"Yo no me jubilo... con 69 años trabajo de ocho a ocho, una jornada intensiva"

Liaño Flores
Liaño Flores
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"Yo no me jubilo. Como dice mi esposa, a mis 69 años hago jornada intensiva, de ocho a ocho. Doce horas". Ernest Poveda (Petrel, Alicante, 1950), lleva una vida totalmente activa a sus 69 años y no quiere oír hablar de jubilarse. "Es una palabra tabú, siempre que la salud, como es mi caso, te permita seguir trabajando. Y es que ahora es cuando más aporto a mi empresa. La experiencia no se enseña en las escuelas de negocios y me parece dramático que la sociedad no valore eso y aproveche el enorme caudal de saber que podemos tener las personas mayores de 65 años", asegura el presidente de ICSA Grupo. También está presente y participa en el 'think thank' de Foment del Treball, la principal patronal catalana, y desde los 65 está acogido a la jubilación activa, una fórmula que permite seguir trabajando en España a personas que ya han cumplido la edad de retiro percibiendo la mitad de su paga de pensionista y cotizando menos gracias a una serie de bonificaciones.

Otro de los 'jóvenes' de jornada intensiva es José Manuel Liaño Flores (Monforte de Lemos, Lugo 15-11-1921), que quizás sea el cotizante de mayor edad de la Seguridad Social, ya que se mantiene en plena vida laboral. "¿Jubilarme yo? A mis 97 años trabajo de 10 de la mañana a 10 de la noche". Abogado, juez hasta los 70 años, Procurador en Cortes entre 1967 y 1977, último alcalde predemocrático de La Coruña entre 1976 y 1979, acude cada día a su despacho de abogados en la capital coruñesa, donde sigue llevando algún asunto, y por la tarde escribe artículos para medios de comunicación generales, publicaciones especializadas, da conferencias, charlas didácticas sobre derecho, escribe libros… "Si mi salud me lo permite y la mente me responde yo no me jubilaré nunca. Lo mejor de la vida es estar activo y yo me mantendré así mientras viva. Trabajaré hasta el último instante de mi vida", responde, con una energía y una lucidez que asombran este ilustre gallego de 97 años que lleva cotizados 74 años a la Seguridad Social. "Ya, por lo menos, cumpliré las bodas de platino", asegura antes de soltar una carcajada.

Unas bodas de platino que ya habría cumplido como cotizante si se lo hubieran permitido las circunstancias económicas de su juventud. En plena postguerra española, José Manuel, que tiene hijos y nietos abogados como él, finalizó la carrera de Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela, en 1942, pero no pudo ponerse a trabajar hasta 1945 porque había que pagar "300 pesetas para tener el título y 700 para colegiarse y yo no las tenía". Un amigo se las dejó y ahí comenzó la vida laboral de quien actualmente es toda una institución en la sociedad gallega y uno de los mayores expertos de España en Derecho Administrativo. 

"Apartar a los mayores es un tremendo error. Desde que el mundo es mundo, el consejo de los mayores, de los patriarcas, era el último que se escuchaba en todas las sociedades, pero ahora parece que a partir de los 50 uno ya no sirve cuando es todo lo contrario. A mí me parece que ahora la juventud, pese a lo que se diga, está menos preparada que nunca. A mí me piden consejos y opiniones los jóvenes y se los doy con muchísimo gusto", asegura. La vitalidad que transmite José Manuel desde el otro lado del teléfono cuando habla con La Información es contagiosa y repite con firmeza: "No me jubilaré nunca. Mi padre, que era maquinista de tren, se jubiló y murió a los dos meses". Antes de despedirse, aflora nuevamente una carcajada para decir que su secreto para mantenerse en perfecta forma física pese a su casi siglo de vida es: "Poco plato y mucho zapato".

Ahora que uno de los países más industrializados y a la vez envejecidos del mundo como es Japón se plantea muy seriamente alargar la edad oficial de jubilación hasta los 70 años, en España, donde la edad oficial actualmente para jubilarse es de 65 años y 8 meses y será de 67 en 2022, hay 200.000 jubilados activos como Ernest o José Manuel, según la Encuesta de Población Activa (EPA). Es evidente que no todos los trabajos permiten seguir trabajando a partir de los 65 y por ello, estas 200.000 personas que continúan oficialmente con su actividad laboral a partir de la teórica edad de jubilación se reparten entre el comercio (34%), actividades científicas y técnicas (20,6%), la sanidad y los servicios sociales (18,8%), educación (15,9%), hostelería (15,8%) y el servicio doméstico (15,5%).

