encontrar aplicaciones a la hora de planificar determinadas políticas socioeconómicas porque indica que, si creamos una sociedad en la que la mayoría de la gente no tiene capacidad productiva, la redistribución puede ser excesiva y disminuyen los incentivos globales a producir.
La conclusión general de esta evidencia es que el contrato social en que se apoya el Estado del bienestar es frágil, resumen los investigadores. "Tenemos que procurar que se use bien para no estropearlo, lo que supone conseguir que de verdad paguen los que más tienen, gastar bien lo que se recaude y transferir solamente a los que de verdad hacen esfuerzos pero a los que la suerte no acompaña", indica Cabrales.

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