La gran mafia del fútbol: así gestionaba Ángel Villar la RFEF como un chiringuito

El CSD decidirá el martes la suspensión cautelar de Villar e iniciará la cadena de sustituciones
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EUROPA PRESS

La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) era el chiringuito de Ángel María Villar. La decena de líneas de investigación que contiene la resolución con la que el juez Santiago Pedraz lo envió ayer a prisión junto a su hijo Gorka reflejan sus tejemanejes para ganar elecciones, conformar su junta directiva, manejar los fondos del organismo sin dar explicaciones a nadie y contratar y favorecer a familiares y amiguetes. Esas prácticas las resumió muy bien en una conversación grabada el vicepresidente Juan Padrón, ahora también encarcelado: “Están esquilmando, intentando mamarse el dinero del fútbol”.

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Uno de los órganos que utilizaba para esos fines, según Pedraz, era la junta directiva, lo que en términos parlamentarios sería el Gobierno de la federación. Villar se garantizó en ella la mayoría necesaria para el apoyo a sus decisiones mediante la inclusión de personas que no discutían sus decisiones. El relato de juez cuenta cómo el presidente utilizaba ese órgano “a modo de recompensa” para premiar la lealtad de los presidentes de las federaciones territoriales. A los que no le eran fieles, sencillamente, los vetaba.Blanco y Cerezo

Ese férreo control de la junta directiva aparece en varias conversaciones grabadas con personajes conocidos. En una de ellas Villar habla de los diferentes dirigentes territoriales con el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco. En la conversación, del pasado 20 de abril, el máximo responsable del fútbol español se expresa en términos muy autoritarios: “el aragonés y el andaluz vendrán a donde tienen puesto estatutariamente, a todo lo demás no van a venir a nada ¿me explico? a nada. El nombramiento de junta directiva es mío, no vendrán, no los nombraré ni de coña…”, dice el dirigente federativo.

En el auto también consta una llamada del presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo, a Gorka Villar del 28 de abril en la que ambos hablan de que en la futura junta directiva que Villar tenía que designar “solo pueden estar las personas que han apoyado a su padre”. En la conversación Gorka le dice a Cerezo que “tienen que convencer a su padre para que actúe en consecuencia”, según el auto de Pedraz.Favores a conveniencia

La junta directiva no era el único órgano que manejaba a su antojo. También la Asamblea General, el máximo órgano directivo, formado por 190 miembros (170 de ellos electos) cuyo cometido principal es nombrar al presidente o, en el caso de Villar, renovar su designación. Para ganarse el voto de sus miembros, el presidente repartía dinero y favores entre los presidentes de las 19 federaciones territoriales, los más próximos al fútbol aficionado, el más representado en el órgano.

El auto recoge ejemplos como la organización de partidos de la selección en territorios como Murcia, con lo que su presidente se aseguraba cierta influencia en las autoridades locales y quedaba en deuda con Villar. También aparecen ofrecimientos de cargos en la UEFA, de la que el presidente de la RFEF es vicepresidente. O pagos directos de más de 300.000 euros para construir campos de fútbol no homologados, como en el caso de Cantabria. Su presidente, José Ángel Peláez, exigió que se le ingresara ese dinero en su cuenta, en lugar de en la de su federación. A la federación ceutí le abonó casi tres millones. Así se garantizó su apoyo en las pasadas elecciones a la Asamblea General.

El juez cree, además, que Villar hacía y deshacía con los presupuestos de la RFEF asegurándose fondos de cuyo empleo no tenía que dar ninguna explicación. Pedraz recoge en su auto otra llamada entre Peláez y el presidente del pasado 15 de junio en el que primero le dice que una de las partidas del presupuesto de 2017 -que debía haber sido aprobado ayer en la Asamblea General de no ser porque se suspendió debido a las detenciones- es para “lo que se le ponga en los huevos”. También le informa de que esos fondos no pasarán por el control de la Asamblea. Ni siquiera tendría que justificar el uso que les diera.Sin ayudas y sin controles

Para llevar a cabo todas estas prácticas caciquiles era necesaria cierta opacidad. Por eso Villar rechazaba, según Pedraz, cualquier subvención pública, como las del Consejo Superior de Deportes (CSD). De haberlas aceptado, se habría arriesgado a que cualquier ciudadano o medio de comunicación se interesara por su destino invocando la Ley de Transparencia.

La absoluta falta de publicidad que logró el presidente del fútbol español llegaba a su retribución y a la del resto de directivos, que se desconoce. El propio Villar habría promovido y otorgado altos salarios a altos directivos o amigos sin ajustarse a sistemas de retribución laboral (formación, categorías, cargos…). Hasta su propio hijo le aconsejó que dejara de pagar sueldos de escándalo para comprar lealtades. “Tienes que empezar a dejar de confundir la lealtad hacia las personas con la incapacidad… te meto en tal cosa o te jubilo de puta madre”, le dijo a su padre.

Una de esos tratos de favor fue el que supuestamente iba a recibir la secretaria general de la federación, Esther Gascón, persona de máxima confianza de Villar. Gascón pactó con el presidente ser despedida del organismo para cobrar una indemnización de 300.000 euros. Acto seguido, según el plan urdido por ambos, volvería a ser contratada para volver al mismo puesto, con un sueldo casi similar.Gorka, en la sombra

Todo ello sin contar el poder en la sombra de Gorka, una de las personas más poderosas de la federación en la que, sin embargo, no tenía ningún cargo ni relación laboral. El hijo de Villar era la persona a la que varias federaciones latinoamericanas (Venezuela, Chile, México, Colombia y Argentina) y la de Corea del Sur tuvieron que contratar para lograr que sus selecciones nacionales se midieran a la entonces campeona del mundo: la ‘Roja’. Su despacho, Sport Adviser, ganó así centenares de miles de euros en concepto de asesoramiento. Todo gracias al poder omnímodo de su padre.

Ese control total de padre hijo provocó pelotazos millonarios con el dinero del fútbol español. Como el del Grupo Santa Mónica, la empresa propiedad del amigo de Villar y expresidente del Real Murcia Jesús Samper que gestionó los derechos de imagen de la selección hasta febrero de 2013. La RFEF rompió en febrero de ese año su contrato con ella por dejar de abonarle 15 millones y haber cedido los derechos del equipo nacional a Mediaset. En lugar de cobrar esa cantidad, Villar y su vicepresidente Padrón se las arreglaron para pagar a Samper 51,7 millones de euros, un tremendo agujero para las cuentas de la federación.

Otro de esos enormes boquetes lo abrió el contrato de compra de camisetas para los árbitros por el que la federación pagó entre 2009 y 2016 36,5 millones de euros. Parte de esos fondos acabaron en los bolsillos de Villar y su lugarteniente Padrón “a través de operativas societarias complejas”. La proveedora era la empresa de un amigo del dirigente tinerfeño. Las camisetas acabaron apiladas en un local del organismo. Los colegiados dejaron de usarlas por su mala calidad.

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