Vaca Muerta, el botín de guerra que puede ser llave para la paz por YPF

Natalia Kidd

Buenos Aires, 26 jun.- Vaca Muerta, el gigantesco reservorio de hidrocarburos no convencionales de Argentina, fue clave para animar al Gobierno de Cristina Fernández a expropiar un 51 % de YPF a la española Repsol y puede ser la llave para un acuerdo que ponga fin a la disputa por la mayor petrolera argentina.

Repsol, que mantiene un litigio contra Argentina por la expropiación de YPF, rechazó hoy por "insuficiente" una oferta para poner fin a la disputa a cambio de convertirse, junto a la mexicana Pemex, en socio minoritario de la petrolera argentina para explotar un 6,4 % de Vaca Muerta, en el suroeste del país.

Pero por su potencial, el gigantesco yacimiento no deja de ser de todos modos un atractivo para cualquier petrolera, inclusive para Repsol, que es, por estar en control de YPF al momento de su descubrimiento, una de las que mejor sabe de las riquezas que se esconden allí abajo.

El anuncio del hallazgo de Vaca Muerta se produjo en 2011 tras resultados exitosos en la fase de exploración y su desarrollo significará para el país suramericano salir de su actual situación de déficit energético y convertirse en un líder del mundo del "shale".

Las tareas de exploración permitieron determinar que toda la formación de Vaca Muerta tiene un enorme potencial para la obtención de 117 trillones de pies cúbicos de gas y 40.000 millones de barriles de crudo, lo que implicaría multiplicar por diez las actuales reservas de Argentina.

Pocos meses después del anuncio de su hallazgo, y cuando Repsol ya había entablado una quincena de contactos con otras petroleras para sumarlas al ambicioso y prometedor proyecto de Vaca Muerta, el Gobierno de Fernández anunciaba que el Estado tomaría el control de YPF, dejando a la española con una participación del 12 %.

Desde la expropiación, concretada en mayo de 2012, el presidente de YPF, Miguel Galuccio, se ha dado a la compleja tarea de conseguir socios para el desarrollo del enorme yacimiento, que se extiende sobre una superficie total de 30.000 kilómetros cuadrados, de los cuales la petrolera argentina posee la concesión de 12.450 kilómetros cuadrados.

Según estimaciones del sector, Vaca Muerta podría desarrollarse por completo en un período de diez años, pero con un esfuerzo inversor de 25.000 millones de dólares por año, unos recursos que Argentina no tiene y que no son fáciles de conseguir fuera.

De momento, YPF ha logrado firmar tres memorandos de entendimiento con vistas al desarrollo de algunos sectores de Vaca Muerta en sociedad con la filial local de la estadounidense Dow, con la estatal venezolana PDVSA y con la estadounidense Chevron.

De estos memorandos, el más avanzado es con Chevron, con la que YPF ya definió los términos y condiciones comerciales de un acuerdo definitivo para desarrollar las áreas de Loma La Lata Norte y Loma Campana, en Vaca Muerta.

Ese acuerdo podría ser suscrito el próximo mes y supondrá para la petrolera estadounidense una inversión de 1.500 millones de dólares.

Mientras, YPF continúa por las suyas con la ejecución de su plan estratégico 2013-2017, con inversiones anunciadas para ese período por unos 7.000 millones de dólares anuales en promedio y que en buena parte se vuelcan a "desenterrar" el tesoro de los no convencionales.

Según confirmaron a Efe fuente de la compañía, YPF tiene actualmente en Vaca Muerta 60 pozos perforados y catorce equipos de perforación activos, a los que prevé sumar otros cinco de aquí a fin de año.

La producción de hidrocarburos no convencionales de YPF pasó de los 4.000 barriles diarios a principios de este año a cerca de 7.000 en la actualidad.

"No le digo más Vaca Muerta, le digo Vaca Viva", dijo hace quince días Cristina Fernández, a cuyo Gobierno Repsol -pese al rechazo de esta primera oferta- le reconoció hoy el "interés" por alcanzar una solución negociada al conflicto por YPF.

La petrolera española se mostró confiada en que el Gobierno argentino mantenga esta "actitud abierta al diálogo" para llegar a una "justa compensación" que permita retirar los litigios pendientes, un proceso en el que el "rumiante gigante" no ha lanzado aún su último mugido.