Pese a todo, la edad real de jubilación en España, donde se permite poder jubilarte anticipadamente si un trabajador ha cotizado 36 años y 8 meses, es inferior a 64 años, y ello sin contar con la catarata de prejubilaciones, muchas de ellas para personas que apenas han superado la barrera de los 50 años, a las que han recurrido desde los años 90 del siglo XX la mayoría de sectores, tanto en el ámbito público como en el privado, para reducir sus plantillas. Ernest Poveda asegura que "lo de las prejubilaciones me parece un drama, tanto para las empresas como para la sociedad. ¿Por qué se desperdicia el talento senior? A manejar un ordenador o tal o cuál programa se aprende en unos días, la experiencia y el saber cuestan años adquirirlos para despreciarlos luego sin más", sentencia.

La sanidad, como se ve por los porcentajes antes citados, es uno de los ámbitos profesionales en los que más personas continúan activos más allá de la barrera de los 65 años. Así, por ejemplo, Paloma Jara (75 años) coordina desde el hospital de La Paz la Red de Europea de Trasplantes Pediátricos, que la única de las 24 redes europeas que se dirige desde España. En el Servicio Público de Salud de Madrid (Sermas) cada año hay más de 200 facultativos que continúan con su actividad cumplidos los 65. Jamil Ajram (Damasco, Siria, 1951) llegó a España en 1969 y en 1975 se licenció en medicina. Durante 35 años estuvo al frente del Servicio de Pediatría y Neonatología del Hospital del Sagrado Corazón de Barcelona y ahora, con 68 años, continúa velando por la salud de los más pequeños en su consulta privada de la Ciudad Condal. "En medicina, la experiencia es un grado, dice, pero no creo tampoco que deba de prolongarse la carrera de un médico más allá de los 72 o 73 años", asegura.

A los funcionarios, las leyes españolas les permiten poder seguir trabajando hasta los 70, cuando deben de jubilarse obligatoriamente. Alberto Peláez (Toral de los Vados, León, 1952) acude cada mañana al Instituto de Enseñanza Secundaria Eugeni d’Ors de Badalona. Alberto llegó de niño a Barcelona y pudo estudiar a la vez que trabajaba de aprendiz en una imprenta desde los 14 años. Se licenció en Filología Hispánica y posteriormente logró sacar una oposición para una plaza en la Seguridad Social y posteriormente opositó para conseguir plaza de profesor de literatura y filosofía. "Cada año el Estado me recuerda que puedo jubilarme, pero yo no quiero, me gusta lo que hago. Enseñar a los a los chavales es mi vida, y mi pasión y además no supongo una carga para la sociedad ni para la Seguridad Social, que está muy achuchada".

Alberto, que dice no sentir la comezón de estar cerrando el paso a otro profesor joven con su decisión de no retirarse -"tengo derecho a seguir trabajando, ¿por qué no lo voy a seguir haciendo?"- sí que asegura con resignación que "en dos años no me quedará más remedio que jubilarme y la verdad es que echaré de menos las clases… Cuando te jubilas es cuando realmente envejeces".

A muchos kilómetros de Badalona, en Ferrol (La Coruña), Emilio Castro (77 años) continúa al frente de la tienda Ultramarinos El Rápido, comercio que abriera su padre en 1921. Entró a trabajar con 16 años y ahí sigue, al pie del cañón 61 años después, que son los que lleva cotizando. Confiesa que trabaja un poco por vicio, porque no sabe hacer otra cosa, y otro poco por necesidad, porque después de cotizar tantos años como autónomo su pensión será "baja y justita". Ahora se ha acogido a la jubilación activa y entre la mitad de pensión que percibe, la reducción de su cotización y los beneficios de la tienda, le queda un sueldo para ir tirando.

Seguir en activo con casi 80 años no es ningún mérito para este ferrolano, "porque es mi vida y nadie se da cuenta de la satisfacción que da atender un mostrador y a tus clientes". Emilio es otro de los ‘jóvenes’ de jornada intensiva de muchas horas: "Me levanto a las 6,30 de la mañana, a las 8,30 ya estoy en la tienda y cierro a las 21.00". Este tendero ferrolano considera que mientras continúe trabajando contribuirá a que la Seguridad Social pueda pagar pensiones a personas que tienen que jubilarse por obligación. Él, no piensa hacerlo mientras Dios le de salud y pueda. Como Emilio, en esta época de prejubilaciones masivas, sobre todo en el sector bancario, hay 200.000 personas en España que no se quieren jubilar. Los 65 no son nada para ellos.

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