Un libro repasa los 125 años de historia de la plaza de toros de Gijón

  • El periodista Ignacio Peláez acaba de publicar su primer libro, "El Bibio: 125 años de historia viva", en el que hace un repaso a la vida del coso gijonés a través de los testimonios de sus principales protagonistas, toreros y ganaderos que han dejado tardes de gran sabor al aficionado de la ciudad.

Gijón, 15 ago.- El periodista Ignacio Peláez acaba de publicar su primer libro, "El Bibio: 125 años de historia viva", en el que hace un repaso a la vida del coso gijonés a través de los testimonios de sus principales protagonistas, toreros y ganaderos que han dejado tardes de gran sabor al aficionado de la ciudad.

"Es un libro diferente con muchos puntos de vista. Es algo más que sumergirte en una hemeroteca. En este caso, mi idea era que fuesen sus principales protagonistas los que contasen la historia de El Bibio", señala el joven cronista taurino en declaraciones a Efe.

Y han sido matadores en activo, como Uceda Leal, "El Juli", Miguel Ángel Perera, Eduardo Gallo y Diego Silveti, y otros ya retirados,como Ruiz Miguel, Espartaco y Joselito, los que han narrado algunas de las particularidades y anécdotas más emotivas y destacables del coso gijonés.

"Todos coinciden en que el público que acude a esta plaza es cariñoso,alegre y exigente", asegura el periodista, que recuerda como una de las principales faenas de los últimas temporadas la que lidió el diestro Eduardo Gallo en 2004, año en el cortó dos orejas a un toro de Alcurrucén.

Otro de los momentos más emotivos que se rescatan en algunas de las 88 páginas de la publicación fue el brindis del matador Diego Silveti a su padre en el año 2011. "Verdaderamente emocionante", confiesa.

Ignacio Peláez, colaborador del periódico La Nueva España y redactor del programa radiofónico "La Divisa", reconoce que el "variado" público gijonés "cada vez se va haciendo más selecto y exigente".

"La gente viene predispuesta a pasarlo bien y a volver", afirma el cronista, quien considera que, aunque la media de edad del respetable sigue siendo elevada, la tauromaquia también está calando cada vez más entre los jóvenes.

El periodista, de 23 años, reconoce que desde pequeño, cuando con una toalla "toreaba" en las playas gijonesas -"al ser lo más parecido a un ruedo"-, supo que su afición por este arte era tal que necesitaba estar ligado de alguna manera al toreo.

"Y lo intenté a través del periodismo", manifiesta el crítico, que "debutó" en El Bibio a los seis años, cuando vio su primera corrida en el coso gijonés. "El regalo de comunión fue mi primer abono", asegura entre risas.

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