El independentismo se sube a la ola contra el PP para romper con España

  • Eric Guntermann desvela en un estudio que el sentimiento antiPP es mayor que el independentista y le sirve de fuelle. 
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont(c), en la manifestación convocada por la Mesa por la Democracia para pedir la libertad de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont(c), en la manifestación convocada por la Mesa por la Democracia para pedir la libertad de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart
EFE

Eric Guntermann, politólogo licenciado en la Universidad de Montreal y autor de la tesis "Partidos y Nacionalismo: Evaluando la influencia de los partidos en el apoyo al nacionalismo regional en España", analizó en un estudio si la 'pasión anti-PP' se había convertido en motor del independentismo. El resultado fue... sí. En su estudio se analizaba la respuesta de un grupo al que se le preguntó si estaban a favor de que la Generalitat avanzara hacia la independencia sin el acuerdo del Gobierno español. Sólo un 27% estuvo de acuerdo. Al segundo grupo les repitió la misma pregunta, pero añadiendo una pequeña coletilla: “El PP se opone”. Y aquí el apoyo a la iniciativa ascendió al 33,8%.

Guntermann sacaba a la luz un problema: el cordón sanitario que ha provocado que el PP sea un partido tóxico para muchos. El analista también dejó claro en 'The Washington Post' que la mayoría independentista en Cataluña era una falacia. Los catalanes, en general, se identifican más con Cataluña que con España, cierto, pero eso no significa que quieran de forma mayoritaria la ruptura.

En Cataluña, Quebec y Escocia, la mayoría de las veces que la secesión ha estado en la agenda, el apoyo ha oscilado entre un 30 y un 45%. Eso significa que la independencia cuenta con el apoyo de una fuerte minoría, pero la mayoría de las veces el apoyo es demasiado bajo para que la mayoría vote sí. Sin embargo, fluctúa con el tiempo y algunas veces supera el 50% en las encuestas (ese pico se dio en Cataluña de forma breve entre 2013 y 2014), señala Guntermann en uno de sus artículos en los que se muestra extremadamente crítico con la independencia catalana y con el referéndum como solución. 

"El sentimiento antiPP es mayor que el independentismo"

Guntermann considera tras su análisis que "los partidos pueden hacer que la gente sea más o menos nacionalista, y el PP hace que los ambivalentes sean más radicales". No considera que el sentimiento anti-PP sea más potente que el independentismo, sino que el "sentimiento anti-PP es más común que el independentismo entre los ciudadanos catalanes". De hecho, "la mayoría de los catalanes prefieren a un partido nacionalista al PP, cuando ven un conflicto entre estos partidos. No es lo ideal en democracia, pero es lo que se observa". De ahí el argumento nacionalista, su victimismo, su recurso constante a ser agredido desde Madrid y desde el Gobierno. Son conscientes de que esto cala en la sociedad como hizo en su día el "España nos roba".

El PP, que gobierna España con el apoyo de un 33% de los ciudadanos, solo cuenta en Cataluña con un 13,36% y 462.637 votos, un porcentaje que baja aún más en las últimas autonómicas donde logró un 8,5% y 348.444 votos. Guntermann se pregunta si el escaso apoyo es 'natural' y lo más adecuado para un Gobierno que tiene que solventar el conflicto.

No le sorprende a Eric Guntermann que hubiera en España, pese a su escasa calidad democrática, un Pacto de Tinell en su día, ese cordón sanitario anti-PP. "Este tipo de pactos es bastante normal en democracias donde hay coaliciones gubernamentales. Se forman para incluir determinados partidos y para excluir otros. Idealmente, las coaliciones deberían incluir a los partidos que los ciudadanos prefieren y excluir a los partidos que no les gustan. Como el PP es un partido que provoca rechazo en gran parte de la sociedad catalana, es 'normal' que los demás partidos traten de excluirlo del poder. Esa exclusión le dio un incentivo a mejorar su imagen en Cataluña y de hecho consiguió mejorarla y subió en votos inmediatamente después".

Marta Rebolledo, experta en Comunicación Política de la Universidad de Navarra considera que "cada partido tiene sus intereses y juega sus cartas en un determinado momento. Sería mejor que se unieran por el bien común, pero...".

¿Por qué el PP es tan denostado?

Guntermann considera que en parte esta división es básica, de izquierda y derecha, pero añade que las posiciones extremas en ocasiones del PP en el debate territorial le restan apoyo en los territorios más nacionalistas. "Veo un país con una polarización afectiva muy fuerte entre los partidos, sobre todo entre los partidarios de Podemos y del PSOE en relación con el PP. Más del 80% de los que apoyan a Podemos o al PSOE dan una evaluación negativa (entre 0 y 3 en una escala de 0 à 10) al PP". Pero no saquemos ya la bandera de la España a garrotazos porque él ve lo mismo entre demócratas y republicanos en EEUU.

La corrupción tampoco ayuda a la imagen del PP para convertirse en un socio no tóxico, una lacra que afecta más al partido que está en el Gobierno. En general en una democracia, considera el experto, unos años en la oposición ayudan a los partidos a mejorar su imagen y, poco a poco, los ciudadanos olvidan los casos de corrupción. El PP podría también tratar de modernizar como hicieron, por ejemplo, los ex-lideres británicos, Tony Blair y David Cameron, de los partidos laborista y conservador, respectivamente. Ambos adoptaron políticas que iban en contra de la imagen que tenían los ciudadanos de sus partidos. Esas políticas permitieron que gente que nunca habían votado a sus partidos les votaran.

De la misma opinión es Marta Rebolledo, que considera que "el PP necesita una regeneración, pero esta es muy compleja si se está en el poder. La credibilidad se les ha ido en un segundo y aunque han cambiado personas, la primera línea sigue siendo la misma, y esa es la que habría que cambiar para dar respuesta a la desafección general. Eso sí hay que criticar la corrupción de todos por igual".

La pregunta es ¿Por qué sigue ganando el PP? Rebolledo tiene una clave. Ya no se vota tanto en favor de siglas e identidades, sino a la contra o a lo menos malo. Ya no hay tantos fieles. La brecha entre representantes y representados es muy importante y la confianza en los nuevos partidos, escasa.

Respecto a Cataluña, Guntermann considera que al PP dar una imagen extrema en la reforma del Estatut le hizo daño en Cataluña. No sólo eso, "dio mucho poder a los nacionalistas para influir en las opiniones de los catalanes". Si el PP "no hubiera adoptado posiciones tan radicalmente contrarias a todo lo que se ha hecho en Cataluña habría sido mucho más difícil para los nacionalistas convencer a la gente que tienen un derecho a la autodeterminación y que pueden organizar un referéndum unilateralmente", por ejemplo.

"La fractura social está ahí. La responsabilidad de los políticos es ofrecer a los ciudadanos lo que se puede cumplir, al igual que la prensa debe analizar, contrastar. Muchos independentistas van a la contra y usan la corrupción del PP como palanca para provocar una fractura total", señala Rebolledo.

La clave en opinión de Guntermann es que el PP se de cuenta de que hacer una propuesta para satisfacer a los moderados es más rentable que enfrentarse a la minoría extremista. "La oposición a los extremistas sólo hace que los moderados acerquen sus opiniones a las posiciones de los extremistas". 

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