¿Y cómo sobreviven los italianos?

  • La aprobación de la ley de austeridad por el Parlamento italiano por un valor de 79.000 millones de euros para el periodo 2011-2014, pesará ante todo sobre los hombros de las familias italianas, que atraviesan uno de los momentos más difíciles desde que se desencadenó la crisis económica hace tres años.

Carmen Postigo

Roma, 19 jul.- La aprobación de la ley de austeridad por el Parlamento italiano por un valor de 79.000 millones de euros para el periodo 2011-2014, pesará ante todo sobre los hombros de las familias italianas, que atraviesan uno de los momentos más difíciles desde que se desencadenó la crisis económica hace tres años.

La sanidad, las escuelas, la formación, las pensiones o la presión fiscal sobre las familias y las pequeñas empresas se verán afectadas por las nuevas medidas del Gobierno del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi.

"Tradicionalmente Italia tiene una capacidad grande para afrontar los malos momentos económicos en cuanto llegan. Es un país con una gran capacidad de ahorro y con una estructura solidaria como es la familia", señala a Efe el sociólogo Giuseppe Roma del Instituto de Investigación socioeconómico italiana (Censis).

Sin embargo, reconoce que el país atraviesa un momento crítico, que "es necesaria la reactivación económica y que la economía crezca de manera sostenida, porque los que tienen un trabajo estable gozan de una garantía, pero los que quieren entrar en el mercado del trabajo difícilmente lo consiguen".

"Y aquí topamos con los jóvenes, porque si los jóvenes no entran en el engranaje económico, la sociedad no se renueva", explica.

Solo en el sur de Italia hay 2.000.000 de mujeres, de entre 18 a 34 años, que no solo no tienen trabajo, sino que tampoco lo buscan.

Hasta ahora se ha echado mano de la familia y de su patrimonio, consistentes en la casa y unos pocos ahorros, teniendo en cuenta que la riqueza de la familia italiana es siete veces el PIB italiano, cuando lo normal es que sea 3 o 4 veces más.

Los ahorros se invierten en casas o en títulos del Estado, "por lo que apenas existen familias con deudas. Siempre se ha invertido bien", refiere el profesor Roma.

"Es la cultura del campesino, de la pequeña ciudad, la cultura llamada del territorio habituado al trabajo artesanal gestionado por la familia", agrega el sociólogo de Censis.

También ayuda, según el sociólogo, la evasión fiscal calculada en un 27 % del PIB o la economía sumergida que en Italia es del 18 % del PIB, y que significa que muchos italianos realizan actividades de las que puedan escapar al fisco.

Pero a pesar de la familia, el ahorro y la evasión fiscal, los tres pilares que hacen sobrevivir a los italianos en tiempos de crisis, si no se crea riqueza, el patrimonio se destruye y llega el momento de la gran incógnita. "¿Qué hacer?", mantiene el profesor Roma.

De ocho millones de jóvenes de 24 a 29 años, 2,2 millones ni estudian, ni trabajan, mientras que otros 800.000 estudian, según datos de Censis.

De los otros cinco millones, un millón trabaja como autónomo, cuatro millones lo hacen en calidad de empleados y de éstos el 32 % gana menos de 1.000 euros al mes.

"Está claro que con estas cifras el estado de bienestar hay que darlo por liquidado", subraya Giuseppe Roma.

También el analista político Franco Scaramuzzi sostiene que un país que tiene una deuda pública superior al 120 % del PIB, ha aprobado un plan de austeridad que afecta sobre todo, a las pequeñas empresas y a las clases medidas.

Los políticos han proclamado que rebajarán el número de parlamentarios, "pero llevo oyendo lo mismo 20 años", comenta.

"Pero no pasa nada. Todo ello entra en el ADN del italiano, que mezcla el fatalismo con el pasotismo, con la esperanza de que en el fondo me busco la vida. El italiano piensa, me apaño. Mañana lo arreglo, mientras tanto sobrevivo", afirma Scaramuzzi.

"Es el arte de la supervivencia", refiere.

"Para un italiano -relata- siempre hay una cama donde dormir o un plato caliente en la mesa de un familiar si es que no le ha puesto a trabajar en su 'trattoria' o en algún hueco de la red familiar".

Scaramuzzi reconoce que "el Estado italiano soporta unos costes administrativos elevadísimos, es una maquinaria burocrática brutal y un aparato público inmenso. Es una máquina protectora con los suyos, pero obsoleta. La máquina además ya se ha parado definitivamente".

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